jueves, mayo 31, 2007

El fruto del cacahuete

El Torres era del pueblo de mi madre. Quedó huérfano muy joven y tuvo que ganarse las habichuelas como pudo, básicamente trabajando en el campo. Aquella es una zona de hortalizas y aparte de judías, tomates, pimientos y pepinos, apenas se conocen otras plantas. Por eso el Torres sólo había visto los cacahuetes, ya tostados, en los puestecillos de la feria.

Trabajaba con mi tío Pepe cuando su vecino Gabriel plantó unas matas muy raras. Sólo un liño tal como se hacía con la siembra para consumo propio.
- ¿Qué ha sembrado usted ahí, tío Gabriel?
- Arcagüeis –que es como se conocen los cacahuetes en aquellos andurriales.

El Torres no dijo nada pero empezó a calcular la fecha en que los cacahuetes madurarían. Pero pasaba el tiempo y aquellas matas no echaban ni flores. Cierto día, mientras amarraba tomates, fue testigo de una conversación entre Gabriel y mi tío Pepe.
- Vaya, Pepe. ¡Qué plantas de tomate más hermosas tienes!
- Sí, Gabriel. Pero no echan tomates. Debe ser que tienen el fruto en la raíces como los arcagüeis.
- ¡Tate, como las papas…! -pensó el Torres-. Ya podía esperar yo a que florecieran…

Nadie sabe cómo fue pero cuando Gabriel hizo la recolección no encontró un solo cacahuete en las raíces de sus plantas.

jueves, mayo 24, 2007

La justicia ¿es un cachondeo?

Fue el ínclito Pedro Pacheco quien acuñó esta frase que ha calado hondo en la sociedad española. El caso que relato a continuación no sólo muestra la veracidad (en ocasiones) de la frase sino cómo el personal también puede cachondearse a costa de la justicia.

Ya presentamos en su momento a la señora María y sus historias verídicas que pueden hacernos pasar una tarde la mar de divertida. En mi opinión, la señora María alcanzó la cumbre de la hilaridad delante de un tribunal de justicia.

Sucedió que, en un frenazo infeliz, su madre se cascó tres costillas. El conductor del autobús le dispensó un trato correctísimo, llegando incluso a redactarle el parte para el seguro. Fueron dos o tres meses de idas y venidas al Hospital de San Pablo hasta que las costillas quedaron en condiciones. Y otro tanto hasta que salió el juicio. Fue breve. La Compañía de Autobuses reconoce su culpa y el juez dictamina: Casi 100.000 pesetas de indemnización.

Mientras esperan a que se les extienda el correspondiente talón, la señora María y su madre se reparten el botín.
- Mira, Mariquilla. Como tú has sido la que me has acompañado siempre al médico, a ti de daré 20.000 pesetas para que te arregles la boca y otras 20.000 para que le pongas el escalestri al niño. Y a tu hermana, probecilla, le daré otras 20.
- Pues sí, mama, me parece bien. Y te queda un piquillo por las molestias.

La secretaria les avisa de que ya pueden pasar a cobrar. Les entrega el talón y el conforme para que lo firmen. María lee la cantidad.
- Señorita, creo que hay un error. No son 18.500 pesetas. El juez ha dicho que eran 100.000.
- Sí señora. Pero hay que descontar las costas del juicio y el porcentaje del procurador.
- Pues si que apercuran ustedes bien: desde ahí dentro –dijo señalando la sala- hasta aquí se han perdido más de 80.000 pesetas.
- Esa es la ley. Pero si no están de acuerdo pueden apelar.
- ¡No, María, no peles! Si sin pelar mira lo que nos han hecho, si pelamos no vemos un duro.
- A ver, señorita, que yo me aclare. ¿Esto es el Palacio de Justicia? ¡Esto es una cueva de ladrones! La diferencia está que los ladrones roban con navaja y aquí se roba con pluma. Y, mire usted –dice señalando la mesa escritorio-, guarde esas tijeras que me están dando muy malas intenciones.

