miércoles, agosto 11, 2010

Con mi tiempo no se juega

La Navidad de 1980 la pasamos en Vilada. Estábamos instalados en un hotelito o pensión que nos habían recomendado y apenas éramos 5 ó 6 familias, incluidos los dueños del hotel. Durante la mañana hacíamos una excursión por las cercanías y pasábamos la tarde paseando por el pueblo o jugando al parchís junto a la chimenea del salón. Hicimos migas con un matrimonio bastante mayor: él había cumplido 90 años y ella confesaba 82. Físicamente se conservaban de forma aceptable, pero de mente estaban impecables. Siempre me acordaré de unas palabras que él me dijo mientras paseábamos a ritmo adecuado para ambos: “Yo estudié peritaje industrial y, ya en los años 20, dije en una reunión de directivos que el mundo iría bien cuando los obreros trabajasen menos horas, ganasen más, y los productos fueran más baratos. Si la gente disponía de tiempo, necesitaba distracciones para llenarlo y si ganaba más compraría más cosas sobre todo si eran más baratas. Eso exigiría que se aumentase la producción con lo que más gente accedería al empleo. Me dijeron que estaba chalado, que les dijera cómo era eso posible. Les dije que no sabía cómo se podría hacer pero que si se pudiese todo iría mejor. Han pasado 60 años y hace más de una década que con las máquinas se ha conseguido lo que predije”.

Indudablemente las cosas no son tan fáciles pero el principio es válido. O fue válido. Desde hace bastantes años estamos asistiendo a la puesta en práctica de otro método. Cuando las cosas se ponen jodidas, recurrimos a la reducción de gastos (cosa lógica) que casi siempre cargamos sobre la mano de obra a la que le hemos colgado el San Benito de que es cara; y así mandamos gente al paro, recortamos los salarios o alargamos la edad de jubilación. En cualquiera de los casos, incumplimos uno de los tres principios (al menos) de mi anciano contertulio y la economía se tambalea o cae de morros.
Pongo algún ejemplo:

1.- Gasolineras. El conductor de hace 35 ó 40 años, llegaba junto al poste de gasolina, le daba las llaves al operario, decía cuántos litros o pesetas quería poner de combustible, pagaba y se largaba. A veces, el empleado hasta nos limpiaba los cristales.
Hoy las gasolineras son autoservicio, es decir, el conductor para junto al poste de gasolina, se acerca a una ventanilla, dice cuánto va a poner, paga, echa la gasolina y mira la cola que hay detrás. Si hay poca gente busca el cubo y el cepillo, que deben andar por allí, limpia los cristales y se larga. Y si hay mucha cola… pues también. Como yo he tenido que esperar, que se joda el resto.
Es decir, nosotros mismos hacemos el trabajo del empleado de la gasolinera, echamos menos litros de los necesarios porque, como el surtidor está en prepago, tenemos miedo de pasarnos (como en las siete y media), retrasamos la marcha de nuestros vecinos, pagamos la gasolina al mismo precio que si nos la pusieran ellos y, lo que es peor, estamos ayudando a que la estación de servicio recorte los gastos de personal. ¡Mientras haya capullos que le hagan el trabajo gratis..!
Últimamente estoy viendo gasolineras que, además de prepago, utilizan valla de contención no se les vaya a escapar alguno. Y hay una fila de surtidores para los que tienen prisa. No hace falta prepago; el automovilista inserta su tarjeta de crédito, marca la cantidad deseada, la máquina cobra y ya se puede largar (normalmente, ya que la ha pagado, antes de irse echa gasolina). Cuando esto se generalice también mandaremos al paro al encargado de cobrar el suministro.

