Navidad y vocabulario
Marco
ha entrado en la etapa de las palabrotas y no se conforma con el típico “pipi,
caca, culo”; eso se le ha quedado pequeño. Hace unos días me quedé con las tres
fieras mientras que papá, mamá y la yaya se daban una vuelta por el Corte
Inglés, y aunque durante un buen rato se portaron de maravilla, a medida que
pasaba el tiempo se fueron desmadrando y activando mi sistema nervioso central
y periférico. Me parece que, en un momento dado, solté algo así como “joder, no
chilléis tanto”. Ángel salió pasillo adelante recitando “joder, joder, joder”;
Marco recitó la letanía completa: “joder, puta, coño, hostia”. Me tuve que callar
puesto que había sido yo quien prendió la mecha.
Marco se ríe, pero Ángel es
más puñetero y, en cuanto llegó su madre se chivó:
- Mamá, el yayo (es el único
que me llama así, para los otros soy el abuelo) ha chicho una palabra.
Claro,
mi nuera me llamó la atención.
Anoche, después de “fer cagar el tió”, se fueron
desquiciando y les enseñamos la puerta antes de que los vecinos nos desterraran
a nosotros. Llegados al recibidor, mientras se ponían las chaquetas, Dieguito
me preguntó:
- Abuelo, ¿qué te va a traer Papá Noël?
- No sé -contesté-, este año
me parece que no me he portado muy bien.
Ángel estaba al quite.
- Sí, yayo, has chicho una palabra.
¡La madre que
lo parió! Hasta Papá Noël se ha tenido que enterar.
En todo caso, que paséis felices
fiestas.
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