sábado, noviembre 23, 2013

Objeción de conciencia

Desde que Villar Palasí ocupó el cargo, apenas recuerdo un ministro de educación que no haya promulgado su propia ley de enseñanza. Tampoco recuerdo una ley que no fuese vilipendiada por profesores, alumnos, padres de alumnos y sindicatos; ninguno de ellos dijo nunca en qué parte del programa o del sistema fallaba la ley, ni en qué había que mejorarla para que los españolitos saliesen mejor librados en el Informe Pisa o similares estudios entre los países desarrollados; sí, en cambio, las críticas se centraban en aspectos que nada tenían que ver con el conocimiento. Al español medianamente preparado y sin hijos en edad escolar, es decir, objetivo, se le ponen los pelos de punta cada vez que oye hablar de reformas en la enseñanza, con el convencimiento de que, en el mejor de los casos, la reforma no aportará nada positivo. Lo peor es que, a la larga, todo el mundo tiene razón: el ministro de turno, porque los resultados escolares nos sitúan a la cola de los países occidentales, y los que protestan, porque los niños que proceden de la reforma no son capaces de mejorar esos resultados.

La primera vez que oí hablar de objeción de conciencia fue durante los tiempos de la transición de la dictadura a la democracia (?), referida (la objeción) a la gente que no quería empuñar armas en contra de otro ser humano, esto es, los que no querían hacer la mili. Hasta entonces, quienes estaban en contra de engrosar el “ejército de Franco” recurrían a técnicas menos sutiles: conocí a un individuo que se jactaba de haber evitado servir a las órdenes del General mediante el sencillo procedimiento de aumentar su miopía en 7 u 8 dioptrías, a base de cambiarse de gafas cada poco.
En la Transición se puso de moda la objeción de conciencia y, después de varios juicios que provocaron la indignación del público, el gobierno se inventó el Servicio Civil Sustitutorio. Que digo yo que si los objetores lo que no querían era matar humanos, esto no era óbice para que no desfilaran con una escopeta de madera y atacasen al enemigo a pecho descubierto: de esta manera, mientras el enemigo se entretenía en matarlos a ellos, otros soldados de los nuestros podrían, quizá, salvar la vida.

De la milicia, la objeción de conciencia pasó a la religión. Fue la época en que los alumnos (los padres) optaban entre Religión o Ética; duró el dilema hasta que hubo que definir qué temas deberían entrar en Ética. Luego, el ministro de turno se inventó lo de la Educación para la Ciudadanía, que debía ser algo gravemente peligroso para la salud espiritual de los niños españoles, puesto que los políticos de signo contrario la objetaron tal que si fuera una película clasificada 4 ó 4R. A lo que tengo que decir lo mismo: si la asignatura está en el programa de estudios, su hijo la cursa y, si considera que ha pecado, el domingo se confiesa con el cura de la parroquia para que lo deje en gracia de Dios. Que puestos a objetar, en mi próxima reencarnación objetaré la asignatura de matemáticas, dado que el estudio de senos, cosenos, matrices y números congruentes (por ejemplo) podría dañar mi intelecto. No en vano se persiguió a los pitagóricos (seguidores del griego que cuadraba catetos) por motivos religiosos, y los judíos, estudiantes de la Cábala, siguen pensando que Dios dictó el Pentateuco usando fórmulas matemáticas.

Mientras tanto la Educación para la Ciudadanía sigue siendo una asignatura de quita y pon. ¿Será por eso por lo que falta mucha educación a los ciudadanos?

jueves, noviembre 14, 2013

Daños... laterales


Cada cierto tiempo, los nacionalistas del norte amenazan con la independencia y, al igual que el pastorcillo que alertaba falsamente de la llegada del lobo, de tanto oírlo, tanto pastores como rebaño (borregos) nos hemos hecho a la idea de que es una amenaza huera. Sin embargo, esta vez parece que va en serio; y va en serio porque el rebaño se ha implicado y ha salido a la calle para exigir la presencia del lobo (la independencia). Sacar a la gente a la calle no es fácil; hacerla volver a casa después que haya salido es punto menos que imposible; los pastores lo saben y, una vez que han visto a millón y medio de personas ocupando el Paseo de Gracia y aledaños, se han postulado para encabezar y redirigir sus reivindicaciones. El conflicto está servido: los pastores de la Mesta no están dispuestos a que el ganado se disperse e ignoran al lobo creyendo que, como siempre, éste se zampará una cuantas cabezas y se retirará satisfecho hasta que considere necesario hacer nuevo acto de presencia. Entretanto, los pastores de uno y otro lado habrán intercambiado algunas ovejas de sus rebaños y subvencionado el desarrollo de determinados pastizales. No parece el caso actual; el govern ha empeñado su palabra y su programa electoral en una consulta de autodeterminación para antes de fin de 2014.
Cuando en vísperas del referéndum del Estatut, dije que éste no iba a resolver ninguno de los problemas de Cataluña, sino que era una cortina de humo artificial creada por el Tripartito para darle algo de oxígeno a los fracasos de su gobierno, los nacionalistas me pusieron a caer de un burro y, menos guapo, me dijeron de todo. El tiempo me dio la razón: el Estatut no ha servido de nada, antes al contrario, ha ayudado a precipitar acontecimientos y llevarnos al meneo actual. De aquellos polvos, estos lodos.

