sábado, abril 30, 2016

Dos deseos

Hoy mi madre hubiera cumplido 92 años. Hoy o ayer, porque la familia nunca se puso de acuerdo; mi abuela, que fue quien la parió, siempre dijo que amaneció nacida el 30 de abril; mi tío Enrique, que de voz y oído andaba gravemente falto, pero que de memoria hilaba muy fino, afirmaba que nació en la noche del 29. No nos vale la partida de nacimiento, ya que, cuando mi madre nació, su abuelo se debatía entre la vida y la muerte (con la que acabó yéndose) y no la inscribieron en el registro hasta el 13 de mayo. Para aclarar las cosas, mi padre afirmaba que mi madre nació en martes y la apuntaron el 13, y, si no he calculado mal, martes fue el 29 de abril. Sea como fuere, nosotros celebramos la efemérides el día 30.
En una vida tan dilatada da tiempo a hacer muchas cosas; y a echar en falta otras muchas que no se llegaron a hacer. Mi madre sólo confesaba dos deseos incumplidos.

Durante los últimos 30 años, cada vez que llegaba su cumpleaños, recordaba que mi abuela superó los 93, y cada año manteníamos la misma conversación:
- ¿Cuántos años he cumplido ya?
- Ochenta y cinco, mamá.
- Todavía me faltan ocho para alcanzar a mi madre. Pero... ¿es que yo voy a llegar?
No llegó; apenas le faltaron dos.

Hecha para andar por las calles empedradas de Huarea, su calzado favorito eran las alpargatas. Seguramente tendría unos zapatos reservados para el día de la Virgen o por si alguna tarde iban a bailar a la era, pero sus tiempos no eran tiempos para presumir, eran tiempos para trabajar y los zapatos no son aptos ni para el secano ni para el regadío. Cuando se situó y los niños crecieron y acabaron el colegio, los juanetes y los callos tampoco la dejaron disfrutar de un buen par de zapatos por cómodos que fuesen; fueron las babuchas su calzado habitual, en ocasiones incluso con un agujero que diera espacio al juanete.
A veces nos metíamos con ella:
- Mamá, a ver si te compras unos zapatos y tiras esos andrajos.
- Me compraré unos para la boda de Diego (u otro cualquiera de sus nietos).

Pero sus nietos no han estado (hasta ahora) por la labor, por lo que tampoco pudo cumplir este deseo. Ni puñetera falta que le hacía, pero cuando llegan estas fechas ni puedo evitar recordarlo.

viernes, abril 15, 2016

Todo es posible en Graná

A mi paisano, el alcalde de Granada, parece que lo han pillado con las manos en el pelotazo urbanístico. O eso dice la UDEF.
Qué coñ es achó de la UDEF?, que dijo el molt poc honorapla. 
Y como si no fuera suficiente meter la mano en el tarro de la miel, la canallesca empieza a sacar sus trapos sucios (los del alcalde) al sol. Se les ha ocurrido recordar el recibimiento que hizo el verano pasado a los mejores alumnos de selectividad para invitarlos a una fiesta a la que podían acudir de trapillo, sin ningún tipo de etiqueta, cómodos; fue cuando dijo aquello de "Ya sabéis que las mujeres, cuanto más desnudas, más elegantes; y los hombres, cuanto más vestidos, más elegantes" que tanto molestó a las buenas gentes, incluso a las buenas gentes granadinas, porque, aunque el señor alcalde tenga fama de campechano y de usar un lenguaje populacheroalcalde-tractorista lo llaman, un malafollá granaíno no hubiera utilizado tales expresiones. Un verdadero malafollá hubiera puesto en fila a los estudiantes y “estudiantas” y hubiera felicitado a cada uno/una dándole la mano a la vez que decía:
- Olé tu pohya.
Y cada una/uno le hubiera respondido:
- Grasias, tonto pohyas.
Después no habría pasado nada.

Sr. Alcalde, si es usted inocente de aquello que le acusan, que el juez se lo bendiga; y si no, en la cárcel lo disfrute.

domingo, abril 03, 2016

Canal Sur y el lenguaje de signos

No siempre que voy a Andalucía tengo oportunidad de ver Canal Sur; oportunidad, sí, lo que pasa es que no me lo pide el cuerpo. Cuando mi madre vivía, a veces la acompañaba viendo cómo Juan y Medio hacía lo posible por facilitar compañía a los talluditos andaluces que habían llegado a la “mayoría” de edad sin una triste compañía que echarse a la boca. Más de tarde en tarde, veía un ratito del programa estrella “Se llama copla” (o algo así) y, cuando me acordaba, conectaba con Canal Sur 2 para ver la televisión para sordos. Algo de esto ya conté hace unos cuantos años en el post Canal Sur
 Hace poco he pasado unos días en Almería y vuelvo con un cierto regomeyo: o el asunto de los ERE ha dejado sin dinero la televisión andaluza, o es la propia televisión quien ha aplicado un ERE a los empleados que hacían la traducción simultánea para sordos. Sea como sea, Canal Sur mantiene su cadena para discapacitados auditivos pero ha suprimido al traductor. En cierto modo con atino: los sordos suelen ser sordos, pero no ciegos; es por esto por lo que los responsables del medio deben haber decidido que los sordos lean y así, además de entretenerse, practican la lectura, que es deporte muy sano. Se mantiene el formato de pantalla a ¾ y... ¡LA SILLA DE LA TRADUCTORA!
Debe ser que han recibido la orden de optimizar el uso del mobiliario.