miércoles, junio 12, 2013

La ley, ¿letra o espíritu?

 
Quiosquera se jubiló el 30 de diciembre de 2011. Su primera pensión la cobró un mes después y, la misma, incluía el día de diciembre que faltaba. Este año, cuando he solicitado a Hacienda "lo que hacienda sabe de mí” (y de ella), he encontrado una línea correspondiente a los 65€ que no estaban registrados en el diciembre anterior; y una nota: como el ingreso pertenece a los haberes de 2011, no puedo reflejarlos en la declaración de 2012 y he de fabricar una complementaria.
Por casualidad conservaba los archivos del año pasado y me ha sido relativamente fácil calcular los 7,17€ que le debía a Hacienda desde hace un año. Sin razón lógica ni aparente, no me fío en absoluto de los políticos que redactan las leyes y sus procedimientos, ni de los funcionarios que repasan los resultados, así que me he ido a la delegación de la Plaza Letamendi para asegurarme que no cometía error u omisión que pudiera costarme un “güevo de la cara”. Me ha acompañado Quiosquera. Para mis gestiones y desplazamientos en Barcelona suelo utilizar el Ferrari descapotable, esto es, el quad, que siempre puede aparcarse con mayor facilidad. Lo he dejado junto a un montón de motos y, además, le he colgado una fotocopia de la Tarjeta de Permisividad de Aparcamiento. No dejo el original porque, al ser descapotable, el Ferrari no dispone de lugar alguno que permita impedir el robo de la citada tarjeta; la tarjeta que yo dejo a la vista se nota a la legua que es una copia porque así lo lleva impreso y porque hago constar que esa copia se ha realizado para poner en el vehículo matrícula tal y tal y tal. Vamos, que si alguien se la lleva y la deja en el salpicadero de un coche, cualquier policía, por tonto que sea, se dará cuenta de que es una falsificación.
Al salir de la oficina de atención al cliente, una agenta urbana estaba haciendo fotos al Ferrari. Sé que mi Ferrari llama la atención, pero no se me hacía la idea que la municipala la estuviera retratando como si se tratase de un David Beckham o un Gerard Piqué cualquiera. Quiosquera se ha adelantado.
- Ojo –le he dicho-, que es una tía (sin acritud).
Quiosquera sabe que no es lo mismo un agente que una agenta: un agente puede llegar a tener misericordia (posible, pero poco probable) de un desgraciado; una agenta, jamás. Le ha costado mucho trabajo abrirse paso en un mundo de varones y tiene que demostrar que puede llegar a ser tan hijaputa (véase drae: mala persona) como ellos cuando de realizar un trabajo de hombre se trata.
- ¿Hay algún problema, agente? –Quiosquera habla español correctamente-.
- Y tanto. Le estoy poniendo dos sanciones: una por estar mal aparcada y otra por utilizar una tarjeta de minusválido que no es la original.
- La moto es de mi marido; viene por ahí.
- Es igual. Un vehículo de 4 ruedas no puede estacionarse nunca en un aparcamiento de motos.
- Pero cuando le dieron la tarjeta le dijeron que podía aparcar en sitios donde estuviera prohibido, siempre que no estorbase demasiado.
- Aun así tengo que multarlo: la tarjeta que lleva es una copia.
- Aquí tengo el original –en ese momento llegaba yo al lugar de autos-. Si lo pongo en la moto, es probable que me lo quiten.
- Seguramente, pero por ley yo estoy obligada a  ponerle una sanción; luego usted puede recurrirla y lo más probable es que se la quiten. Además, con la tarjeta sólo puede aparcar en azul o verde.
- Y en carga/descarga, tengo entendido.
- Sí, también. Vale, le anulo las dos infracciones.
- Gracias, agente. Que tenga usted un buen día.
- Recuerde: sólo azul y verde.
Yo no he pedido que me faciliten la vida. Hace algo así como 61 años que vengo arrastrando las piernas y voy hasta donde puedo: andando, en vehículo propio o en transporte público, y cuando no soy capaz de llegar a un sitio, me quedo en casa. Ahora bien, puesto que las dificultades de movilidad son mías e intransferibles, si la administración pública me concede alguna ventaja, la aprovecho; procuro no molestar más de lo necesario y si puedo dejar el quad en el lugar de una moto, no lo dejo ocupando el espacio de un coche. Entiendo que lo importante es el espíritu de la ley: facilitemos el aparcamiento a las personas con problemas de movilidad, comprobando cuando sea posible que no nos den gato por liebre. Para el caso del gato y la liebre está la tarjeta; pongo una copia a sabiendas de que un agente no tiene por qué aceptarla y, que si decide ponerme una sanción, ésta se puede recurrir al Ayuntamiento con la seguridad de que será aceptada al presentar la tarjeta original. Pero no es igual si la sanción se produce por infligir la ley, y la ley dice (parece) que un vehículo de 4 ruedas no puede estacionarse en los lugares reservados para motos. Es decir, en adelante habré de aparcar en zona verde o azul (ocupando toda una plaza de coche), o en zona de carga y descarga (dificultando el trabajo de los profesionales).
Pero seré fiel a la letra de la ley.
Lo siento.

domingo, junio 09, 2013

No mentar la soga...

