domingo, marzo 03, 2013

¿Fracaso o demora?


Corría el mes de marzo de 2002 cuando aterricé por primera vez en las Islas Británicas; anteriormente había visitado la parte continental del Reino Unido, concretamente cuando me acerqué a saludar a las monas de Gibraltar y los a llanitos del estrecho. Dados los antecedentes y no queriendo hacer demasiada sangre, mi familia y yo nos pusimos como objetivo llevarnos por delante a la Reina Madre, en la seguridad de que, por grande que fuese el daño, siempre sería menos perjudicial que si liquidábamos a Isabel II o al Príncipe de Gales. En Pies para quiosquero, “Casualidad o mal fario”, relaté cómo se sucedieron los hechos y cómo el día de Viernes Santo se consumó el maleficio; también conté que una familia de allende los mares nos preguntó si teníamos pensado visitar Venezuela.
- Es por si su “mala influencia” se cumple con Chávez y nos lo quitan de en medio ¿saben?
Han pasado 10 años largos sin que tuviésemos oportunidad de viajar a las Américas y, aunque hemos recordado muchas veces el incidente de 2002, tanto el presidente venezolano como Fidel Castro (que es otro de los que esperan nuestra visita para retirarse definitivamente) se han mantenido firmes, si bien no disfruten de muy buena salud.

Cuando en noviembre de 2012 embarcamos en Barcelona rumbo a Brasil, no se me ocurrió qué personaje importante de aquellas tierras debería echarse a temblar; si acaso, podría tocarle a Lula, pero no tenía ningún presentimiento en que apoyar tal posibilidad. Pensé que era posible que, dado que no soy un asiduo visitante del Nuevo Continente, Fidel Castro se las valiese de mi relativa cercanía y dejase de ser la sombra que se abate sobre Cuba. Era, sin embargo, muy forzado.

Lo comentamos con nuestros compañeros de mesa y se lo tomaron ciertamente a pitorreo. Hasta que la tripulación nos avisó que nos desviábamos a Cabo Verde por una urgencia sanitaria. Las noticias se filtran y los rumores corren: las urgencias eran dos; por una parte habíamos de desembarcar una pasajera que había sufrido un ictus y, por otra parte, aprovechábamos la parada para entregar un fiambre, víctima de un infarto.
- ¿Vosotros sois gafes o qué? –dijeron nuestros compañeros.
- ¡Qué  va! –nos defendimos-. La experiencia nos dice que sólo se ven afectados personajes importantes y siempre que no viajen con nosotros.
No acabaron de creérselo, mucho menos después de comprobar que medio pasaje estaba afectado por una gripe rara que mantenía al equipo sanitario trabajando a tope y que se acercaba peligrosamente a quienes se relacionaban con nosotros, Quiosquera incluida.
Las sospechas se agravaron después de que el capitán nos informase que acelerábamos la marcha para adelantar nuestra llegada a Recife debido a una nueva urgencia médica. Radio Macuto informó que esta vez eran cuatro los difuntos, incluido un suicido por “over” dosis. Lo cierto es que nuestra arribada a Recife estaba prevista para las 2 de la tarde y a las 7 de la mañana ya estábamos en puerto. No nos dejaron bajar, sin embargo.

Durante la travesía del Atlántico estuvimos desinformados; el satélite de RTVE no tiene previsto que, fuera de nuestras aguas territoriales, naveguen pateras con españoles a bordo. Las únicas emisoras que se veían eran una italiana y otra alemana; la italiana daba continuamente programas al estilo Rafaela Carrá y la alemana no había dios que la entendiera. Llegados a Recife, empezamos a conectar con la televisión brasileña y nos enteramos que las había palmado Óscar Niemeyer, arquitecto que diseño y/o construyó parte de los edificios importantes de Brasilia. Bien podía ser éste el personaje célebre afectado por nuestro maleficio, pensé, aunque no me convenció la idea, toda vez que del citado arquitecto no sabía yo ni que fuera brasileño ni que hubiera sido el artífice de su capital y no me gusta apropiarme méritos que no son míos. Finalmente, el 10 de diciembre, creo, dieron la noticia del traslado de Hugo Chávez a La Habana para una operación de urgencia. Es cierto que Venezuela (Caracas) queda un poco alejada de Recife y de la ruta que seguíamos pero ¿por qué una piraña despistada no hubiera podido recoger  la onda maléfica, subir el Amazonas, trasvasar al Orinoco y, por algún atajo desconocido, llegar hasta el lago Maracaibo?

Chávez continúa en paradero desconocido (dentro, claro está, del Hospital Militar de Caracas) y Maduro ya no sabe cómo explicar su estado de salud (como Gospedal con la indemnización de Bárcenas). Démosle tiempo al tiempo y después determinaremos si conservamos o hemos perdidos los poderes de que gozábamos en el extranjero.

Martes, 05 de marzo, 23:30h. ¡Vaya, hombre! Acaban de anunciar la muerte de Hugo Chávez.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio