viernes, julio 09, 2010

Ribera del Duero: hasta Zamora

Tordesillas

Monasterio de Santa Clara

Años ha, pasé una vez por Tordesillas. Nos hicimos una foto junto al Duero con el puente al fondo y salimos pitando. El destino era otro y no estaba prevista la parada. En esta ocasión Tordesillas era una de las estrellas del día y salimos estrellados. La próxima vez que intente visitar Castilla la Vieja me haré con una lista de monumentos, horarios y días de visita. El sábado y domingo nos quedamos sin ver el interior de los monumentos religiosos porque sólo se abrían a las horas de culto. En Tordesillas, el lunes era feriado por descanso del personal. Había programado a María Angustias para que me dejase en la puerta del Monasterio de Santa Clara y ya entré mosqueado cuando vi que en la pequeña plazoleta que hay junto a la puerta de entrada solamente había un coche aparcado. En efecto, un cartel indicaba que los lunes no se permitían las visitas turísticas. De todos modos, y ya que estábamos allí, le dedicamos nuestro tiempo a un par de patios interiores accesibles y a la fachada que discurre frente al recodo del río. En un folletito leí que aún quedaban unas cuantas monjas y, de pensarlo, se me iba haciendo la boca agua ya que, además de en rezos, las monjas suelen ser expertas en la elaboración de deliciosos pastelillos. No hubo ocasión.

Quiosquera, que iba bien pertrechada con cremas protectoras, decidió que buscásemos una farmacia porque íbamos a necesitar cremas hidratantes; vamos, como los zumos a base de concentrado: primero el sol nos deja sin agua y luego remojamos la piel en la botica. La encontramos un poco más arriba de la Plaza Mayor. La plaza es cuadrada y porticada; en ella convergen cuatro calles perpendiculares a los lados del cuadrado.

Plaza Mayor

De mi anterior visita tenía el recuerdo de haber llegado a una explanada amplia, que daba al río junto al puente. O ha cambiado la estructura de Tordesillas, o mis recuerdos se refieren a otra ciudad, o con los años he deformado la realidad de lo que vi (lo más probable). Llegamos hasta la Iglesia de San Antolín y dimos la vuelta.

El Tronco de Juana

Bajando desde la Plaza Mayor hasta el río, encontramos una explanada, que no tiene nada que ver con mis recuerdos, donde se abría al valle un terraza moderna. A un lado se levanta una estatua de Juana la Loca y al otro un tronco, dicen que de la misma edad que Doña Juana, en el que se ha esculpido una raja de la que salen dos manos que pretenden abrirla. Una cartela indica al visitante que representa la cárcel física de Tordesillas (¿el encierro de Juana?) y la ventana por donde penetra la luz de la libertad (más o menos).

Casas del Tratado

Enfrente se levantan las Casas del Tratado, aquél que dividió el mundo en dos partes: una para Castilla y otra para Portugal. El mismo tratado que, de haberlo sabido, no habría firmado Fernando II de Aragón ya que impidió que los futbolistas brasileños pudiesen jugar en España como oriundos.

Salimos de Tordesillas por el puente. No era necesario cruzarlo para seguir nuestra ruta pero, visto desde el mirador de Juana, me pareció que merecía la pena aunque luego tuviese que rodear casi toda la ciudad hasta alcanzar la N-122.


Toro

La Colegiata

A Toro llegamos cuando ni las lagartijas se atreven a salir a la calle. Había dicho a María Angustias que me llevase a la Plaza Mayor y me contestó que nones. Zona peatonal, me dijo. Dirigió nuestros pasos hasta una explanada de cuyo nombre no quiero acordarme, y aunque quisiera tampoco lo recordaría. Se asomaban a ella la fachada del Convento de Santa Clara y el Alcázar y, un poco más abajo, se vislumbraba el Hotel Juan II.

