¿Voy pa viejo o ya he llegado?
A principios de año, próximo a cumplir los 74, me puse muy contento cuando
leí que un grupo de estudiosos de la senectud indicaban que se entraba en
ella a partir de los 75 años:
- Antoñico -me dije-,
hay que aprovechar a tope este año de juventud que te queda.
Llevo
todo lo que va de año haciendo planes para disfrutar a tope el tiempo que me
falta. La conclusión definitiva pude comprobarla hace unos días: el grupo de
estudiosos me ha engañado.
Paso casi todo el verano en un apartamento, que forma parte de un grupo residencial con jardín interior y un par de piscinas: una
grande para los que saben nadar y otra pequeña para niños y pusilánimes.
Claro está que, cuando vienen los niños, nos bañamos en la piscina pequeña,
y no porque no sepan nadar, es que en esta piscina se baña muy poca gente y
los nietos se pueden tirar “de bomba”.
- Yayo, no hay nadie, ¿me puedo tirar?
- Anda, sí. Pero no salpiques
mucho.
Y se pasan todo el rato entrando y saliendo de la piscina sin ninguna
precaución. Salpican más agua que radiaciones salpicó la bomba de
Hirosima.
Hace un par de semanas, Marco estuvo varios días en “casa de los
yayos” y no podía faltar el baño diario. Una tarde bajamos los dos solos,
porque la abuelita tenía cosas que hacer. El sol caía con muy mala intención
y apenas salíamos del agua.
- Yayo, no hay nadie, ¿me puedo tirar de bomba?
-
Claro, Marco, pero salta todo lo que puedas no te vayas a dar con el
bordillo.
Y saltó; tantas veces como le dio la gana. Entonces me hizo la pregunta que
temía:
- Abuelo, ¿tú no te tiras de bomba?
- No, yo me tiraba de púa.
Recordé mis saltos desde la Piedra de la Tortuga o del islotillo de la
Playilla del Ruso o de cómo embestíamos a una ola de más de 2 metros.
Tuve
la mala idea de hacerle una demostración.
Salí de la piscina a pulso, me
puse junto al bordillo, me perfilé, saqué pecho y salté…
Los pies no se me
despegaron del suelo y el impulso lo di hacia el agua. El panzazo fue
morrocotudo. Marco preguntó:
- ¿Te has hecho daño, abuelo?
Claro
que hice daño. No fue un daño físico. Me dolió que no hace falta cumplir 75
años para ser viejo.
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