viernes, septiembre 19, 2014

Exquisitas Maritoñi


Durante mi estancia en Granada allá por el final de la década de los sesenta, solía desayunar en alguna cafetería de la calle de San Juan de Dios o aledaños.
- Un café con leshe.
- ¿Normal o de desayuno?
Puede parecer una pregunta tonta para quien no sea granaíno. Incluso ahora, puede que en estos tiempos también lo sea; por entonces, un café con leche normal se servía en vaso pequeño, con más café que leche, mientras que el café con leche de desayuno se servía en taza de desayuno y tenía más leche que café. De ahí que el camarero preguntase, siempre que el reloj no hubiera superado las 11 de la mañana.
- Que sea doble.
Era esa la tercera vía. Un tiesto de vidrio, tipo tanque de cerveza, conteniendo dos cafés con leche de desayuno. Y esa era mi opción preferida.

A la hora de elegir sustancia sólida había mayor variedad: desde el archiconocido cruasán, hasta la rueda de churros, pasando por el brioche, el bollillo de chocolate o la magdalena. Sin embargo, lo típico era tomarse el café con leshe con un suisso (todavía no habían llegado los donuts ni la UCD). No es que el suizo fuera nada especial, sólo que, cuando se mojaba en el recipiente, absorbía medio café con leche. Por tanto, en las primeras horas de la mañana, la frase más repetida en las cafeterías granadinas era:
- Un café con leshe y un suisso.
- Marshando.

Hasta que llegó la Maritoñi…

No es que la Maritoñi fuera un invento de entonces, que ya existía desde hacía unos cuantos años, es que en aquella época los granaínos se habían ido aficionando al producto y la marca empezó a popularizarse y extenderse: Exquisitas Maritoñi, decía el envoltorio. No sé que demonios le echan a la torta, pero está divina. En definitiva es un bizcochillo relleno de crema de cabello de ángel, si bien, el bizcocho tiene un toque especial: es de un cuerpo tan fino que apenas se le notan los agujeritos de otros bizcochos; como si estuviera hecho de una harina especial, más molida.
Rara vez he encontrado Maritoñis en Barcelona; quizá en el Macro, muy de tarde en tarde. Pero cuando iba a Granada o Almería… Mi hermana, que me mima mucho, me solía tener preparadas una Puleva de chocolate (envase de vidrio) y una cajita de Maritoñis. Para que la quisiera más.

Pero, pero, pero…


Este verano he estado en Granada para asistir a la boda de unos buenos amigos; a la vuelta me paré a merendar en una estación de servicio cerca de Purullena y las vi detrás del mostrador:
- Para mí, un café con leche y una Maritoñi.
Quiosquera y Dalr no quisieron ser menos y se apuntaron al festín. La primera diferencia estaba en el envoltorio: había desaparecido la palabra “ exquisitas". La segunda diferencia se encontraba en el interior: el bizcocho era más bizcocho, con agujeritos apreciables. Eso sí, el relleno de crema de cabello de ángel sigue teniendo el mismo sabor. Quedé decepcionado, muy decepcionado. No es que la nueva Maritoñi sea mala, es que ya no es exquisita. No he podido averiguar si es que ahora sale en dos versiones, exquisita o normal, o que, simplemente, ha mutado y ha perdido aquel punto que me hizo elevarla a los altares. De ser esta última la causa, seguiré adorándola, pero con menor devoción.

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