Especuladores
Cuando Quiosquera decidió que nos uniéramos en santo matrimonio, la primera tarea a llevar a cabo era la búsqueda de piso. De alquiler, claro, que de aquellas andábamos más chupados que la pipa de un indio. Lo más potable que encontramos fue un piso junto a la Estación de Francia, pequeñito, sin ascensor, oscuro… Cuatro mil quinientas pesetas de alquiler y cincuenta y cinco mil de traspaso. Hubo ciertos problemillas porque el casero quería subir el alquiler a cinco mil quinientas y, mientras lo pensábamos, Quiosquera vio el anuncio de unos pisos de nueva construcción. Fuimos a verlos. A tres días de teléfono de Barcelona, en la cima de una pequeña colina y en un barrio no muy recomendable. Ochenta y cinco mil de entrada y siete mil doscientas de hipoteca. Nos liamos la manta a la cabeza y compramos.
Durante el primer tiempo teníamos que levantarnos a las cinco de la mañana para entrar a trabajar a las nueve. Después nos mercamos un Mini. Invertimos en salud. Dormíamos un par de horas más. Quiosquera tenía un horario más racional y se llevaba el coche por la tarde. Yo volvía en tren. La mayoría de los días llegaba a destino cuando ya no había ni autobús ni taxi, así que Dalr y Quiosquera venían a recogerme a la estación. El tejemaneje duró casi cuatro años, durante los cuales ahorramos para dar una mínima entrada y comprarnos un piso en el Ensanche. Tardamos un año largo, pero al final vendimos el piso de las afueras por un poco menos del doble de lo que nos había costado.
Sin saberlo acabábamos de convertirnos en especuladores.
Seguimos especulando. Cuando pudimos, compramos un terrenillo, construimos una casa y allí fuimos enterrando buena parte de nuestros ahorros. Por eso mismo lo llamamos “La Alcancía”. Vendimos al cabo de 18 años y compramos un apartamento en la playa.
Con el transcurso del tiempo, lo que íbamos ahorrando, un dinero que me legaron mis padres y sendas hipotecas, compramos un piso en Barcelona y un apartamento al otro lado de la península por si mi madre lo necesitaba algún día.
En un piso vivimos Quiosquera y yo, en el otro vive Dalr y los apartamentos permanecen cerrados porque trabajamos sábados, domingos y fiestas de guardar y mi madre no ha necesitado utilizar el otro por el momento. Así es que soy un gran especulador.
El Govern de la Generralitat estudia establecer un canon de 9 € diarios para las viviendas que no se utilicen, en aras al derecho a una vivienda digna que establece la Constitución. La misma Constitución garantiza el derecho a la propiedad privada que quieren negar a algunos. Y el derecho a un trabajo que no tienen 1.900.000 personas. El que la Constitución garantice estos derechos debería obligar al Estado pero no a mí. Hay o había una faceta en el I.R.P.F. por la que las ventas de viviendas pagan una cantidad inversamente “proporcional” al número de años que han permanecido siendo propiedad del vendedor. Los que juegan en bolsa son especuladores y a ningún gobierno se le ha ocurrido cobrar un tanto diario por acción, por poner un ejemplo.
Mi posición al respecto queda resumida en una conversación que mantuve, años ha, con mi amigo Chema, el feminista.
- El Estado está obligado a facilitar una vivienda.
- Cuando te den la tuya me avisas para pedir yo la mía.
- ¡Hombre! La vivienda debe ser para los pobres. Tú ya tienes. Tú eres de clase media acomodada mientras que yo soy un pobre proletario.
- ¡A ver, Chema! Mi padre era agricultor; el tuyo era empleado. Mi padre me puso a estudiar; el tuyo también. Yo fui universitario; tú también. Yo he trabajo toda mi vida de informático; tú también. Yo gano un buen sueldo; tú también. Yo tengo propiedades y unos ahorrillos: tú no. ¿Purcuá? Porque cuando yo vivía agobiado por hipotecas, tú te fundías todo lo que ganabas. ¿Y ahora pretendes que lo que yo he ahorrado con sacrificio, mientras tú vivías de puta madre, nos lo repartamos? ¡Amos, anda!
Montilla piensa como Chema.
3 comentarios:
Y yo pienso como tú.
Pienso que con esto, la Generalitat esta dando palos de ciego. La cosa no va por castigar al pequeño propietario, si no por forzar a los ayuntamientos a dejarse de enriquecer a promotores e invertir más en vivienda VPO asequible.
Saludos.
Exactamente, lo has clavado. El socialismo / comunismo en España o Cataluña consiste en que, entre lo que ya tengo y lo que me va a tocar en el reparto... Así es el razonamiento de tu amigo en el diálogo que cierra tu texto.
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