¡Animales!
En casa fuimos más bien de gato. Lógico, teniendo en cuenta
que el 70% de su superficie estaba ocupado por un almacén destinado a amontonar
los sacos de “guano” y los haces de caña de maíz antes de que la piqueta los
hiciera aptos para alfombrar el corral, lugares idóneos para que los ratones
anidaran a su antojo. Por lo demás, explotábamos a los animales: cerdos que
nos permitirían comer carne durante el invierno, gallinas que nos abastecerían
de huevos durante todo el año y nos darían la posibilidad de guisar un pollo en
fiestas señaladas como el día del santo de mi padre, el día de la Virgen o
Navidad, y el burro que nos ayudaría en las faenas del campo.
Por mi parte fui un pequeño torturador de bichos. Ponía
trampas para pillar gorriones, guardaba gusanos y tijeretes en un canutero y los utilizaba
de cebo en las trampas, cazaba gaviotas utilizando un lazo de alambre y una
cabeza de pescado como enguaje, derribaba murciélagos con una caña larga y
participaba cuando le metíamos un tizón en el culo para que se tirara pedos,
emborrachaba lagartijas con tabaco, apedreaba perros… Un angelito, vamos.
En la actualidad, y gracias a los mensajes de los defensores
de los animales, me arrepiento amargamente de mis pecados de juventud y hace
mucho tiempo que ni los maltrato ni los persigo, excepción hecha de mosquitos,
hormigas, cucarachas y salamanquesas que invaden mi hogar, aunque he de decir
que lo hago más por ocupas que por otra cosa. También intento corregirlo: ahora
le doy el aerosol asesino a Quiosquera y yo me inhibo.
Me estoy planteando seriamente pasarme a vegetariano
absoluto (vegano creo que se dice) y prescindir de carne y pescado, incluso de
animales que degüellan mirando al este o peces congelados en alta mar. Por
supuesto que leche, huevos, abrigos de piel, trajes de lana y edredones de
plumas tampoco deberán formar parte de mi alimentación o vestimenta. Aunque
esté infestado de ratones, no meteré un gato en mi casa y tampoco obligaré a un
perro a que sólo mee dos veces al día. Sólo hay una excepción: me lo pongan
como me lo pongan no voy a renunciar al jamón de Jabugo. Por prescripción
facultativa y porque, al fin y al cabo, es vegetal (de bellota).
A pesar de mis buenas intenciones sigo estando preocupado y no sé si
he enfocado bien mi vida. Corre por feisbuc una de esas cosas que llaman
virales que me está haciendo dar vueltas a la neurona que me queda.
- ¿Habéis
tenido el cuarto hijo? ¡Qué bonita familia!
En otro cuadro, una señorita pasea tres perros. Alguien le
habla escandalizado:
- ¡¿Tres perros?!
¡Madre mía! ¿Estás loca? Con el trabajo que dan, y los gastos en veterinario….
Y te condicionan la vida y bla, bla, bla…
¿Querrá esto decir que he hecho mal y en vez de hijos
debería haber tenido perros?
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