viernes, agosto 06, 2010

Claridad cristiana


Esta vez nos pusimos en marcha según la previsión. Habíamos elegido un hotel cercano a la Plaza Galicia; lo cierto es que no era ninguna maravilla, pero estaba céntrico y tenía garaje. Durante el desayuno dos turistas españolas comentaban las visitas día anterior.
- Lo que me encantó fue el viajecito que hicimos en el chacachá -entendí que se refería al trenecito turístico-. Es que vimos Santiago entero... La vista desde el otro lado es preciosa.
- No nos podemos entretener si queremos oír misa en la Catedral. Hoy sólo está abierta la Puerta de las Platerías y ya sabes que cuando el recinto está lleno cierran.

En un principio no había previsión de entrar en la Catedral durante los oficios, pero como era temprano dejamos abierta la puerta a la improvisación. Lo que sí me hacía gracia era pasar por la Puerta del Perdón, no por nada especial, es que sólo la abren en Año Santo y habíamos ido por eso (por el Año Santo, no por la puerta).
Camino de la Plaza Galicia descubrí una pintada: “GALLECIA AOS GALAICOS” (o algo parecido). Tomé nota para transmitírselo a Superwaiter a nuestro regreso a Barcelona; vamos, por si quería reclamar su parte…
En la plazoleta o calleja donde confluyen la Rúa do Franco, la Rúa do Vilar y la Rúa Nova, estaban levantando tiendas moras; nos enteramos que, al caer la tarde, había un festejo medieval y los de los camellos se habían adelantado para plantar el oasis. Subimos por la Rúa do Vilar y nos surtimos de planos en la Oficina de Turismo. Habíamos superado media calle y avistábamos la Torre del Reloj cuando oímos el estruendo de una marcha militar que subía calle arriba:



Allá por la tierra mora,
allá por tierra africana,
un soldadito español
de esta manera cantaba:
Como el vino de Jerez
y el vinillo de Rioja
son los colores que tiene
la banderita española.
. . .
El día que yo me muera,
si estoy lejos de mi Patria,
sólo quiero que me cubran
con la bandera de España.
Banderita tu eres roja,
banderita tu eres gualda,
llevas sangre, llevas oro
en el fondo de tu alma.

(¡Este..! Esto es copiado)

Marcando el paso al ritmo del pasodoble vimos pasar al cuerpo de la Legión, a los guerrilleros, a los grupos de operaciones especiales y a otros representantes de nuestros mozos “nasíoh pa matah”. Alguno, que no había querido perderse el desfile, pasó como pudo con una pata enyesada y caminando con bastones. Si había albergado alguna esperanza de oír misa en la catedral, mis pretensiones desfilaron detrás de los soldados. En efecto, cuando llegamos a la Praza das Praterías, la única puerta (homónima) de la catedral abierta al público estaba colapsada y los de a pie empezaban a retirarse. Observamos que en la Fonte dos Cabaliños siguen habiendo cuatro caballos y no dos como reza el nombre.


Para no repetir la visita de hacía unos meses, nos fuimos al Palacio de Fonseca. Siempre me he hecho un lío con Fonseca y no he tenido la certeza de si se trataba de la Universidad de Santiago, del Colegio Mayor más antiguo de España o, simplemente, de la residencia del obispo que acabó sucediendo a Cisneros en Toledo. Me lo han explicado. Fonseca fue primero un colegio mayor universitario y más tarde albergó algunas facultades de la universidad. Ahora alberga el archivo general de la Universidad de Santiago con lo que el Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago de Granada es el colegio mayor más antiguo de los que aún están abiertos, tal y como había entendido durante mi año de residente en él.


En la Plaza de Fonseca tomamos un cortado en un bar que no habíamos visto en nuestra anterior visita; y es raro porque desde la Plaza del Obradoiro se observaban perfectamente las mesas repletas de guiris. De haberlo visto en octubre, habríamos meado más barato. Tomamos nota para el plato combinado de medio día y nos dirigimos hacia la Puerta del Perdón. Lo primero que comprobé es que Quintana de Vivos y Quintana de Mortos estaban en el lugar donde las ubiqué en mi post de entonces. Lo segundo, fue que la cola para visitar al Apóstol empezaba en la Puerta del Perdón, cruzaba la Praza de Quintana y, haciendo un ángulo de 90º, se extendía casi hasta la Rúa da Conga. Estaba claro que tampoco iba a entrar por allí. Me acerqué a la puerta y me hice ver por el guardia que controlaba la fila de aspirantes; alguna vez me ha funcionado, quiero decir que ha habido veces en que el vigilante me ha visto y me ha hecho pasar saltándome la cola. No coló. Cuando me volví, observé que Quiosquera estaba al fondo de la plaza en lista de espera.


