jueves, mayo 31, 2007

El fruto del cacahuete

El Torres era del pueblo de mi madre. Quedó huérfano muy joven y tuvo que ganarse las habichuelas como pudo, básicamente trabajando en el campo. Aquella es una zona de hortalizas y aparte de judías, tomates, pimientos y pepinos, apenas se conocen otras plantas. Por eso el Torres sólo había visto los cacahuetes, ya tostados, en los puestecillos de la feria.

Trabajaba con mi tío Pepe cuando su vecino Gabriel plantó unas matas muy raras. Sólo un liño tal como se hacía con la siembra para consumo propio.
- ¿Qué ha sembrado usted ahí, tío Gabriel?
- Arcagüeis –que es como se conocen los cacahuetes en aquellos andurriales.

El Torres no dijo nada pero empezó a calcular la fecha en que los cacahuetes madurarían. Pero pasaba el tiempo y aquellas matas no echaban ni flores. Cierto día, mientras amarraba tomates, fue testigo de una conversación entre Gabriel y mi tío Pepe.
- Vaya, Pepe. ¡Qué plantas de tomate más hermosas tienes!
- Sí, Gabriel. Pero no echan tomates. Debe ser que tienen el fruto en la raíces como los arcagüeis.
- ¡Tate, como las papas…! -pensó el Torres-. Ya podía esperar yo a que florecieran…

Nadie sabe cómo fue pero cuando Gabriel hizo la recolección no encontró un solo cacahuete en las raíces de sus plantas.

1 comentarios:

A las 3/6/07 21:17 , Blogger alvarhillo ha dicho...

A lo que se vé el Torres se convirtió en el "increible hombre topo". Lo que hace la necesidad.
Saludos.

 

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