2.- Cajas de Ahorros y Bancos. En mi sucursal de la Caja de Ahorros hay un solo empleado para atender al público que va a hacer una transacción normal, es decir, meter o sacar dinero, y para recochineo del personal, detrás del empleado hay un cartel bien visible con la leyenda “EN EL CAJERO AUTOMÁTICO YA HABRÍA FINALIZADO SU GESIÓN”. Como la campaña de nuestra compañía aeronáutica de principios de los 70: “CON IBERIA HABRÍA LLEGADO”.
Todo empezó con la domiciliación de recibos, que ahorraba tener cobradores a las compañías de gas y electricidad (Telefónica era una privilegiada y era el usuario quien había de desplazarse a pagar); siguió con una tarjetita de plástico que permitía sacar dinero en las sucursales que tenían cajero automático y que permitía pagar en determinados comercios, y finalizó con la línea abierta, que permite que el usuario maneje su cuenta desde casa. Todo esto, salvo la tarjeta de crédito, era gratis para el usuario y, si alguien pagaba, era la compañía cobradora la que corría con los gastos. Ahora no. Si desde casa hago una transferencia a un banco, pago yo; si me gestionan más de X recibos, pago yo; y, finalmente, por si no les salen los números, todos pagamos comisión de mantenimiento. Hasta cuando ingreso un talón, aunque sea utilizando el cajero, me cargan el dos por mil o el mínimo que haya fijado el banco o caja de ahorros.
Conscientes o no, estamos ayudando a mandar a la prejubilación a decenas de miles de empleados de banco que apenas pasan de los 50 años. Mientras tanto, el gobierno congela las pensiones de los jubilados y alarga la edad de jubilación (sin pre) de los que trabajan.

3.- Autopistas de peaje/Telepago. Cuando se inauguraron las primeras autopistas, nos quejábamos del precio y, a la vez, nos jactábamos de lo rápido que habíamos hecho el viaje. Había cabinas y empleados suficientes para asumir el tráfico de coches, determinar el trayecto realizado por el usuario y aplicar la tarifa según el modelo de coche, porque no pagaba lo mismo el conductor de un 600 que quien viajaba en Mercedes. Luego pusieron la cestitas recoge-monedas y empezó el cacao: hasta no estar próximo al peaje, el viajero no conocía el precio a pagar, con lo que se ponía a contar monedas junto a la cesta mientras esperaban los que venían detrás; y si le faltaba una peseta, tenía que dar marcha atrás mientras los de la cola se cagaban en la madre que lo parió. La tarjeta de crédito agilizó el tránsito de tal modo que las cestas recoge-monedas han desaparecido. Si no tienes dinero de plástico, mejor que no tomes la autopista. Pero, coño, han inventado el Teletac, ese cacharrito que, a su paso, levanta las barreras coo si hubiesen tomado Viagra, y que la caja de ahorros ofrece gratis el primer año. Es tal el éxito que hay peajes donde los del artilugio electrónico disponen de más carriles que el resto de automovilistas.
A mayor uso del Teletac y de la tarjeta, más empleados de autopistas se quedan en paro mientras nosotros hacemos gratis (o pagando) su trabajo.

Podría poner unos ejemplos más pero para muestra, un botón.
Ahora dispongo de tiempo y con el tiempo se me ha ido desarrollando la mala leche. El gobierno me está diciendo que me congela la pensión porque no hay bastantes afiliados a la Seguridad Social y yo he decidido colaborar en la creación de empleo. Me cuesta una parte de mi tiempo, pero… tiempo es lo único que me sobra.
Hace bastante tiempo que utilizo el método de echar el mínimo de gasolina en las estaciones de servicio con prepago. Cuando no me queda más remedio que echar mano de ellas, pregunto por la gasolinera más próxima y echo 5 ó 6 litros. Explico que lo hago así porque pensaba llenar pero como no sé cuánto me cabe… Ahora estoy en la fase de llenar sólo en las estaciones con empleado. En autopista es imposible pero cuando llego a un lugar habitado lo pongo en práctica. En Aguadulce ya he encontrado el sitio; cuando llegue a Barcelona, lo buscaré.
En la Caja de Ahorros hago lo mismo: ventanilla. Al fin y al cabo las esperas no suelen superar el cuarto de hora. Los empleados me dicen que ganaría tiempo usando el cajero automático.
- Es que para esto de las máquinas soy muy torpe.
Y salen del mostrador y me enseñan a utilizar el cajero. ¿Qué estoy fastidiando al resto de la cola? ¡Ni hablar! Que exijan a la Caja que ponga el personal suficiente que, al fin y al cabo, van a meter o sacar SU dinero. Y cuando el mismo empleado me ha enseñado tres veces a usar el cajero y me mira y trata con mala follá, se lo explico.
- Si todos los usuarios hacemos personalmente nuestras gestiones, cosa por la que nadie nos paga, usted se quedará en la calle.
Sigue de mala follá pero cambia el tono agresivo por una amabilidad que parece que le sale a empujones.
Y en las autopistas siempre paso por cobro manual; si es posible pagando en monedas que voy contando con parsimonia. Al final, casi nunca llevo bastante y entonces pago con tarjeta. Estoy seguro que los que vienen detrás de mí se acuerdan de mi madre (cosa que les agradezco) y alguno pita. Algún día conseguiré que piten todos. Y ya se sabe: el que tenga prisa que pague por usar carril preferente.

Lo que más me gusta es comprar fruta en el supermercado. Primero voy al DIA porque allí la pesan en la caja (la de cobrar). Si no encuentro lo que busco o la calidad no es la adecuada voy a otro supermercado; cuando llego a la caja, le digo a quien me atiende que había tres tipos de tomate y no estoy seguro de haber pulsado la tecla adecuada. Mientras van a comprobar si está bien, me vuelvo a los que me siguen y les pido disculpas a la vez que les digo:
- Esto pasa porque quieren ahorrarse personal y que la faena se la hagamos nosotros.
Algunos me siguen mirando al través pero hay otros que asienten y empiezan a meterse con la empresa.

Hay que fomentar el empleo y, además, con mi tiempo juego yo.

3 comentarios:

A las 12/8/10 08:23 , Blogger Unknown ha dicho...

Apreciado amigo, estory totalmente de acuerdo con las reflexiones que le hacia el señor nonagenario del que hablaba usted.
Respecto a lo de ir solo a gasolineras con empleados me parecía que me estaba viendo a mi mismo cuando le he leido. La mayoria de las veces en las cajas de ahorros, me molesta extraordinariamente que me hagan esperar por falta de personal, sobretodo cuando voy a ingresar dinero a la cuenta. Entenderia que lo hicieran cuando voy a sacar, ese ratito "mi" dinero "les" da beneficios, pero retrasar el momento de hechar mano a mi dinero, eso no lo entiendo.
En fin siga usted con el mismo humor aunque solo sea por tocar los bemoles a todo ese atajo de sinvergüenzas.
Víctor (Tendero, jubilado).
P.D. Era tendero, (papeleria, libreria, kiosco, fotocopias, etc.etc.) en un barrio alejado del centro de un pueblo de 25000 habitantes. En fin ya sabe.
Vale.

 
A las 12/8/10 20:05 , Blogger Quiosquero ha dicho...

Víctor, no hacen falta más palabras. Nos entendeos perfectamente.
Saludos.

 
A las 15/8/10 10:32 , Blogger BANDOLERA ha dicho...

Pues yo también estoy de acuerdo, mira por dónde. Un ejemplo a añadir por merecimiento propio a la lista son los parkings... Tiene narices que en general nos paguemos nosotros mismos "trabajos" cuya calidad de servicio ha descendido escandalosamente precisamente para que nos los "paguemos" nosotros. Y esto en un marco general patéticamente ruinoso. A mí me parece que sólo tienen dinero cuatro multinacionales cuyo nombre ni se sabe y, por supuesto, la banca, magna autora y responsable primera del círculo vicioso. Dicho esto, añado que más narices tiene quiosquero... Que ya te imagino en la parsimonia de la cola del peaje,,,

 

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