-¿Qué haces? –pregunté cuando estuve a su altura-.
- Guardando turno. Como quieres entrar por la Puerta del Perdón…
- Sí pero he cancelado la entrevista. Con el sol que cae yo no me quedo aquí achicharrándome.
- No, si va deprisa…
El guardia hacía entrar a la gente de 20 en 20 y, cada vez que pasaba un grupo, parecía que la cola se movía con rapidez pero los intervalos se hacían pesados. Con Quiosquera no acierto casi nunca: yo propongo, ella ejecuta y, cuando la cosa está en marcha, me rajo. Me autoconvencí de que había ido a Santiago a ganar el jubileo, apreté los talones y aguanté a pie firme.
Delante de nosotros iba una excursión del Imserso. Me sonó el acento con el que hablaban: eran de Dúrcal.
- Bueno, yo soy de Dúrcah –me dijo una señora que también arrastraba su bastoncillo-, pero ehta eh de Zamora afincá en Dúrcah.
La tercera de la fila se dio la vuelta.
- ¿Ha probao usté de decile ar guardia que no puede ehtah tanto rato de pie? A lo mehoh lo deha entrah.
- No. M’he paseao por la puerta pa que me viera y no m’ha dicho na -a mí el acento se me pega rápido-.
- Pero si se lo pide…
- Verá, señora, yo’ venío aquí por mi guhto; si m’hacen un favoh, l’acepto pero no lo pido.
- Pus yo sí. Mi marío también eh minuhválido… –me miró- Güeno, tanto com’usté, no. Yo si voy a ih a preguntah.
Y se dirigió a la Puerta del Perdón.

Mientras, la de Dúrcal y la de Zamora se entretenían contándose sus respectivas aventuras. La de Zamora, fiel al tópico, era seria; la de Dúrcal, la del bastoncillo, también hacía bueno el tópico andaluz y andaba (es un decir) de cachondeo.
- Pus yo como sabía que no podríamoh entrah a la misa de 12 qu’eh cuando bailan el botafumeiro ese, he ío a misa de 10 y he comurgao y to. He venío con la Fulanica… ¡sí, muheeer!... La qu’era viuda y s’ha casado con un sorterón. Esa que dice qu’ella a un’amiga le prehta cuarquieh cosa que tenga. Si‘htabah tú delante cuando yo le dihe “¿tú me consideras un’amiga?”, y me dic’ella “claro, fartaría máh”. “Pus entonceh préhtanoh tu marío a ehta y a mí y mañana te lo degorvemos”. Er pobre hombre se puso colorao y no sabía ónde mirah…
Mientras tanto, la otra, la de la Puerta del Perdón, llegaba de vuelta.
- Pus m’ha disho que no; que si mi marío es minuhválido, si quiere, se puede sentah a la sombra en un banco de piedra qu’hay a la entrá y que cuando yo yegue, dehpuéh d’habeh hesho la cola, que se venga conmigo. ¡A eso le llaman caridá crihtiana!
- No, señora –le dije-, usté l’ha'ntendido mal. No se trata de caridad cristiana, eso es CLARIDAD CRISTIANA y se l’ha dicho clarico: si su marío es minuhválido, no’h curpa suya ni del apóhtoh, y si quiere entrah a veh ar santo, que se hoda y haga cola como to’r mundo.
- ¡Pus vaya! –y retorció un poco el hocico-.
- ¡Mira que eres bestia! –me susurró Quiosquera-.
- ¡Coño, es que es verdad! Una cosa es que la gente tenga una consideración especial con los lisiados y otra es que los lisiados exijamos que la gente nos tenga esa consideración.

Al final no fue tan grave. En tres cuartos de hora ya estábamos dentro. Esta vez accedimos al camarín por la escalera de la izquierda, según se mira al altar mayor desde la nave central. Besé tres veces el manto: una por mí, que seguramente no volveré a Santiago en Año Santo, otra por mi padre, que no tuvo oportunidad de ir y otra por mi madre, que tampoco irá.
Al sepulcro también se accedía al revés para poder salir directamente por la Puerta del Perdón. Los accesos al recinto, donde el oficiante daba el sermón en ese momento, estaban cerrados al público y varios jóvenes vigilaban para que nadie los traspasara; uno de ellos, negro para más señas, me cogió del brazo y nos hizo pasar a Quiosquera y a mí a la iglesia; hizo lo mismo con la señora de Dúrcal (la del bastón) y con el marido minusválido de la otra.
- En África todavía se entiende la caridad cristiana de otra manera –dije a Quiosquera-.

