lunes, diciembre 25, 2006

Ventorrillo Canario

El sábado, mientras tomaba café en Villabragas, vi que 29 billetes del Gordo de Navidad se habían vendido en el Ventorrillo Canario. Me encontré rememorando el verano de 1984 cuando comí allí por primera vez.

Aquel año tocaba conocer Extremadura. Habíamos llegado a Guadalupe al caer la tarde y nos las vimos y deseamos para encontrar alojamiento. Cansados de tanta carretera fuimos a cenar a un mesón cercano al monasterio. La idea era hacer una comida ligera e irnos directamente a descansar pero cuando el camarero nos habló de la caldereta extremeña y el vino de Cañamero, el estómago prevaleció sobre la razón y acabamos poniéndonos morados.

Pasamos mala noche pero la culpa no fue de la caldereta sino del calor y los mosquitos. Balcón cerrado, la habitación estaba tan caliente como el propio infierno. Balcón abierto, ataque en masa de los kamikaces
Dedicamos la mañana a visitar Guadalupe. Aquella tarde debíamos llegar a Cáceres tras pasar por Trujillo. A la hora de la comida me equivoqué y me soplé unas migas extremeñas sin tener en cuenta que, durante el viaje, el sol me daba directamente en el estómago. A la altura de Zorita, Dalr y yo cambiamos la peseta y cuando a mí se me rebota el mondongo suelo tener para varios días. Así que tuve que patearme Cáceres, Mérida, Badajoz y Olivenza únicamente alimentado con infusiones de manzanilla muy calientes.

En estas estábamos cuando aterrizamos en Santiponce con la intención de visitar las ruinas de Itálica. Eran las 2 de la tarde y no abrían hasta las 4. Frente a la entrada a las ruinas está el Ventorrillo Canario y, aunque mi estómago no estaba recuperado, había que repostar.
- A mí me pondrá una ensalada y una sopa.
- No señor. Aquí sólo tenemos carne con mojo picón y carne sin mojo picón.

Puestos a reventar, mejor con mojo picón. La carne estaba buena. Me comí con gusto todo lo que me pusieron, con la sensación, además, de que me estaba sentando bien.
Aquella tarde, camino de Antequera, Quiosquera dijo:
- ¡Uy, qué olorcillo a pinchito!
- No-le respondí-, no huele a pinchito. Es que he eructado.

Y es que el mojo picón es mejor estomacal que jamás he probado.

jueves, diciembre 21, 2006

¿Moros o Magrebíes?

La Enciclopedia Álvarez de Primer Grado definía la Reconquista como “la guerra de casi 800 años que sostuvimos contra los moros para expulsarlos de España”. La Enciclopedia Álvarez simplificaba para que un niño de 6 o 7 años pudiera hacerse una idea porque ni la guerra duró 800 años ni fue contra los moros.
Cuando Pelayo apedreó a los musulmanes en Covadonga y fundó su reino, la emprendió contra los árabes ¿invasores? al objeto de ensanchar sus dominios y obtener fronteras seguras. Una vez que sus sucesores hubieron cumplido sus objetivos, la guerra contra los moros dejó de ser guerra y musulmanes y cristianos, salvo escaramuzas, vivieron en una paz relativa durante años. Hasta que, en el último tercio del siglo XI, aparecieron almohades, almorávides, bereberes y benimerines –los moros- y, durante 2 siglos, hicieron sudar tinta a los cristianos del norte y a los musulmanes del sur. A partir de la batalla de las Navas de Tolosa su poder cayó en picado hasta que fueron obligados a abandonar la península. El dominio musulmán quedó reducido al Reino Nazarí de Granada que “convivió” otros 2 siglos con los cristianos.

Antonio Gala cuenta en el Manuscrito Carmesí que Boabdil hablaba despectivamente de los ”moros”, los cuales ni siquiera sabían hablar árabe. Relata la anécdota de que un reyezuelo moro hizo su entrada en Sevilla y toda la población salió a la calle a vitorearlo. El reyezuelo dijo a unos de sus mandamases:
- No sé lo que dicen pero echadles de comer.

El hecho es que la parte más dura de la Reconquista fue el periodo en que eran los moros los que cortaban el bacalao. Tanto es así que los españoles no utilizamos “me cachis en los árabes” sino “me cachis en los moros” y que el término moro lo utilizamos con frecuencia sino siempre de forma despectiva.

Viene esto a cuento porque un sábado por la mañana Superwaiter llegó a buscar su Vanguardia 2 horas más tarde que de costumbre y hecho un basilisco. Aquella madrugada 5 individuos, navaja en mano, habían asaltado a su hijo y, no contentos con lo que robaron al chaval, le dieron una paliza que le hicieron dar con sus huesos en un hospital. Superwaiter se despachó a gusto poniendo a parir a los asaltantes, a los que vienen de África y a los inmigrantes en general. Se fue más calmado.

Cuando a media mañana me pasé por la oficina a tomar un cortado, estaba cabreado pero de mejor humor y acabó de contarme la historia.
- … el chaval retorciéndose de dolor y los mozos de escuadra que aparecen y preguntan qué ha pasado. “Pues que 5 moros de mierda le han dado una paliza al chico…”
- ¿Querrá usted decir 5 individuos con aspecto magrebí?
- Mire usted, yo no los he visto y no sé que aspecto tenían. Es más, no tengo nada contra los magrebíes ni me han hecho nada pero estos eran 5 moros de mierda.

