miércoles, julio 18, 2012

Avisa a Curro Jiménez


Treinta y tantos años después, TVE ha rescatado (¡lagarto, lagarto!) la serie del bandolero andaluz, a mi juicio, en el momento idóneo, dada la situación de España.
· En los inicios del siglo XIX, España estaba ocupada por Francia (a la fuerza) e Inglaterra (a petición propia); ahora, está intervenida por la Unión Europea (a petición propia).
· En los inicios del siglo XIX, los criollos se movilizaban por su autonomía fiscal, libertad de comercio o, directamente, por su independencia; ahora, las autonomías periféricas y no periféricas movilizan a su gente por el pacto fiscal, la agencia tributaria propia, el concierto económico o, directamente, por su independencia.
· En los inicios del siglo XIX, los españoles del otro lado del Atlántico empleaban a amerindios y negros (muchas veces como esclavos) para trabajar en sus haciendas; ahora, los españoles de este lado del Atlántico emplean a hispanoamericanos (amerindios), y subsaharianos (negros) para trabajar en sus invernaderos y fábricas.
· En los inicios del siglo XIX, la mayoría de españoles vivía en la miseria, saqueados por los invasores (franceses e ingleses), por su propio gobierno, por los nobles (afrancesados o no) y por los bandoleros malos (todos aquellos que no pasaron a la leyenda por robar a los ricos para dárselo a los pobres); ahora, la mayoría de los españoles tiende a vivir en la miseria, saqueados por los recortes que imponen los invasores (europeos), por su propio gobierno, por los políticos que apoyan a los distintos gobiernos y por los bandoleros malos (chorizos de pluma y levita, ciertos cargos públicos, entidades de ahorro gestionadas por políticos amigos de los cargos públicos; etc.).
· En los inicios del siglo XIX…

Lo correcto sería, quizás, que los españoles reinventaran un Curro Jiménez que, desde Sierra Morena, hostigara a las fuerzas imperiales de Napoleón (Merkoland), acogotara a los colaboracionistas afrancesados (políticos que piensan que controlar el gasto y equilibrar el presupuesto es escurrir los bolsillos de los que pagan) y robara a los ricos (bancos y cajas que blindan sueldos y jubilaciones doradas a quienes los han llevado a la ruina) para dárselo a los pobres (españoles todos). La dificultad radica en que no podemos clonar a Curro porque ignoramos dónde está enterrado; y si alguien guardó algún hueso como recuerdo, lo donó al Seguro Obligatorio de Enfermedad que ya ha fabricado su propio clon y lo ha puesto al servicio del Gobierno, obviamente con el chip cambiado: robar a ricos y pobres y dárselo a quienes mandan para que lo dilapiden a bolsillos llenos.

Con cierta vergüenza, reconozco que sigo sin tener ni idea de economía y que no sé si D. José Luís Rodríguez Zapatero (antes) y D. Mariano Rajoy (después), lo están haciendo bien o mal, o si no tienen alternativa y no hay más cera que la que arde. Lo que sí sé es que, a pesar de que el alemán (Alzheimer) va mermando la capacidad de raciocinio de mis neuronas, sufro de relativa buena memoria y recuerdo como lo que antes dijeron que era blanco, ahora resulta que es negro pero sin dejar de ser blanco. Me explico:

1.- Durante los seis primeros meses de su gobierno, los ministros de Rajoy, principalmente Luís de Guindos (Economía y Competitividad, ¡ele!), Cristóbal Montoro (Hacienda) y Soraya Sáenz de Santamaría (Vicepresidencia), han afirmado con rotundidad que España estaba capacitada para superar la crisis económica por sí sola y sin ayuda externa. En los últimos meses esta aptitud se extendió a la crisis financiera; hasta el mismo día en que la agencia Reuters adelantó la noticia del rescate europeo, los “nuestros” defendieron la veracidad de sus palabras.
He utilizado la palabra rescate. Igual podía haberlo llamado intervención, préstamo, ayuda, limosna… No voy a entrar en nominalismos (Rajoy dixit).
Al cumplirse el séptimo mes de gobierno, España ha recibido unos cuantos miles de millones en euros, que tendremos que pagar entre todos en módicos plazos. A nadie se le ha caído la cara de vergüenza.

