domingo, mayo 29, 2016

La undécima


Sigo pensando que Europa le debe una champions al Atlético de Madrid. Después de lo visto anoche, al menos champions y media. Esta vez no ha sido un gol en el último minuto; esta vez ha sido un palo en el último segundo. Vamos, que si el jugador del Atleti (no digo su nombre porque aquí somos dados a recordar a los héroes por sus fracasos y no por sus victorias) hubiera apuntado cuatro dedos más a su derecha, es posible que ahora yo estuviera escribiendo de otra cosa.
El Atlético de Madrid progresa, pero no adecuadamente; quiero decir que cada final la pierde más tarde y, siendo infinita la serie de penaltis, no sabemos hasta dónde puede llegar su infortunio. Con razón le llaman el Pupas. En mi pueblo y alrededores hace años que hizo furor una frase que define casos como el del equipo madrileño: “Es más desgraciao qu’el Pupas, que se cayó de espaldas y se partió el capullo”.
A priori este iba a ser un partido que vería con una tranquilidad absoluta. Primero porque los colchoneros se merecían el título; no sólo habían perdido dos copas en el último suspiro sino que este año se cepillaron a dos de los tres mejores equipos europeos y dice el refrán (equivocadamente) que no hay dos sin tres. Y segundo porque si el Real ganaba la undécima, el único problema sería que, a este paso, la vitrina del Bernabéu se iba a quedar pequeña.
Los primeros compases del partido no me gustaron; parecía que el Real se iba a llevar de nuevo el gato al agua, quizás con mayor facilidad que la última vez. Y así lo confirmó el gol de Ramos, que llego pronto, tal vez demasiado. Le busqué la parte positiva: Mi tío Manolo, desde allá arriba, se pondría contento; era la primera Eurocopa del Madrid en su ausencia y en mi corazón lo tomé como un homenaje a su memoria. Claro que el partido cambió y el Atleti tomó el mando; vamos, tomó el mando, dominó el partido, controló la pelota e hizo el juego que se suponía correspondía al Real; con hora y pico por delante era de prever que daría la vuelta al partido. Volví a acordarme del tito Manolo; murió el año de la décima, justo dos meses y un día después de la final. También le busqué la parte positiva: sería esa décima Copa de Europa la que le sirviera de homenaje.
Luego vino el gol, la prórroga y los penaltis que agrandaron aún más la leyenda del Pupas. Tito Manolo descansa contento, si bien estoy seguro que se hubiera tomado con deportividad, no exenta de alegría, una victoria del eterno rival.

Reflexión: Si a un delantero le muestran tarjeta amarilla por simular (o no) penalti, ¿por qué a Pepe y otros actores dramáticos no le enseñan la roja por simular agresión de un contrario?

jueves, mayo 26, 2016

Chopín

Hace unos cuantos años, en el post “Millonetis” contaba una conversación con uno de mis clientes sobre la pronunciación de Chopin. Servidor, que no es versado en lenguas extranjeras, y lo sabe, suele pronunciar tal como se diría en español, y sufre cultivadas correcciones de los escuchas. Millonetis me ilustró sobre el nombre del músico. Debería decir Shopán (nasal) por ser francés, y así lo escribí. Recibí algún comentario a cuenta del origen polaco del apellido y el personaje y ahí lo dejé. Creánselo o no, sabía que Frédéric Chopin había nacido, 100 km arriba, 200 abajo, en Varsovia o sus alrededores y que era polaco. Lo que no sabía es si su nombre estaba afrancesado por haber vivido mucho tiempo en París o si era original polaco que se pronunciaba como en francés. Por eso, cuando aterricé en Varsovia, me fije en el nombre del aeropuerto: Lotnisko Chopina w Warszawie. Chopina… 
En mi ignorancia hasta llegué a pensar que estuviese dedicado a su hija… ¡como estos europeos de más p’allá son tan raros…!
Para salir de dudas pregunté a la conductora (no me atrevo a decir “la chófer”, no vaya a ser que se diga “chófera” y cometa pecado de machismo), la cual me explicó cómo se pronuncia en polaco de Polonia:
- Shópen… Shópen (el acento está puesto a propósito). Fryderyk Szopen debería escribirse.
O sea, ni Chopín ni Shopán (nasal)... Ssshópen.