Desde mil novecientos ochenta y tantos, raro es el año que no tengo que visitar Albuñol para tramitar algún papelorio que el Ayuntamiento (Excelentísimo), el Registro (Eficiente) o la Agencia Provincial de Administración Tributaria (Ineficaz) han sacado a la luz después de lustros de entuertos administrativos. Este año ha tocado la A.P.A.T. (toca siempre) y el Ayuntamiento. En éste hube de esperar a la funcionaria encargada y, para matar el tiempo, me dediqué a observar anuncios y carteles.
Y el escudo del municipio.
- ¡Coño! Falta la soga –dije a Quiosquera-.
Y es que a mí me sonaba que el moro o morisco que aparece en el escudo llevaba una soga al cuello.
Ayudado de mi amigo Google, investigué el diseño del escudo de Albuñol y su significado. Entre otros lugares, lo encontré en el B.O.J.A. del 17 de diciembre de 2007.
 
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía - Histórico del BOJA Boletín número 246 de 17/12/2007
Resolución de 3 de diciembre de 2007, de la Dirección General de Administración Local, por la que se admite la inscripción en el Registro Andaluz de Entidades Locales del Escudo y la Bandera del municipio de Albuñol (Granada) (Expte. núm. 019/2007/SIM).
Emitido en sentido favorable el informe preceptivo a que alude el artículo 13 de la Ley 6/2003, de 9 de octubre, el máximo órgano colegiado de gobierno de la Entidad Local, aprobó en sesión de fecha 5 de noviembre de 2007, con el quórum establecido en el artículo 14 de la mencionada Ley, la adopción de su escudo y bandera municipal, con la siguiente descripción:
- Escudo: Escudo cortado-recortado. 1.º cuartelado en cruz. 1.º y 3.º de gules castillo de oro mazonado de sable y aclarado de azur. 2.º y 4.º de oro tres bastos de gules puestos en palo, el central contrapuesto. 2.º de plata busto de morisco al natural vestido de gules con turbante de sinople. Al timbre corona real cerrada.
También encontré una interpretación de sus símbolos, junto a una breve puntualización sobre la descripción de la Junta de Andalucía, en la web “Símbolos de Granada”:

Aunque la descripción del escudo dice que los bastones van "puestos en palo", es decir, verticales, en realidad van "en faja", es decir, horizontales.
Significado: El castillo procedente de una torre musulmana. Los tres bastros [sic] representan a los tres nucleos [sic]  principales de población: Albuñol, La Rábita y Poxzuelo [sic]. El morisco es representativo de una de las épocas de esplendor del municipio.

O sea que el morisco va sin soga. Claro que en casa tengo recibos de contribución, anteriores a 2007, con un escudo parecido pero diferente; escudo que también se puede encontrar en Google, y que es el que figura en el libro “La ciudad de Albuñol” (anterior a 2007) de Paquita Manzano Camarena y Pedro Vargas Lorente. En ese sí que aparece la soga. En algún sitio he leído (puede que en el mismo libro “La ciudad de Albuñol”, “La Alpujarra: sesenta leguas a caballo…” de Pedro Antonio de Alarcón o algún otro librajo que conservara mi padre) que el moro, en realidad, fue una concesión real al municipio por la distinción de los albuñolenses en su lucha contra los moriscos de Aben Humeya, primero, y Aben Aboo, después.

El moro del escudo tiene los ojos abiertos, y la soga no parece pender de rama alguna o vigueta, lo que llevaría a deducir que se trata simplemente de un cautivo. La tradición, sin embargo, habla de un ahorcado; es por esto por lo que a Albuñol lo llaman también “el pueblo de los ahorcaos”. Sea de una u otra forma, el morisco es esencial en el escudo de Albuñol: castillos los hay a montones en la heráldica española; la brisca de bastos, aunque no la he visto en ningún otro escudo, no me parece muy representativa ya que hay que echarle mucha imaginación para deducir que se refiere a los tres principales núcleos de población del municipio; pero el moro… ¡ay el moro! El moro con soga al pescuezo es único y definitorio. Sólo podía estar en el escudo de Albuñol.

Cuando he preguntado la razón de la pérdida de la soga, expertos municipales me han explicado que se debe a que Albuñol se ha hermanado con unos cuantos pueblos marroquíes y, tanto ellos como los inmigrantes del Magreb, han puesto en evidencia la falta de sensibilidad de la discutida soga. Albuñol ha renegado de su historia. Es algo así como si Madrid no celebrara el 2 de mayo o Cataluña el 11 de septiembre o granada el 2 de enero; como si los británicos cambiasen el nombre a Trafalgar Square o los franceses derribasen L’Arc de Triomphe. Si me apuran un poco habría que rehacer el escudo de España, dado que las cadenas de Navarra conmemoran la ensalada de palos que los reinos cristianos españoles dieron a los reinos sarracenos españoles mientras el Miramamolín se alejaba a uña de caballo de las inmediaciones de las Navas de Tolosa.