2.- El ministro Montoro ha dicho “millones de veces” que no se contemplaba el aumento del IVA. Con el rescate ya pactado, afirmó en la Universidad Menéndez Pelayo que “en España el IVA se paga poco” y que habría que aumentar la “base imponible”, dejando entrever que se podrían suprimir en parte los IVAs reducido y superreducido. A la hora de la verdad, suben todos y el gobierno añade una nueva excusa: el descenso de consumo ha mermado los ingresos por IVA.
Tres tiros de un pájaro (o al revés).
2a.- Aumento del IRPF para engrosar impuestos aplicados directamente al esfuerzo de cada español.
2b.- Aumento de los tres tipos de IVA conocidos para penalizar el consumo, y migración masiva de productos desde los IVAs reducidos al IVA general. Como en España el IVA se paga poco, lo mejor es que, los que ya pagan IVA, lo paguen más. En los últimos dos años, este impuesto ha pasado del 16 al 21%. Es decir, 5 puntos básicos que corresponde a una subida del 31,2%.
2c.- Según el mismo Montoro, el descenso de consumo ha mermado los ingresos por IVA. Hay que subirlo para recaudar más. (Ver Santos Inocentes)
El señor Ministro de Hacienda, ferviente seguidor de Aristóteles, ha debido desarrollar el siguiente silogismo:
Premisa mayor: El descenso de consumo merma los ingresos por IVA
Premisa menor: Por el artículo 27, consumo e IVA son magnitudes directamente proporcionales.
Luego: El aumento de IVA implica un relanzamiento del consumo.
Tampoco hay noticias de dimisiones o destituciones ni en el Ministerio de Economía y Competitividad (¡ele!) ni en el de Hacienda.

3.- La última perla nos la sirve el gobierno en respuesta a la petición de las comunidades autónomas de Baleares y Cataluña: la subida del IVA no entrará en vigor hasta el 1 de septiembre para no perjudicar al turismo. Es decir, el gobierno sabe que la subida de impuestos perjudica la economía, sea turística, agrícola, ganadera o manufacturera, y, aun así, el ejecutivo (de ejecutar… contra la pared) aumenta impuestos a sabiendas de que va a hundir una economía agonizante.

He oído a algún comentarista político decir que lo grave no es la deuda pública; lo grave es la deuda privada. Miren ustedes, mi prima de riesgo está muy por debajo de la alemana, no necesito pedir rescate y, cada vez que me conecto a la línea abierta de mi caja de ahorros (que no es mía, sólo que allí tengo lo que he conseguido salvar de la rapiña del gobierno), me encuentro un mensaje que me anima a recoger un préstamo de 12.000€ que yo ni siquiera he solicitado. Respecto a mi presupuesto anual, 12.000€ representan casi lo mismo que un billón de euros respecto al presupuesto del estado. No es de extrañar entonces, que el deber de todo contribuyente sea el de defraudar a Hacienda para compensar el hecho de que Hacienda (y sus colegas) estén defraudando a los contribuyentes. Vaya el gobierno sacando consecuencias.
Lo que, quizás, el comentarista político quiso decir es que la deuda privada de muchos españoles imposibilita que nos aumenten los impuestos lo suficiente para pagar la deuda privada de unas pocas entidades cuyos directivos fueron nombrados a dedo por los mandatarios, y (pagar) la deuda pública en que nos han metido estos mismos mandatarios.

Valientes como siempre, los españoles esperamos la aparición de Curro para que nos saque las castañas del fuego ya que nosotros no tenemos suficientes redaños para acercarnos a la lumbre. Si yo fuera sindicalista independiente (que no lo soy), a lo mejor trataba de ingeniar métodos de protesta activa y efectiva. Como tampoco me sobra el valor, nunca se me ocurriría desear que el personal, por ejemplo, se abstuviera de salir a gastar pasta los fines de semana (o algún fin de semana al mes), recortase a la mitad los gastos de Navidad y Reyes (un niño, un juguete), sólo consumiese productos nacionales y, a ser posible, comprando a pie de árbol, se fuera de vacaciones a Portugal o Grecia, que los pobres andan fastidiados por la deuda generada por sus gobiernos…
O que parados y pensionistas (que no tienen nada que hacer) se manifestaran todos los días pacífica y silenciosamente ante la sede del Gobierno de la nación, el Parlamento de su autonomía o del Ayuntamiento de su pueblo. Por supuesto, disolviendo la reunión cuando lo requiriese la policía.
¡Líbreme Dios de pensar algo similar!
Porque… ¿eso valdría de algo? En absoluto. Crearíamos más paro, consumiríamos menos, nos subirían los impuestos para compensar la merma de ingresos fiscales, la gente estaría más cabreada… Claro que así, a lo mejor, al gobierno se le va la mano, nos sale la chulería hispana y montamos una, similar al Motín de Esquilache o el de Aranjuez y, tal vez, los que mandan reaccionaban. Si no, siempre nos quedaría el consuelo de gritar:
¡Que se jodan!