La postura de los partidos catalanes es dispar. Dentro de la coalición CiU, C apuesta por la independencia mediante un proceso legal (más o menos), U está en el sí pero no de siempre, con tendencia a vías alternativas, e “i” no se ha pronunciado. ERC va directa al gano y quiere la independencia por lo civil o por lo criminal, es decir, con el visto bueno de la Constitución o a espaldas de ella. PSC defiende el derecho a decidir siempre que lo que se decida no sea la independencia. ICV estará en el lado opuesto a la derecha españolista. PP niega la autodeterminación basándose en el artículo 21, esto es, porque no; alguna voz discordante ha sugerido una tercera vía dineraria y ha sido desautorizada ipso facto. C’s se opone igualmente a la autodeterminación e intenta ¿razonarlo? Finalmente, CUP defiende la supresión de fronteras entre países de lengua catalana y la creación de otras nuevas que defiendan al nuevo estado de la opresión de España; no queda claro que en este nuevo estado europeo que se propone se incluya el Alguer, el Reino de las Dos Sicilias y/o los Ducados de Atenas y Neopatria.

Los partidos con representación en las Cortes Españolas siguen planteamientos similares. CiU y ERC mantienen su postura, si bien, U parece estar en Madrid más cerca de C. PP ofrece diálogo abierto y responsable, en el bien entendido que se puede hablar de todo menos de independencia y que en ningún supuesto se modificará la Constitución. UPyD no quiere ni oír hablar de autodeterminación; España: Una, Grande y Junta. IU estará en el lado opuesto a donde se sitúe el PP. PSOE, que juega con todas las barajas, propone la reforma de la Constitución para buscar el “encaje de los catalanes”; no se han enterado todavía de que los nacionalistas catalanes no quieren estar encajados en España, al contrario, lo que quieren es desencajarse para ir por el mundo de la política con su propio pellejo.

En resumidas cuentas, parecen existir varias propuestas de futuro:
• Independencia sin adjetivos pero con matices diferenciados. CDC, ERC y CUP.
• Confederación: Estados independientes pero con ciertos objetivos comunes, es decir, cada uno hace lo que quiere y la culpa siempre la tiene el otro. UDC.
• Federación: Las autonomías se convierten en estados federales. No se sabe cuál es la diferencia con el sistema actual dado que no hay ningún otro modelo autonómico en el que mirarse; por si acaso, se habla de federalismo asimétrico. Tampoco se define el tipo de estado federal que se propone: ¿copiamos a los Estados Unidos de América, a Canadá, a los Estados Unidos de Méjico, a Brasil, a Argentina, a Venezuela (espíritu de Chaves incluido), a Alemania, a Bosnia, a Rusia, a Bélgica, a Suiza, a Emiratos Árabes, a Pakistán, a India, a Nepal, a Australia, a Nigeria, a Sudán, a Etiopía, a…? PSOE e ¿IU?
• Tercera vía: Seguimos como estamos, pero redefiniendo (o reduciendo) competencias y financiación. Apuestan por este sistema algunos políticos moderados; no dicen si la negociación debe ser entre España y Cataluña o entre España y el conjunto de las Comunidades Autónomas.
• Inmovilismo: No se va a permitir ningún cambio que no esté de acuerdo con la Constitución (según propia interpretación) ni se va a cambiar la Constitución. Eso implica que no habrá referéndum ni se reconocerá una promulgación unilateral. PP y UPyD.

La tercera vía es absurda. Es lo que se lleva intentando en el último siglo y medio sin resultados positivos, bien porque los nacionalistas catalanes vuelvan a pedir más al poco tiempo, bien porque los nacionalistas españoles hayan derogado, a golpe machete, los privilegios concedidos. En todo caso D. Artur Mas se ha equivocado fijando el desenlace del proceso soberanista en 2014; de haber esperado a 2015 (o más), es probable que PP o PSOE necesitasen de sus votos para formar gobierno y estuviesen entonces abiertos a conceder privilegios; hasta podrían llegar, ¿quién sabe?, a autorizar el manido referéndum.
El estado federal no deja de ser tercera vía, aunque merece ser tratado aparte dado que los genios de la política (de entre los borregos me refiero) han llegado a la conclusión de que la reforma de la Constitución es necesaria. Hace algunos meses, en una comida pseudofamiliar, una de las asistentes declaraba:
- Lo cierto es que yo no me siento española. Soy catalana y prou.
Hice la pregunta del millón:
- Cuando España sea un estado federal ¿te sentirás española?
- En absoluto.
Quizá sería conveniente que Rubalcaba y sus socios hiciesen esa misma pregunta a los nacionalistas catalanes. Claro que en el mamoneo de la política española nadie pierde la ocasión de dar puntada.

Con estos mimbres, a los nacionalistas catalanes sólo le quedan dos salidas: convocar el referéndum por su cuenta y riesgo o proclamar unilateralmente la Republica Catalana. El gobierno de la nación no ha definido su postura con mucha claridad pero si ha dejado pistas suficientes de que no va a permitir la “desmembración de España”, y habrá que creerlo, puesto que si piensa inhibirse ante los hechos consumados, quedaría más digno habiendo participado en el proceso antes de que se consumase.
Habremos de deducir que, tal vez, se quiera frenar la secesión por la fuerza. A menos, claro, que D. Mariano Rajoy esté pensando en el decreto de expulsión. Precedentes hay.