Aquella misma tarde (o a la siguiente) fuimos al Parque Lazienki y pudimos observar el monumento levantado en memoria del compositor. El monumento se encuentra frente a un pequeño lago, alrededor del cual hay un pseudoteatro al aire libre donde se interpretan conciertos, precisamente de la música de Chopin. Lo que me extrañó fue que nuestra guía, polaca de Polonia, insistiera en el nombre de Shopén (nasal) y no Shópen.

Mosqueado, acudí al amigo Google y su socia Wikipedia, que para algo sirven los móviles modernos además de para hablar por teléfono:
Fryderyk Franciszek Chopin (Szopen) (en francés, Frédéric François Chopin, Żelazowa Wola, Gran Ducado de Varsovia 1 de marzo  22 de febrero  1810-París 17 de octubre  1849) fue un compositor y virtuoso pianista polaco-francés (¡coño!, perdón). Su padre, Mikołaj Chopin, era un emigrado francés…” 

Vamos, que en definitiva Chopin, el apellido, es francés, por más que Chopin, el hombre, hubiese nacido en Polonia. Vagancia de no acudir a la enciclopedia en el momento preciso se llama esta figura retórica.

lunes, mayo 02, 2016

Congreso de los disputados

Como no podía ser de otra manera

Como era previsible (o no) se agotó el plazo que dan las leyes para formar gobierno y vamos a nuevas elecciones; los 350 diputados no fueron capaces de alcanzar un acuerdo que acabase con la interinidad del gobierno de la nación y gastaron los cuatro meses de que disponían en disputas y reproches. Bueno, en realidad no: ellos gastaron sus cuatro meses en no hacer nada porque, como ya es sabido, Montesquieu se murió hace mucho tiempo; en España no llegó ni a nacer. Aquí (en ESTE país), los tres poderes son como la Santísima Trinidad, tres instituciones distintas y un solo poder: el del secretario general o presidente de cada partido. El poder ejecutivo (actual o futuro) elabora las listas de quienes lo tendrán que elegir y, más tarde, aprobar las leyes que proponga (el ejecutivo). O votar en contra del candidato “propuesto” y cualquier ley que de él provenga. Los diputados son algo así como la claque de la democracia: cobran por aplaudir o abuchear al dictado del portavoz (mudo) del grupo parlamentario en que están encuadrados. Tal vez, el Congreso de los Disputados debería llamarse Congreso de los Disputadores.
Todos los partidos interpretan los resultados electorales y cargan al pueblo con el mochuelo de su interpretación:
- La mayoría ha votado un gobierno del partido popular.
- El pueblo ha votado un gobierno de cambio y progresista.
- El pueblo ha optado por el fin del bipartidismo.
Discuten, nadie se mueve de su posición de partida y siempre son los otros quienes entorpecen la formación del gobierno. A ninguno se le ocurre que parlamento es el lugar donde se va a parlamentar, es decir, a entablar conversaciones con la parte contraria para intentar ajustar la paz, una rendición, un contrato o para zanjar cualquier diferencia. Como mucho intentan lograr una rendición.

La monarquía más antigua del mundo, la Iglesia Católica, encierra a sus diputados (cardenales) en la Capilla Sixtina y aledaños y de ahí no salen hasta que hay fumata blanca. En alguna ocasión se ha distendido la elección, pero no es lo normal; el Espíritu Santo cuida de sus protegidos y no se toma excesivo tiempo en iluminarlos.
En alguna ocasión he oído (o leído) contar que, tras la enésima dimisión y espantá del presidente Figueras, las Cortes españolas no acababan de ponerse de acuerdo sobre su sucesor hasta que se presentó en el Congreso un coronel de la Guardia Civil al frente de un piquete y desde la tribuna se dirigió a sus señorías:
- Señores, de aquí no sale nadie hasta que hayan elegido un presidente.
Y lo eligieron cagando leches.

No es cuestión de llamar a la Guardia Civil para que ponga orden, que las escopetas las carga el diablo, pero sí debería haber alguna ley que no permitiera a los diputados salir del recinto hasta que cumpliesen con su deber. Con una reducción del rancho según fuese pasando el tiempo.
O como comentaba el otro día con Quiosquera y después he leído en un artículo de Andrés Aberasturi: los 350 diputados que no han sido capaces de elegir presidente deberían quedar incapacitados para presentarse a unas nuevas elecciones.
De ser así, ahora tendríamos un gobierno en plenas funciones… o 350 inútiles menos.