Mientras la secretaria mete las tijeras en un cajón de la mesa, por la puerta contraria se divisa la figura del juez.
- Y el peor de todos es el cuervo ese vestido de negro. Premítalo Dios que con lo que nos han robado se compre un buen pollo; uno no, dos. Y que el hueso más grande se le atasque en el gaznate y ni parriba ni pabajo. ¡Anda, mama, amunos!
- Sí, María. Y los dineros que se los metan en el coño. ¡Eso, en el coño! –se remanga la falda mientras se palmotea a la altura del chisme.

Sofocadas se sientan en uno de los bancos del Paseo Lluis Companys. En silencio. En un determinado momento se miran y se echan a reír a carcajadas.
- ¡Ay, Mariquilla, lo que hemos llegado a decirles!
- Sí, mama. Pero ¡y lo que nos hemos reído!

viernes, mayo 18, 2007

La octava... Escenas 5, 6 y 7

Escena 5.- El VENDEDOR y el CLIENTE permanecen en la salita mientras el PROGRAMADOR llama por teléfono al DIRECTOR.

PROGRAMADOR (Al teléfono)
Jefe, estamos con un cliente
y hace falta tu presencia...
Es que pierdo la paciencia
viendo decir a la gente
excelencias de un programa
que, sin ser en sí mentira,
darán problemas la tira,
que hagan temblar nuestra fama...
Un B10 o Plataforma...
Sé que no es esa tu norma;
para evitar un problema
es mejor bajes tú mismo
y aunque sea con cinismo
te hagas cargo del tema.

(Entra en la salita)
El director baja ahora
para de momento, al punto,
y sin ninguna demora
se haga cargo del asunto.

VENDEDOR
Como le iba diciendo
va el B10 de maravilla.
Al margen de alguna cosilla
es lo mejor que yo vendo.

Escena 6.- Entra el DIRECTOR

DIRECTOR
No es mi norma el que me meta
en los asuntos de ventas.
Lo que el vendedor concreta
es suficiente bagaje
para que salgan las cuentas.
La razón por la que baje
es que pienso que este tema
tiene gran complicación
y empleamos el sistema
que se moje dirección
por si causa algún problema.

CLIENTE
Entiendo bien sus razones
que si le he de ser sincero
yo reconozco el primero
que el problema es de cojones.

DIRECTOR
Vamos, pues, por la faena.

CLIENTE
Contento estoy como el niño
que los zapatos estrena;
su vendedor, con cariño,
un B10 me ha aconsejado
que parece ser que hoy
es lo mejor del mercado.

DIRECTOR
Pues yo pesimista soy.
No tengo ningún reparo,
aunque la venta se pierda,
en decírselo muy claro:
es el B10 una mierda.

CLIENTE
Frío me deja como el hielo.

DIRECTOR
Lamento hablarle tan crudo
mas no puedo quedar mudo
y que haga usted el canelo.

CLIENTE (Pensativo y por lo bajo)
Lo que dice me mosquea.
Uno que la pinta guapa,
otro que la pinta fea.
Uno por poco me atrapa,
otro me pisa la idea.
No parecen preparados
pero no llevan a engaño.
Me gusta muy poco el paño
pero, ¡coño!, son honrados.

DIRECTOR
Sin embargo he de decir
que en ordenador chiquito
posee el mejor circuito
que IBM ha de parir.
Tiene el AS una gama
de modelos tan tremenda
que es opinión de mi menda
adquiera notable fama.
Y si un B10 hoy le endiño,
por ser los clientes que sois,
es como el que espera un niño
y le nace un airgam-boys.
Si yo quisiera comprar
un juguete para el ocio
a la duda no ha lugar;
mas no debe de olvidar
que lo suyo es un negocio.
Tiene, pues, que calibrar,
aunque tonto le parezca,
que lo ha de amortizar,
y no está de más pensar
en que el muñeco le crezca.

CLIENTE
¿Y cuál sería su consejo?

VENDEDOR
Tenéis una aplicación
que, de muy fácil manejo,
hace la simulación
de ocupación de memoria.

