viernes, agosto 19, 2022

Orán

 وهران

Ahora que Argelia vuelve a ocupar las portadas de los periódicos españoles, me vienen a la memoria episodios vividos en la década de los 50 del siglo XX y que ponen de actualidad la forma de razonar de un pequeño cateto alpujarreño de aquella época.

Allá por los años 57 o 58, mi padre empezó a iniciarme en la lectura del diario Ideal (al que estaba suscrito) y, por entonces o algo más tarde, tropecé con el cacao de la descolonización de Argelia y los movimientos por la finalización del protectorado marroquí. Me llamó la atención que los líderes de la sublevación de ambos países tuviesen nombres parecidos: Ben Bella y Ben Barka, respectivamente. Fue poco después cuando volvió a Huarea (Cortijo de las Chumbas) mi amigo José Galdeano (creo que sus padres estaban trabajando en Orán). Aunque hablaba cristiano, decía muchas cosas en gabacho y, a partir de entonces, perdió apellidos y nombre del registro y pasó a ser conocido como el Francés.

Hablando de Orán…
El pastor que cada mañana llegaba a la puerta de mi casa con su manada de cabras era Pepe Higos. Por una peseta nos llenaba el cacico de leche, que daba para el desayuno de mis padres y un par de tazas de sopas para mi hermana y para mí. Por la tarde le comprábamos otra peseta de leche y con ella redondeábamos la cena.
Pepe Higos tenía un colega al que conocíamos por el nombre de Potaje. Un par de veces al año reunían una manada de cabras y ovejas y embarcaban en Almería para vender el rebaño en Orán. Los vecinos de El Pozuelo y Huarea les hacían encargos cuando salían de viaje: unas morcillas de oro para la niña que ya está en estado de merecer, un reloj chapado en oro para cuando el mozo vuelva de la mili, una cadena (y medalla) para el niño o la niña que va a hacer la Primera Comunión o un par de alianzas para la pareja que se va a casar. Para mí, Potaje siempre ha estado relacionado con Orán y Orán con el oro…
Como no podía ser de otra manera.

Algunos años después mi hermana ingresó en un internado de Granada para estudiar el bachiller. Creo que fue en vacaciones de Semana Santa, en plena temporada agrícola, cuando mi padre pudo escaparse a comer y llegó ya que nosotros estábamos en los postres (seguramente apurando un lebrillo de ensalada de lechuga). Cogió la cuchara y atacó el plato:
- ¡Cucha! Ahora que estoy comiendo lentejas, me he acordado que le hice un encargo a Potaje y me lo ha traído esta mañana.
Se metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó un paquetillo que dio a mi hermana. Era un reloj de pulsera chapado en oro (supongo).
Cosas de Orán y el oro.

Lo que no llegué a plantearme nunca fue si el oro era oro porque venía de Orán, u Orán se llamaba Orán porque producía oro.