lunes, enero 30, 2023

Educación sexual

Me llama mi nuera por teléfono:
- Suegro, me han pegado una bronca en el colegio por el comportamiento de Marco.
- Se ha peleado.
- No, qué va.
- Cuenta.
- Bueno, me ha llamado la tutora y la conversación ha ido tal que así.
“- Señora Linares es necesario que se pase urgentemente por el colegió para hablar del comportamiento de Marco.
- ¿Le ha pegado a alguien?
- No, mucho peor. Usted pásese y hablamos.”

La señora Linares se ha personado en el colegio y ha solicitado hablar con la tutora. Le explica el problema:
- Es que esta mañana, durante el recreo, lo hemos pillado en una esquinita del patio metiéndole el dedo en la vulva a una compañera de clase.
- Me ha metido una bronca, además de la que ya le había metido al niño y ahora Marco anda avergonzado -ha concluido mi nuera-.

No he hablado con Marco, pero, en cuanto tenga ocasión, le diré que no tiene de qué avergonzarse puesto que no ha cometido ninguna mala acción; en todo caso meterle el dedo en el chisme a una niña es una guarrería, puesto que le olerán mal las manos. La profesora se equivoca: sexólogos de prestigio advierten de la inconveniencia de censurar a los niños por acciones como ésta:

Si se tocan debemos respetarles, no censurarles ni transmitirles la idea de que se trata de algo vergonzante: están descubriendo su cuerpo, es parte de su desarrollo. (MAMEN JIMENEZ, sexóloga).

Marco tampoco ha cometido delito; ha seguido el espíritu de la Ley Celaá, que proponía, al menos en su borrador, que la educación sexual de los niños de 4 a 6 años (Marco cumplió ayer 5) debería incluir experimentación, tocamientos y juegos:

Borrador de la LOMLOE

Uno de los puntos de la LOMLOE, conocida como 'ley Celaá', afirma que, en el tramo de educación infantil de 0 a 6 años, la "intervención educativa debe favorecer el descubrimiento personal de la sexualidad y la construcción de género" basándose en "experimentación y juegos"

Tampoco viola la ley del “solo sí es sí”, dado que el único testigo del “altercado”, la tutora de los niños, afirma que la chica “víctima” del dedo agresor estaba diciendo:
- ¡Rasca más, rasca más…!

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