PROGRAMADOR
Quizá fuera solución
en situación tan notoria,
que llevamos largo rato
dando vueltas al asunto
y pienso sería grato
dejar zanjado el asunto.


DIRECTOR (Delante de la pantalla)
Pongo manos a la obra.
(Al cliente)
¿Cuántos puestos de trabajo?

CLIENTE
Treinta y tres, tirando bajo.

DIRECTOR
Vale más tirar de sobra.
¿Impresoras?

CLIENTE
Doce o trece.

DIRECTOR
¿Alguna línea remota?

CLIENTE
En Lugo, Álava y Rota
y en Badajoz, me parece.

DIRECTOR
¿Pantallas por sucursal?

CLIENTE
Dos pantallas e impresora.

VENDEDOR
Con estos de ahora
es fácil de calcular
la memoria necesaria
pa que funcione el invento
y su red complementaria.
Y creo importante, en fin,
que se hiciera algún intento
de implementar Token Ring.

CLIENTE
¿Sería ventajoso eso?

PROGRAMADOR
Imagine cada puesto
de trabajo que, a la par,
pueda ser una pantalla
y ordenador personal.

CLIENTE (Pensativo)
Observo que nunca falla.
En cuanto abren la boca
te la presentan tan bien
que, valga cincuenta o cien,
te endosan otra bicoca

(Al director)
Calcule en ese supuesto
y veamos lo que pasa
que si no me ando presto
puede que me lleve puesto
el cacharro de la NASA.

DIRECTOR (Calculando)
Sesenta trabajos juntos,
trescientas kas por faena,
cuatro remotos puntos,
por lotes una docena...
Cuatro por tres veintisiete
y dos que llevo, treinta.
Y por mucho que lo sienta
quince más pa que no pete...

CLIENTE (Nervioso)
¡Que tres por cuatro son doce!

DIRECTOR
Bien se ve que no conoce
las reglas de la informática.
Conocemos bien las tablas
que enseña la matemática
más con cualquiera que hablas
que se mueva en este mundo
te aconseja poner celo
en un estudio profundo
y que tires largo un pelo.

CLIENTE
¿Qué modelo necesito?

DIRECTOR
Al menos un B40.

VENDEDOR (Por lo bajo y exaltado)
¡Este me jode la venta,
la empresa le importa un pito!

CLIENTE
Por lo que dice el folleto
que se me entregó al entrar,
este modelo en concreto
se podría implementar.

VENDEDOR (Aliviado)
En mi vida imaginara
al verlo entrar por la puerta
que ante semejante oferta
fuera el palurdo y picara.

PROGRAMADOR
Ya podemos, pues, entrar
a ver las aplicaciones
que se habrían de implementar
para poder funcionar
en óptimas condiciones.

DIRECTOR
Advierto por estas notas
que encuentro sobre la mesa
que el trabajo de su empresa
alcanza muy altas cotas.
Como buen profesional,
pone el vendedor empeño
en que no pague demás:
más, señor, STCIAL
es para un cliente pequeño.
Si en su empresa se implementa,
quede claro que lo he dicho,
con su volumen de venta
seguro que el B40
se hará con la lía un picho.
Y, aunque hay la iniciativa
de resolución urgente,
en este momento el IVA
no es por producto, es por cliente.

CLIENTE (Desanimado)
Felicidad rebosaba
y ¡menuda decepción!
Que gente tan preparada
pronto admita resignada
no dar con la solución.

VENDEDOR (Preocupado y por lo bajo)
Este director intenta
huir de cualquier barullo,
mas despreciar este venta
sólo lo hace un capullo.

PROGRAMADOR (Aliviado y por lo bajo)
Sólo avisé al director
pa no cargar con el muerto
y he acertado, Señor.
Esta vez el vendedor
no nos metió en ningún huerto.

DIRECTOR (Al cliente)
Nunca en esta profesión
se admite guerra perdida,
que con garra e ilusión
siempre está la solución
de programar a medida.

CLIENTE
Si el programa hacemos nuevo,
por su expresión lo denoto,
esto va a costarme un huevo.