Nos ubicamos en el brazo de la cruz, más o menos donde Cristo debió de tener el codo derecho. Durante la consagración di gracias por los dones recibidos en el último año (especialmente) y otras satisfacciones anteriores. Desde que entendí que lo mío era cosa de milagro y que los milagros no están al alcance de cualquier mortal, no he vuelto a pedir que se me concedan cosas de importancia; sólo en tres ocasiones he pedido por personas allegadas: la primera, que estaba 9 a 1 a mi favor, me fue concedida; las otras dos, con un 10 a 0 en contra, me han sido denegadas. Pero sí tengo por costumbre, las pocas veces que entro en una iglesia (o una mezquita, o el muro de las Lamentaciones, o un templo budista), es dar gracias por lo bueno que me ha pasado y por lo malo que me podría haber pasado y que no pasó. Sí pedí a mis dos personas más queridas que ya no están aquí, que me ayuden a encontrar la fuerza necesaria para recuperar el ánimo en los momentos en que lo tenga más bajo de lo habitual. Y sin pensar me vino a la cabeza la frase con que mi padre me machacaba: “Has de estudiar mucho para que un día puedas ser un hombre de provecho”. Casi de inmediato, ahora que ya ha finalizado mi vida activa, me surgió la pregunta: ¿He cumplido, papá?
No me contestó. Tampoco lo esperaba, pero dos motas de polvo me entraron en los ojos; anduve rápido y pude sacar a tiempo el pañuelo para detener las dos lágrimas que pugnaban por salir. Miré de reojo a Quiosquera y me pareció que ella también acababa de mirarme de reojo. No hubo comentarios; sabe que ciertos tragos prefiero pasarlos en la soledad de mis pensamientos.
Me estoy volviendo blando con la edad.


Lo del botafumeiro no deja de ser una atracción turística pero, dado el momento emocional, agradecí verlo ascender hasta lo más alto de la catedral, justo por encima de mi cabeza. El botafumeiro pendulea siguiendo el brazo corto de la cruz como es de lógica, sin embargo me había hecho la idea de que lo haría a lo largo de la nave principal y quedé un poco sorprendido aunque gratamente ya que así pude apreciarlo en toda su plenitud.

Al finalizar la misa perdí a Quiosquera que había ido a hacer su reportaje fotográfico. Salí por el Pórtico de la Gloria un poco antes de que cerraran la puerta que da al Obradoiro. Sigue en obras, tapado y andamiado, si bien el turista ya puede recrearse contemplando la imagen de Santiago.

El resto de la jornada carece de interés.

4 comentarios:

A las 6/8/10 18:35 , Blogger Juan Manuel ha dicho...

Muy bien, Antonio. Una estupenda crónica. Y eso; ya habéis completado el "camino" y, por ende, ganado las correspondientes indulgencias, claro. Además deberían daros una bonificación o suplemento especial, por habernos hecho partícipes de ello a los seguidores del blog. Así que espero que este post sea un mensajito para Santiago o para su Jefe, y os lo premien como corresponde, sí señor.
Un abrazo.

 
A las 6/8/10 19:06 , Blogger Juan Manuel ha dicho...

Por cierto; ¿a que no sabéis con quién habéis coincidido, hoy, 6 de Julio en la catedral de Santiago? Con tanta gente, no os habréis dado cuenta, claro, pero allí ha estado hoy el "amigo" Díaz Ferrán, sí, el máximo responsable de las "defunciones" de Air Comet y de Viajes Marsans. En la web de El País aparece en una foto, arrodillado y supongo que recibiendo las correspondientes bendiciones...
¡Señor, señor!
Díaz Ferrán en Santiago
http://www.elpais.com/articulo/economia/juez/embarga/Diaz/Ferran/quiebra/Air/Comet/elpepueco/20100806elpepueco_7/Tes

 
A las 6/8/10 19:55 , Blogger Quiosquero ha dicho...

Como entramos de matute, no pudimos precisar la alcurnia de ciertos peregrinos, pero estoy por decir, Juan Manuel, que el susodicho Díaz Ferrán está más necesitado de indulgencias que este humilde pecador.

 
A las 7/8/10 18:30 , Blogger Juan Manuel ha dicho...

Bueno; de indulgencias posiblemente, y de unas milloncejos, a lo mejor también, pero de lo que creo que está realmente necesitado es de un buen "paquete" con el que los perjudicados por su nefasta gestión puedan recibir alguna compensación... Y por supuesto, de que sus "colegas" de la COEC se pongan las pilas y le hagan dimitir, porque, después de lo ocurrido, me parece vergonzoso que el señorito en cuestión siga ahí, de Presidente, como si no hubiese pasado nada... Total, por más de mil trabajadores de Marsans que se han quedado sin trabajo...

 

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