Plaza de San Agustín

Enfilamos el camino de la Plaza Mayor al objeto de comer algo (un rabo de toro sería apropiado) a la sombra que ofrecen los porches (si es que había) y fui a tropezar de lleno con mi incultura. Hace bastante tiempo escribí en Pies para quiosquero un post surgido de una conversación con el hermano de Mamá Chispa, Ito, nombre que yo pensé sería el diminutivo con que lo llamaba su hermana mayor. Error. Junto a la Plaza Mayor de Toro, un cuadradito que apenas merece tal nombre ostentaba orgulloso la placa que lo identifica con el nombre de Plaza de los Bollos de Hito. Con hache. Ito no era un diminutivo, era Hito. Como el emperador Hiro o el Arcipreste de Hita, que debió ser su madre; algo así como mis amigos de la infancia a quienes denominábamos Juanico el de Lola, Paquito el de Amalia o Juanillo el de Maritina. Pido sinceras disculpas a leoneses y castellanos por mi anterior metedura de pata. Creo que hasta se me quitaron las ganas de comer.

Plaza Mayor

Como la solanera no daba para muchas fiestas, nos limitamos a hacernos unas fotos con el ayuntamiento de fondo (la plaza estaba en obras) y caminar un poco hasta el Arco del Reloj.

Mientras esto escribo, voy siguiendo en Google Maps nuestro itinerario y mirando las fotos que otros viajantes han colgado. A algunos había que prohibirles, no sólo el uso de la máquina de fotografiar, sino, y sobre todo, que vayan guarreando una herramienta que está al alcance de todos y que podría ser de gran utilidad si estos ineptos no fuesen sembrando toda la extensión de Toro con la única foto de la que recuerdan el nombre sin intentar siquiera ubicarla junto al lugar del mapa que le correspondería.

Arco del Reloj

A lo que íbamos. Pateamos un poco las calles céntricas y encontramos unas cuantas iglesias románicas dignas de mención pero que no podemos mencionar porque la foto que Google muestra en todos los lugares es la de la Colegiata. Que es grande y muy bonita nadie lo duda, pero ¡coño!, estaba en un sitio concreto y no desparramada por todo el pueblo. Así y todo me parece recordar la Iglesia del Santo Sepulcro en la Plaza Mayor, el Convento de las Mercedarias junto al Mercado de Abastos y la Iglesia de San Salvador por la Calle Judería. La vuelta la hicimos buscando las sombras de los jardines que dan al Duero y que llevan a la Colegiata, a la que también dimos la vuelta para admirar su construcción. Camino del Alcázar, por el Paseo del Espolón, se disfruta de la mejor vista del río y del Puente de Piedra.

Puente sobre el Duero

Intenté callejear para salir por el Arco de la Corredera pero, después de verme apurado para pasar por alguna calleja especialmente estrecha, descubrí que era contra dirección y salí por donde pude. Esta vez me olvidé del Puente de Piedra y seguí las instrucciones de María Angustias hasta la N-122.


Zamora

Casa del Cid y Puerta Óptima

Hace bastantes años, haciendo la ruta Barcelona-Almería con un ligero desvío que me llevó hasta Oviedo y los Picos de Europa, tuve la oportunidad de cruzar Zamora. En la carretera de circunvalación me enganchó un semáforo en rojo y aproveché la oportunidad: abrí la puerta, bajé, di un par de pisotones en el suelo y volví a subir al coche. Quiosquera, alucinada, me preguntó:
- ¿Se puede saber qué haces?
- Hombre, iba yo a pasar por Zamora sin que pudiera decir que he estado en Zamora…
Dalr, que, aunque entonces tenía muchos menos años, ya apuntaba a ser espabilado, había entendido el mensaje y abría su puerta.
- Pues yo no voy a ser menos –dijo Quiosquera-.
También bajó, pateó el suelo y volvió a subir junto con Dalr. Los automovilistas que esperaban que cambiase el semáforo alucinaban pepinillos viendo como tres viajantes medio majaras pateaban el asfalto de su ciudad.
- Misión cumplida. Ya podemos decir que hemos pateado otra ciudad española –y seguimos nuestra ruta-.
Lo que yo no imaginé es que hacía la muesca a una ciudad que merecía la pena visitar con más calma.