Y se reía recordando.

miércoles, diciembre 13, 2006

De naciones y realidades históricas

Durante los debates del Estatuto de Cataluña, en Can Superwaiter había quien se preguntaba qué pasaría después. Me tiré la chulería:
- Simplemente que ahora debatiremos 16 estatutos más, amén de los estatutillos de Ceuta y Melilla.
Puñetera casualidad pero acerté. Ya andan por ahí los de Valencia, Andalucía, Castilla-León… Y como hoy, en el plano individual no somos nadie si no se dispone de teléfono móvil y una dirección de correo electrónico, y colectivamente tampoco si nuestra comunidad autónoma no es una nación, todos los proyectos de Estatuto indican en su preámbulo la “realidad nacional” de la comunidad en la que se han de aplicar. Así ha sucedido con Andalucía y así sucederá con las demás. Por historia, cultura o el hecho de haber tenido una independencia o autonomía anterior parecen claras las realidades nacionales de País Vasco, Galicia (con huso o uso horario propio), Navarra, Aragón, Castilla, Valencia, Baleares, Asturias, Murcia y, quizá Canarias. Claro que, ya puestos, no vamos a dejar fuera a Cantabria, Rioja y Extremadura.

Esperaba, por tanto, que los nuevos estatutos llevaran incluido el término nación pero, hete aquí que Castilla-León se define simplemente como “realidad histórica”. ¡Valiente gilipollez! Realidad histórica es hasta mi pueblo que, por carecer, carece de lugar en la mayoría de los mapas que se imprimen.

Las denominadas comunidades históricas, Cataluña, País Vasto y Galicia, basan su realidad nacional en que tienen lengua propia, fueron un estado ¿? y han desarrollado una cultura diferenciada. Basándonos en esos parámetros, si en España hay una realidad nacional incuestionable esa es Castilla. Por historia, lengua o cultura no hay ningún estado presente o pasado, excepto Inglaterra, que resista una comparación.
Cabe deducir que los castellanos viejos son tan sobrios y humildes como dice el tópico o tan soberbios que hacen suyo el dicho asturiano de “España es Castilla y lo demás tierra quitada a moros y cristianos”.

lunes, diciembre 04, 2006

De topónimos y otros nombres propios

“El gobierno de Corea anuncia que continuarán con las pruebas nucleares. Informan desde TaiBei”.

Soy un enamorado de Madrid (en vacaciones) y cada par de años suelo pasarme unos días en la Villa y Corte. Una vez allí, aprovechamos para una visita relámpago a Toledo, Ávila o Segovia. Camino de la Nacional VI voy observando las señales informativas y, cabezón, siempre acabo haciendo la misma afirmación:
- Esas señales están mal escritas. Dice “A Coruña” y “Burgos”. Debería decir “A Coruña” y “A Burgos”.
Con infinita paciencia Quiosquera me aclara que la “A” de A Coruña es artículo y no preposición.
- ¡Capullos!

Tanto en periódicos como en televisión nos referimos asiduamente a “A Coruña”. No sucede lo mismo con Girona o Lleida que rara vez aparecen con su nombre oficial salvo, quizás, en la información deportiva de los teletextos donde se puede leer hasta “Real Club Deportivo Espanyol”. Menos aún ocurre con las poblaciones cuyo nombre oficial está en euskera. Gasteiz o Iruña raramente se leen fuera del País Vasco y Navarra. A San Sebastián sí se la nombra como Donosti o Donostia, que en masculino me parece bien pero que en femenino debería ser Doñaostia, digo yo.

No sé de quien fue la idea de traducir los nombres propios pero es habitual en todos los países. Los franceses vienen a Lespañ a pasar sus vacaciones y a los españoles no se les ocurriría ir a La Frans. Nadie o casi nadie va de turismo a London, Paguí, Mosca, Niu Yor o Firense aunque, últimamente, hay algún locutor que pasa por el aeropuerto de Janofa. Vengo a referirme que estamos acostumbrados a castellanizar los nombres y a leerlos tal cual aparecen escritos.

Durante muchos años, el Gran Timonel se llamó Mao Tse-Tung, el presidente de Rusia era Boris Yeltsin y la capital de China, Pekín.

Empecemos por el ruso. En todos los periódicos de tirada nacional aparecía como Yeltsin salvo en uno que lo denominaba Eltsin. Alguien se equivocaba. En los 20 minutos de clase de ruso que di a bordo del barquichuelo que nos llevaba por el Volga, aprendí que la letra cirílica E se lee como ié o ye. Por tanto, unos periodistas escribían Yeltsin tal como suena al pronunciarlo y los otros intentaban respetar la grafía original. Claro que, en este caso, deberían haber respetado el resto de letras y escribir Борис Ельцин.

Lo de China tiene más miga. Como, salvo los nativos, pocos humanos están capacitados para descifrar los signos de su escritura, los chinos inventaron el pinyín que no es un idioma sino una forma de representar los sonidos mediante el alfabeto latino. Pero para los chinos no hay diferencia entre consonantes sordas y sonoras. P y B suenan igual. D y T, lo mismo. Nuestra guía en Pequín no era capaz de distinguir la diferencia de pronunciación entre pantera y bandera. En ambos casos ella decía pantera. Y es que los chinos pronuncian la consonante sorda y, sin embardo, cuando escriben usan la consonante sonora. De ahí que Tung se haya convertido en Dong (no hay tampoco una diferencia palpable entre o y u). Pero su pronunciación es Tung.
En cuanto a Pequín sucede tres cuartos de lo mismo. Para escribirlo como ellos deberíamos dibujar unos garabatos tal que así:



Pero nos limitamos a transcribir su transcripción al pinyín y escribimos Beijing que, por cierto, suena Peichín, bastante más parecido a nuestro Pequín.

Pero las modas son las modas y uno, de vez en cuando, se encuentra con que una ciudad ha cambiado su nombre.