Transgénicos
Días atrás se celebró la Fiesta del Orgullo Gay y, como muestra
de aceptación y adhesión al movimiento, hemos podido ver las mesas de
telediarios y tertulias políticas de algunas cadenas de televisión, presididas
por la bandera aro iris.
Días antes de la citada fiesta,
los nuevos reyes de España aparecieron en las pantallas presentándose a
distintos colectivos nacionales y, en lugar destacado, nos han mostrado como
recibían al Colectivo de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales. En la fila
del besamanos me pareció ver exceso de sillas de ruedas y no me quedó claro si
era que muchos transgénicos están lisiados o que muchos lisiados son
transgénicos. Intentando aclarar la duda y accedí a la guarida de la
información mundial, esto es, a Google.
Con alivio pude compruebar que yo estaba equivocado: la abundancia de sillas de
ruedas en el desfile se debió a que, en la misma recepción, se juntó el
Colectivo de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales con el Colectivo de
Disminuidos Físicos (no sé si psíquicos), es decir, la representación de todas
las Agrupaciones de Personas No Estándar del país. Encontré algún chistecillo
poco gracioso que criticaba a los Reyes en el sentido de estar allí por
obligación, aprovechándose del tirón de la Fiesta
del Orgullo para hacer propaganda populista de la institución. No hacía
falta. Dado que no se dio ninguna explicación sensible al telespectador, era
fácil criticar a Don Felipe y a Doña Leticia por haber mezclado en el mismo montón a personas sin mácula física o
psíquica con otras que están visiblemente incapacitadas para el servicio
íntegro a la nación. Siempre se podía haber dicho que los reyes
consideraban discapacitados a los transgénicos.
Me quedé con parte del saludo de
una de las representantes de las lesbianas (supongo):
- Espero que algún día sea normal que tengamos rey y rey o reina y
reina.
Rey y rey no lo sé, pero reina y
reina ya las hemos tenido. Baste recordar la cancioncilla que rodaba por Madrid
en tiempos de Isabel II:
Doña Isabelona,
tan frescachona.
Don Paquito,
tan mariquito.
Claro que me cuesta imaginar la
cara que hubiesen puesto los reyes si el representante de los discapacitados
físicos les hubiera dicho:
- Espero que algún día sea normal que tengamos rey lisiado y reina ciega.
O, mejor aún, que fuese el
representante de los discapacitados psíquicos quien les espetara:
- Espero que algún día sea normal que tengamos rey y reina afectados
de síndrome de Down profundo.
Que esto sí que no lo hemos
tenido… ¿O sí?
En medio de la investigación
tropiezo con la normativa que ha impuesto o trata de imponer la Junta de
Andalucía en los colegios. Los niños y niñas cuya sexualidad no coincida con su
género gramatical, podrán ir a clase vestidos según dicha sexualidad y sus
compañeros los habrán de mentar con el nombre que ellos (los transgénicos) o
sus padres elijan. Es decir, que aunque la partida de nacimiento diga que el
zagal se llama José, profesor y alumnos se dirigirán a ella con el nombre de
Pepita. Pero… ¡quieto, parao! A la hora de ir a mear, cada alumno irá al
retrete que le corresponde según su género gramatical, esto es, las pishas con las
pishas y los shoshos con los shoshos.
¡Hasta ahí podríamos llegar! No
tengo inconveniente (allá cada cual) para que los papás de los transgénicos
vistan a sus niños como quieran o los llamen como les dé la gana, pero que, con
sus braguitas de puntillas, vayan a mear al mismo sitio que los estándar y se
pongan las botas a costa de la picha de mi niño….
¡Me niego rotundamente!
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