martes, julio 10, 2012

El orgullo de ser español


Hace años me hablaron de una carta dirigida al presidente de la Generalitat, D. Jordi Pujol, donde el remitente le daba las gracias por haber devuelto la dignidad a los catalanes. No quedaba claro si el noble pueblo había perdido la dignidad por descuido, si se había deshecho de ella o si alguien se la había arrebatado. Puesto que el término define una cualidad humana, más espiritual (o de talante) que material, difícilmente puede ser sustraída por nadie, toda vez que, aun en las circunstancias más adversas, cualquier persona puede mantener su dignidad; vamos, que a una doncella se le puede quitar la virginidad pero jamás su pureza. Ya lo decía Pedro Crespo en El Alcalde de Zalamea:
Al rey la hacienda y la vida
se ha de dar, pero el honor
es patrimonio del alma
y el alma sólo es de Dios.
Desde ese punto de vista, la referida carta me sugería que los catalanes prepujolianos fueron seres dignos; después, debido a causas que no se citaban en la misiva, perdieron su dignidad, es decir, se convirtieron en indignos y, finalmente, el Honorable despertó sus sentimientos, recuperaron la dignidad perdida y volvieron a ser dignos.
 Durante la pasada Copa de Europa de Selecciones Nacionales de Fútbol, sobre todo a medida que nos acercábamos a la final, me ha pasado algo similar oyendo a los voceros (periodistas de radio, televisión y prensa escrita) tocar la fibra patria de aficionados y no aficionados con frases comoestamos muy orgullosos de ser españolesoestos chicos nos han devuelto el orgullo de ser español. Aunque la dignidad sea una virtud y el orgullo se aproxime más a un vicio bíblico, el modo en que aquí se emplean ambos términos es similar. Deducimos, pues, que los españoles anteriores a 2008 (salvo quienes vivimos lagestade 1964, gol de Marcelino incluido) deberían estar avergonzados de su nacionalidad, que hemos recuperado un orgullo que sólo adquirimos durante un breve periodo de tiempo y que, una vez la Selección Nacional Española vuelva a la normalidad, es decir, regresar a casa tras la eliminatoria de cuartos de final (o antes), volveremos a avergonzarnos de nuestro país.

No soy especialmente patriota, pero estoyorgullosode ser español en la misma medida que un francés pueda estarlo por haber nacido en Francia, un inglés en Inglaterra o un etíope en Etiopía; independientemente de que mi nacionalidad pertenezca a un país puntero o a un país de mierda, porque, al fin y al cabo, esta es mi mierda y la de mis vecinos y es la que huelo cada mañana al despertarme. Los patrioteros harían bien en dirigir sus esfuerzos a desarrollar y mejorar un país en el que todos viviéramos con comodidad, en vez de esperar a que el azar permita que unos virtuosos del balón coincidan en el tiempo y alcancen un hito del que podamos presumir (y sentirnos orgullosos) sin haber participado en su consecución. El orgullo de ser español (o el orgullo de ser lo que sea) no puede depender de que un balón pase o no entre tres palos. ¿Qué habría pasado con tal orgullo si el penalti del portugués hubiese ido cuatro dedos más abajo y el de Fábregas hubiera rebotado en el palo? ¿Habríamos de avergonzarnos de ser españoles?

¡Ojo! A todo esto, me ha gustado que fueran los nuestros quienes alzaran la copa aunque haya disfrutado con su juego mucho menos que en el campeonato de 2008. España sigue teniendo el equipo más sólido de Europa, pero les cuesta Dios y ayuda enlazar jugadas de gol (Italia, Croacia, Francia, Portugal); tiene la pelota pero le falta la chispa del último pase a Villa o a quien pase por allí. El 4-0 de la final me pareció excesivo y el 2-0 del primer tiempo, una jugada bien ligada y una genialidad de Xavi, inmerecido; la segunda parte, con Italia mermada, sólo cuenta para la estadística.

Lo que nos ha devuelto la Selección Española de Fútbol han sido los símbolos nacionales, símbolos que ni nos habían quitado ni habíamos perdido: los abandonamos voluntariamente hace mucho tiempo en manos de la extrema derecha porque, después de años de dictadura o dictaduras, nos avergonzábamos de ser españoles o no estábamos orgullosos de ello. Los símbolos a que me refiero son la Bandera y el Himno Nacional.

El Himno ya fue objeto de estudio a petición de los futbolistas de la Selección Nacional, que tenían que permanecer abrazados, silenciosos y mirando al cielo (tenemos un himno sin letra oficial), mientras otros equipos cantaban el suyo. Los aficionados ya le han puesto letra: simplemente tararean la música a pleno pulmón y son capaces de alzar su voz por encima de la mismísima Marsellesa (es un decir). Sólo falta que alguien nos enseñe la música de las versiones corta y larga para que podamos adaptar la letra. Hay estrofas que, musicalmente, se repiten y los aficionados cantores pierden el compás. Pero, al menos, ya se ha dado el primer paso.

La Bandera rojigualda está saliendo a la calle después de muchos años en los que lucir bandera estaba mal visto por los progresistas. Ellos, sin embargo, presumían desplegando al viento las insignias de su partido, sindicato o autonomía; incluso, años atrás, se manifestaban con la bandera de otro país. Por una vez, y que sirva de precedente, la gente no se ha avergonzado por hacer flamear la bandera española cuando recibían a unos compatriotas que han hecho historia deportiva y que deben sentirse orgullosos de si mismos por los trofeos que han conquistado. 
Ellos.