Don Antonio de Barbón
El 1 de agosto me levanté con un cierto escozor en la parte socialista de
la cara. Por la tarde observé que me habían salido unas pequeñas vejigas
transparentes junto a la nariz, justo debajo del ojo.
El día 2
las vejigas se habían hecho más grandes y se extendían por el pómulo. Empezó
a escocerme la cara y el ojo izquierdo se me puso llorón. A medida que fue
avanzando el día me apareció una ampolla de cierto tamaño bajo el párpado.
Me fui al médico. Después de un reconocimiento exhaustivo diagnosticó:
Se puso peor. El médico de urgencias casi ni me miró:
- ¿Ha tenido usted herpes anteriormente?
- No.
- ¿Y varicela?- No lo
sé, supongo que sí.
- Bueno, el virus del herpes, cuando se cura, se
queda en estado latente y aprovecha que el paciente está bajo de defensas,
pasa estrés o hace mucho calor para activarse. Esto es un herpes zóster que le
afecta al trigémino.
Me mandó unos “toques” para las vejigas y un calmante para el dolor.
-Pasado mañana lo llamo y veremos cómo se encuentra.
Me encontró hecho una braga, con la cara como un mapa y un dolor intenso en
el pómulo. Como pude le describí el panorama.
Camino de la clínica me encontré con mi vecina Carmen.
- ¿Qué te pasa?
- Herpes.
- ¡Uy! Eso duele mucho; ya puedes
decir que sabes lo que es un parto.
Doler, duele, pero si un parto es eso, entonces no es para tanto.
- Pero, Antonio, es que parece que sea la viruela del mono.
- No
lo creo; tuve una vez un lío con una mona de Gibraltar, pero hace mucho tiempo
de eso.
- Eso, que el humor no se pierda, que así parece que las cosas
duelen menos.
Mentira. Duelen igual, lo que ocurre es que los demás no se enteran y
no pasan el día preguntando si ya estás mejor.
En urgencias me
habían cambiado el médico. Se leyó el informe y me hizo otro reconocimiento a
fondo.
- Hemos tenido suerte: no está afectado el oído y parece que el ojo
tampoco. Hay unas pequeñas pústulas en el párpado, pero la córnea está limpia
y no hay ningún indicio de que pueda degenerar en ceguera.
¡Lo que faltaba p’al duro, me acabo de gastar una pasta en eliminar las
cataratas y ahora va a venir el herpes para cegarme por otro lado!
El
galeno hizo una llamada y me mandó a que la oculista confirmase su
diagnóstico; esto después de recetarme otro medicamento de nombre sólo
asequible a los boticarios, y darme hora para la semana siguiente.
La
oculista confirmó el diagnóstico y me mandó lo mismo que el médico de
urgencias, pero en pomada para echarme en el ojo. El tratamiento pareció
funcionar: dos días después ya se me habían secado las pústulas y empezaron a
caérseme las costras.
Estaba la mar de contento: todo el mundo me hablaba
de lo que dolía y lo lento que era al curar, y yo lo estaba finiquitando en
menos de 15 días. Pero hasta el rabo, todo es toro. A medida que se caían las
costras se fue intensificando el dolor de oídos, el dolor en el pómulo, la
irritación de los ojos y el dolor de cabeza. Y lo peor… el picor en la zona
afectada.
No lo he dicho, pero desde el cuarto o quinto día empecé a
notar la nariz y la parte correspondiente de la cara como cuando sales de
sacarte una muela y al dentista se le ha ido la mano con la anestesia: la
nariz parecía ser la que describe Quevedo (érase un hombre… etc) y la cara la
notaba acartonada; a mí me daba la sensación de estar tocando los tocinos de
un marrano recién matado y que ya le han pasado el agua hirviendo para
limpiarle los últimos pelos.
A la visita al doctor (día 13 desde el
inicio del episodio) llegué con una cara distinta: apenas unas costras bajo el
bigote y un poco de hinchazón. El matasanos dio por buena la cura y me retiró
la medicación. Le conté lo de los dolores, la picazón y la pérdida de
tacto.
-El herpes está curado, pero ha afectado al trigémino y hasta que el nervio no
se regenere tendrás estas secuelas.
Me mandó otras pastillas para la regeneración del trigémino y otras
más para el dolor.
- ¿Tardará esto mucho en volver a la normalidad?
Pregunta estúpida
- Bueno, quince días, un mes, dos meses, dos años… depende. Venga
dentro de un mes y veremos cómo le ha funcionado la medicación.
Se me vino el mundo encima; si tengo que pasar dos años así, aviao
voy. Me cabe una satisfacción y es que el único herpes que he visto en
televisión es el del Emérito y como me he tenido que dejar la barba, estoy en
mi derecho de reivindicar el nombre de don Antonio de Barbón.
En estos momentos
llevo justamente mes y medio luchando contra el maldito herpes y no sé si gano
o pierdo. La gente que me ve me felicita por lo rápido que se me ha curado, pero cada noche me levanto seis o siete veces: dos o tres a mear (culpa de
la próstata) y el resto a echarme unas garfás de agua en la cara para aliviar
el picor. Los ojos están bien, la nariz ya casi la noto en su sitio, la cara…
la cara me está saliendo cara con tanto potingue.
De todos modos,
estoy contento; cuando el picor no me deja dormir, enchufo la tele y ya me he
visto la mitad de los capítulos (medios capítulos) de todas las series
nocturnas de todas las cadenas. Y ya me queda menos tiempo para llegar al
final.
Lo que más me gusta es cuando Marco viene a verme:
Y no digo nada del prestigio que da padecer una enfermedad
aristocrática…
Recién salido del taller de chapa y pintura |
2 comentarios:
El prestigio de tener en nuestra boda un Borbón auto nombrado. Los médicos hay que mantenerlos a distancia y solo juntarse con ellos para tomar copas... Y eso haremos con Basilio, Luis y compañia. Un abrazo grande.
Barbón, Juande, Barbón.
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