DIRECTOR
Y buena parte del otro.
Mas en plazo razonable
acusaran gran respiro
al ver que lo facturable
se procesa en un suspiro.

CLIENTE
Me convenció de verdad.
¿Dónde pongo el garabato?

VENDEDOR
¡Mire, qué casualidad!
Tengo aquí mismo un contrato.


Escena 7.- El CLIENTE firma los papeles y se despide.

CLIENTE (Alborozado)
Con hierro de este tamaño
y software de tal potencia
seguro que no engaño
si aseguro que este año
me jodo a la competencia.

Lentamente se apagan las luces quedando la escena en penumbra.

COROS
Trabajando en buena lid
se ha consumado el atraco.
Si os ha gustado, aplaudid.
Si no,,, que os den por saco.


T E L Ó N

miércoles, mayo 16, 2007

Fax zulú

La profesión de informático puede ser tan dura y divertida como la de quiosquero sólo que cambiando el dolor de pies por el de cabeza. Sobre todo si se trabaja en Sorbes, SA.
En esta empresa cualquier cosa que lleve botones o lucecitas y se enchufe a la corriente es material informático y, por tanto, depende de estos profesionales. El jefe de informática (jefe, analista, programador, operador y señora de la limpieza, todo en uno) es el responsable de mantener todos los equipos a punto y empollarse los respectivos manuales, ya se trate de un ordenador, fotocopiadora, teléfono o fax.

Hoy toca hablar de fax. En Sorbes hay varios: recepción, ventas, contabilidad y el particular de Natas. Amén de un sofisticado programa informático que sólo usa el jefe del departamento comercial. Y es que el programa tiene un grave problema, a saber, la portada tiene una sola página y muchas veces no cabe en ella todo cuanto hay que decir. A los genios administrativos, directores incluidos, les resulta más fácil escribir a máquina (electrónica, no jodamos) el texto y pasarlo por la maquinita que está enchufada a la línea telefónica.

El aparato hay veces que se estropea. No hay problema. Para eso está el informático. El susodicho, que no tiene puñetera idea, lo manipula, hace un intento de envío y sentencia:
- Parece que no funciona. Habrá que avisar al técnico.
Y como sus únicos contactos válidos son siempre empresas de servicios informáticos, llama a su amigo Óscar y le transmite el problema. Óscar buscará a un mecánico de faxes, lo enviará y añadirá unos cuantos euros a la factura por la tocadura de güevos.

Hasta que se averió el fax de Natas. El cacharro era del siglo pasado, casi olímpico. Dos veces tuvimos que llevarlo a reparar porque aquello no andaba ni a tiros. Al fin Óscar me aseguró que iba de puta madre. Del original sólo quedaba la carcasa.
Tuve la suerte que, cuando lo trajeron, el despacho de Natas estaba cerrado. Esperé a que ella llegara y se lo mandé con el primero que pasó.
A los dos días me llamó Natas por teléfono.
- El fax sigue sin funcionar. No recibe y, para probar, le he mandado un fax a Nuria y no sólo no le llega sino que además bloquea el suyo. Tengo que salir ahora y me gustaría saber algo esta tarde.

Ni siquiera fui a echarle un vistazo. Llamé al técnico.
- Es imposible que no funcione. Han cambiado todo y lo hemos probado a conciencia.
- Natas me dice que no funciona.
- ¿Lo has instalado tú?
- No.
- Échale un vistazo no vaya a ser que lo hayan conectado mal. La línea ha de ir enchufada en la posición Lain y el aparato de teléfono en Fone. Dime algo cuando lo compruebes.

Natas había dejado abierto su despacho. Igual Óscar llevaba razón. Saqué el aparato y, con las mismas, se me escapó una carcajada: ni Line ni Phone, simplemente no había conectado el cable. Lo raro era que sin cable bloquease el fax de Nuria. Lo enchufé y mandé un fax a Nuria. ¡De puta madre!
Salí riendo.

- ¿De qué te ríes? –me preguntó el contable al verme.
- Es que Natas acaba de inventar el fax por tam-tam.