Ortografía municipal
La
temporada laboral de mi padre empezaba en febrero con la recolección y venta de
prensules y habichuelas verdes; en abril y mayo venía el golfo de pepinos,
tomates, berenjenas y pimientos, y junio y algo de julio servían de remate con
melones y sandías; agosto, al fin, era el mes del ajuste de cuentas con los
agricultores y cierre de la temporada propiamente dicha. El resto del tiempo lo
dedicaba mi padre a ir de pesca tierra adentro; por mucho empeño y cuidado que
se pusiese, siempre había algún besugo que intentaba escaparse sin liquidar sus
deudas. Sus viajes se sabía cuando empezaban pero nunca cuando acababan:
iniciaba la persecución de un buen ejemplar, pongamos que en Murcia, y
terminaba dando con él en Badajoz, un poner. Por eso no le gustaba viajar solo
y casi siempre se hacía acompañar por algún amigo que anduviese desocupado en
aquel momento; su acompañante más habitual era Frasco Rivas.
La
señalización de las carreteras de entonces era correcta en cuanto a símbolos de
tráfico pero no se distinguía precisamente por la abundancia de información al
conductor; cuando ésta se producía, solía aparecer en mayúsculas y carente de
acentos ortográficos. Contaba mi padre que, en cierta ocasión, circulando por la N-432
vieron un letrero: ILLORA 7.
-
illóra, ziete –leyó correctamente Frasco Rivas-.
-
íllora, Frahco, íllora. Eh que tráfico va huhta de prezupuehto y ze come loh acentoh –lo ilustró mi padre-.
Aún
es frecuente que tráfico se coma los acentos sea cual sea el presupuesto, aunque
es fácil observar que, tanto el ministerio como los ayuntamientos, están
intentando colocar los acentos en su sitio. Es de agradecer.
De
vez en cuando se produce un exceso de celo y podemos encontrar carteles como el
que ilustra el artículo: “SÓLO PAPEL Y CARTÓN (olé). Tú papel es importante
(cachiiisss)”.
El contenedor está situado
frente al Teatro Auditorio de Roquetas de Mar, pero hay muchos otros
distribuidos por todo el municipio. “Tú”, acentuado, es pronombre personal;
“tu”, sin acento”, es adjetivo posesivo. O era así en la gramática de Nébrija
renovada; ahora, quizá, ambos sean simplemente determinantes. Pero por ahí va
la cosa.
Esto
en Cataluña no hubiera pasado nunca: los funcionarios catalanes deben tener un
nivel de conocimiento del catalán que para sí quisieran muchos universitarios
de letras. Cuando Quiosquera se preparaba para obtener el “Nivel C”, seguí sus
estudios y puedo asegurar que la mayoría de funcionarios españoles, incluidos
los catalanes, no aprobarían un examen similar en castellano. No excusa esto al
municipio de Roquetas: bien podría procurar el señor alcalde que uno de sus asesores dominase el idioma.
En
todo caso, hay que agradecer al señor Amat que, por lo menos, pretenda que las notificaciones de su municipio se escriban correctamente; sólo se equivoca quien lo intenta.
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