De lenguas y negocios

Esta misma mañana oigo en Onda Rambla que un comerciante del Paralelo ha sido sancionado con 500 ó 1.000€ (al final no me he enterado de la cifra) porque su negocio aparece rotulado como Paralelo en lugar de Paral·lel. En la tertulia se critica (con razón) la despedida del tripartito en materia de lengua y se revindica el derecho de cada cual a rotular como mejor crea que le va a ir a su negocio.
Hace bastantes años, el Honorable Pujol declaraba que en Cataluña no había ningún problema de lenguas. Y era verdad. Cataluña, y en particular Barcelona, ha sido siempre lo suficientemente cosmopolita para aceptar en su seno a gentes venidas de cualquier parte del mundo sin importarle mucho el idioma en el que intenten hacerse entender, sobre todo si éste idioma es el castellano. Son los políticos, los de aquí y los de allí, quienes pretenden enfrentar a las personas en busca de obtener mejores réditos electorales. Son los políticos y sus perrillos falderos, colocados hábilmente en las redacciones de los periódicos, quienes están consiguiendo que volvamos al viejo tópico de que todo lo que se hace en Madrid es para perjudicar a Cataluña y todo lo que se hace en Cataluña es para independizarse de Madrid.
Este verano mientras hacíamos la compra en el centro comercial Gran Plaza de Roquetas de Mar, situado frente al Monumento a la Peseta, se me ocurrió mirar hacia la parte alta de la estantería donde nos aprovisionábamos de productos lácteos. Leche, Esne, Leite, Llet...

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