Rizando el rizo, hasta habría que cambiar el propio nombre de Albuñol, que significa La Viña. Y es esta planta la que produce las uvas de donde se saca el vino que, sabido es, es una bebida pecaminosa según el dogma de los musulmanes.
Aunque después de todo, puede que la historia del escudo moderno de Albuñol, quizá, se reduzca a la aplicación del refranero español:
No mentar la soga en casa del ahorcado…

miércoles, junio 05, 2013

El lastre de las pensiones de jubilación

Durante los años de la transición saltó a la palestra el tan debatido y espinoso tema del aborto; en familia me quedé solo defendiendo el derecho a la vida del ya concebido, derecho que yo anteponía al derecho de la mujer a “decidir sobre su propio cuerpo”; por lo menos en aquellos supuestos en los que no peligraba la vida (física) de la futura madre, ni el embarazo era producto de un acto de violencia, ni el feto presentaba malformaciones graves. He dicho que me quedé solo y no es del todo cierto; Dalr, con 4 ó 5 años, discutió con mi suegro la validez de una de las frases que, por entonces, manchaban las paredes: Aborto asesino.
- Sí, claro –lo rebatía mi suegro-. Pero si una mujer pobre, que ya tiene varios hijos, se vuelve a quedar embarazada…
- Que se tome antes la pastilla –lo cortó Dalr-.
La lección la había extraído de un programa de 123 dedicado a Romeo y Julieta; un sketch presentaba para la pareja un ataúd doble “con pastilla incorporada”.
Lo cierto es que mi preocupación por la legalización del aborto se la explicaba, más o menos, a Quiosquera.
- El aborto indiscriminado no deja de ser un método de control de natalidad y, por ende, de población. A mí ya no me pueden abortar, por lo que debería darme lo mismo, pero el siguiente método de control de población es quitarse de en medio a los viejos no productivos, y aquí sí que quiero llegar sin que me eutanasien.

Hace unos días que he vuelto de una estancia breve en el extranjero, y lo primero que me he encontrado es la reforma de las pensiones. Un comité de expertos resalta que mientras la pensión media de los jubilados europeos apenas llega a un 47% de su último sueldo, en España tiramos la casa por la ventana y el porcentaje asciende al 82%. Y eso teniendo en cuenta que en las últimas décadas ha bajado con la intención de reparar la injusticia social creada por el dictador (esto último no lo dicen los expertos; lo digo yo). Lo que los expertos sí dicen es que el sistema actual de pensiones no se puede soportar y hay que arreglarlo con medidas varias:
· Retrasar la edad de jubilación
· No tener en cuenta el IPC a la hora de revalorizarlas
· Subir en función de la disponibilidad de pasta que tenga el gobierno
· Pagar según la esperanza de vida


Es curioso que los expertos nos comparen con Europa cuando los números están a favor de su teoría: gasolina más barata (ya no), electricidad más barata (ya tampoco), pensiones más bajas (bueno, no; porcentaje más bajo sobre sueldo real; pensión absoluta más alta)… Nunca he oído que los expertos o el gobierno aconsejen subirnos el sueldo (a los que trabajan) al nivel de lo que cobran franceses, británicos o alemanes.

De las posibles medidas a tomar que aconsejan los expertos, la que en realidad más me gusta es la última: pagar según esperanza de vida. Si, cuando el viejo se jubila, el gobierno lo ve jodidillo, le asigna una pensión decente para no primar que la familia lo eutanasie de inmediato: como de todos modos va a durar poco…; si, por el contrario, el viejo se encuentra fuerte y sano, una pensión mísera lo ayudaría a que se muriera rápido y sin ayuda externa.
Durante años discutí la cuestión con Superwaiter hasta que llegamos a una proposición aceptable. Tomen nota los mandatarios:
Una vez cumplidos 40 años de cotización, los viejos podrán jubilarse en el momento que quieran. El estado les asignará una paga igual o superior al último sueldo cobrado con una única condición: el pensionista tiene 5 años para morirse, pasados los cuales, si no se ha muerto por su cuenta, lo morirá el gobierno.
Y asunto arreglado: ahorro en sueldos, seguridad social y botica.
Habrá que ajustar algunas cosillas para que la cosa no resulte tan bestia como parece, pero por ahí irán los tiros. Claro que los del gobierno son tan retorcidos que acabarán aplicando la eutanasia pasiva, es decir, pensión cero y sanidad a base de analgésicos.

¡Viejecicos al cielo y chocolate a la barriga!


Lo que no sé es quién llevará en adelante los niños al colegio.