sábado, julio 22, 2017

¡Animales!

En casa fuimos más bien de gato. Lógico, teniendo en cuenta que el 70% de su superficie estaba ocupado por un almacén destinado a amontonar los sacos de “guano” y los haces de caña de maíz antes de que la piqueta los hiciera aptos para alfombrar el corral, lugares idóneos para que los ratones anidaran a su antojo. Por lo demás, explotábamos a los animales: cerdos que nos permitirían comer carne durante el invierno, gallinas que nos abastecerían de huevos durante todo el año y nos darían la posibilidad de guisar un pollo en fiestas señaladas como el día del santo de mi padre, el día de la Virgen o Navidad, y el burro que nos ayudaría en las faenas del campo.
Por mi parte fui un pequeño torturador de bichos. Ponía trampas para pillar gorriones, guardaba gusanos y tijeretes en un canutero y los utilizaba de cebo en las trampas, cazaba gaviotas utilizando un lazo de alambre y una cabeza de pescado como enguaje, derribaba murciélagos con una caña larga y participaba cuando le metíamos un tizón en el culo para que se tirara pedos, emborrachaba lagartijas con tabaco, apedreaba perros… Un angelito, vamos.
En la actualidad, y gracias a los mensajes de los defensores de los animales, me arrepiento amargamente de mis pecados de juventud y hace mucho tiempo que ni los maltrato ni los persigo, excepción hecha de mosquitos, hormigas, cucarachas y salamanquesas que invaden mi hogar, aunque he de decir que lo hago más por ocupas que por otra cosa. También intento corregirlo: ahora le doy el aerosol asesino a Quiosquera y yo me inhibo.
Me estoy planteando seriamente pasarme a vegetariano absoluto (vegano creo que se dice) y prescindir de carne y pescado, incluso de animales que degüellan mirando al este o peces congelados en alta mar. Por supuesto que leche, huevos, abrigos de piel, trajes de lana y edredones de plumas tampoco deberán formar parte de mi alimentación o vestimenta. Aunque esté infestado de ratones, no meteré un gato en mi casa y tampoco obligaré a un perro a que sólo mee dos veces al día. Sólo hay una excepción: me lo pongan como me lo pongan no voy a renunciar al jamón de Jabugo. Por prescripción facultativa y porque, al fin y al cabo, es vegetal (de bellota).

A pesar de mis buenas intenciones sigo estando preocupado y no sé si he enfocado bien mi vida. Corre por feisbuc una de esas cosas que llaman virales que me está haciendo dar vueltas a la neurona que me queda.


En un cuadro se ve a una familia con 4 niños, uno de ellos de pañales, y alguien que le dice: 
- ¿Habéis tenido el cuarto hijo? ¡Qué bonita familia!
En otro cuadro, una señorita pasea tres perros. Alguien le habla escandalizado: 
- ¡¿Tres perros?! ¡Madre mía! ¿Estás loca? Con el trabajo que dan, y los gastos en veterinario…. Y te condicionan la vida y bla, bla, bla…

¿Querrá esto decir que he hecho mal y en vez de hijos debería haber tenido perros?