Palacio Arzobispal

Como estas ciudades monumentales suelen tener un centro vedado a los coches, apunté hacia la Catedral que, casi siempre, dispone de una plaza donde con suerte se puede aparcar, y llegué al Palacio Arzobispal, a cuya puerta pude dejar el coche. La verdad es que de Zamora sólo sabía que no se ganó en una hora y que, allí, Bellido Dolfos (hijo de Dolfos Bellido) apioló al rey Sancho con lo que Alfonso VI pasó a ser rey de Castilla y de León. Últimamente también aprendí que la soberana de Zamora, Doña Urraca, estuvo en un tris de casarse con el Cid pero éste prefirió a Sofía Loren. Por cierto, junto al Palacio Arzobispal se levanta la humilde, en comparación, Casa del Cid o Palacio de Arias Gonzalo, cuya puerta principal da a una calleja tan estrecha que Babieca difícilmente podía pasar; se entiende que Rodrigo cambiase el Duero por el Turia y se fuera a vivir a Valencia. Hablando del D. Rodrigo Díaz: mi amigo Adolfo, asturiano, me contaba hace años por qué Asturias ha renegado siempre del Cid. La causa había que buscarla en el romance de La Jura de Santa Gadea cuando se dirige al rey en estos términos:

“Villanos mátente, Alfonso,
villanos, que non fidalgos;
de las Asturias de Oviedo,
que non sean castellanos”.

Antes de atacar la Catedral, atravesamos la Puerta Óptima para contemplar el Duero desde las alturas. Se nos enrolló un chaval que venía en bicicleta desde Valencia; intercambiamos fotos: él nos hizo una a Quiosquera y a mí juntos, y nosotros le hicimos una junto a la bicicleta; para que se la enseñara a sus papás a la vuelta.

La foto que hizo el ciclista

A la que nos descuidamos se nos coló una excursión del Imserso. Los dejamos pasar mientras nos dedicábamos a la fachada de la Catedral que da hacia la casita del arzobispo. Los encontramos en la Plaza de la Catedral, dentro del recinto; pensamos que la iglesia estaba abierta y que la podríamos visitar. Fue que no. Los del Imserso habían pasado la verja pero las puertas estaban cerradas. O sea, la tuvimos que ver por fuera. No sabría decir si es bonita, monumental o qué; es rara y, por lo mismo, atrayente.

La Catedral

Nos dirigimos hacia el castillo, o lo que queda de él, aprovechando la sombra de los árboles que pueblan una pequeña zona ajardinada. Aunque la plataforma para salvar el foso estaba bajada, las puertas del castillo permanecían cerradas a cal y canto. Nos hubimos de conformar con admirar el paisaje desde unas plataformas de madera preparadas para uso de los guiris. Un sendero de piedra daba acceso a lo que creo era el Portillo de la Traición (por donde entró Bellido Dolfos en Zamora después de darle matarile al rey Sancho).

Portillo de la Traición o de la Lealtad

Si no lo he entendido mal, ahora esta entrada se denomina Puerta de la Lealtad porque, no en vano, el tal Dolfos no fue un traidor a Sancho, rey de Catilla, sino un hombre leal a Alfonso que, al fin y al cabo, era el titular de la Corona de León.

Bajamos por la Rúa de los Notarios con la intención de llegar a la Plaza Mayor dejando a nuestra izquierda la Iglesia de San Isidoro, que destaca porque en lugar de campanas está plagado de nidos de cigüeña.

San Isidoro

Nos paramos en una plazoleta a refrescarnos por dentro y allí se nos agotaron las pilas. Haciendo un esfuerzo sobrehumano fuimos capaces de asomarnos a a Santa María Magdalena y al pórtico de un convento que había enfrente. Desde una calleja que bajaba hasta una especie de mirador, echamos un último vistazo al Duero y retornamos hasta la Casa de Cid. Ya encochados, salimos por la Puerta Óptima y rodeamos Zamora por las murallas hasta que María Angustias dio la orden tajante de que emprendiésemos el camino de León por la N-630.

Puente sobre el Duero

Después del día que llevábamos a las espaldas decidimos buscar un hotelito en las afueras y reservamos habitación en el Hotel Cortes de León, km. 141 de la N-630. Hicimos la ronda de León y enfilamos camino de Asturias. Allá por el kilómetro 144, María Angustias empezó a avisarme de la proximidad de nuestro destino, hecho que se consumó justo en el kilómetro 143. Entonces lo entendí. Jubilé a Mari Pili anticipadamente y cuando todavía estaba en edad de rendir; los planos de Viamichelín eran correctos; los satélites del norte detectaban perfectamente nuestra posición; María Angustias es cojonuda y sigue al pie de la letra las órdenes del Tostón. Quien falla es Pepiño Blanco que, al mandar hacer las carreteras, ha puesto el kilómetro 143 en el lugar que los planos señalaban como 141 y así no hay forma de llegar a ningún lado. En adelante hemos comprobado que, en bastantes sitios, hay una cierta diferencia entre el kilómetro que muestra la carretera y el kilómetro del plano del Tostón e igual sucede con los números de las casas. Lo que no falla es cuando determinamos ir a un cruce de calles. Ahí coinciden el Ministro de Fomento y María Angustias.

En el hotel tuvimos un ligero problema. Las luces del replano del ascensor y las del pasillo se iban encendiendo a nuestro paso, sólo que estaban tan bien calibradas que, apenas pasábamos, se apagaban. Encontrar la rajita para meter la tarjeta magnética y abrir la puerta fue una aventura: al pararnos, las luces se apagaban y no había forma de acertar. Tuve que dedicarme a pasear por el pasillo mientras Quiosquera manipulaba el artilugio.
- Nos hemos equivocado –le dije-. Este no es el Hotel de las Cortes de León, es el Hotel de los Cortes de Neón.

5 comentarios:

A las 10/7/10 09:38 , Blogger Juan Manuel ha dicho...

Ufff!!!! Dame un par de días para leer el post, y poder escribir algo. ¿Vale?

 
A las 10/7/10 22:20 , Blogger BANDOLERA ha dicho...

Jajajajaj!! Lo mismo dice una menda! Saludos.

 
A las 14/7/10 11:52 , Blogger Juan Manuel ha dicho...

Puedo prometer y prometo que me he leído tu post entero, sí señor. La cosa me ha llevado algo más de los dos días previstos inicialmente, pero ha valido la pena, por supuesto. Las fotos espectaculares, y el texto... bueno; qué voy a decir. Me he sentido "tocado". Me dan ganas de proponer a la Junta de Castilla y León que te den el título de "cronista-bloguero mayor del reino", porque te lo mereces con creces.
Me ha dado un poquito de pena que os quedáseis sin ver algunas cosas, pero ya se sabe; son cosas que pasan y estoy seguro de que, a pesar de esas pequeñas "asignaturas pendientes", habéis quedado prendados de esa muestra de los maravillosos lugares que posee esa tierra y que, lamentablemente, son tan poco conocidos. Sí; ya sé; falta de promoción... y de marketing, si se me permite. Pero ha sido así desde siempre y me temo mucho que lo segurá siendo durante mucho tiempo. Ya sabes que a la catedral de Palencia se le puso el apelativo hace muchos años de "La Bella Desconocida", nombre que se hizo después extensivo a toda la ciudad. Así es, lamentablemente, y es precisamente por ese motivo por el que a los que somos de esas tierras nos produce una enorme satisfacción ver que la gente como tú valora y admira todas sus maravillas. Así que, por la parte que me toca, muchas gracias por tus fantásticas crónicas de viaje, y un fuerte abrazo.

P.D.: Bandolera: ahoras te toca a ti, ¿vale?

 
A las 15/7/10 17:58 , Blogger BANDOLERA ha dicho...

¡Ayayayayayaaayyy!! Juan manuel, ¡Puedo prometer y prometo que me lo leo este finde!!

 
A las 16/7/10 14:13 , Blogger Juan Manuel ha dicho...

Bandolera: Bueno, vale, de acuerdo... Pero después de leerlo, tendrás que escribir algo, ¿no? Si no, no vale...

 

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