Paso del ecuador
En
cuanto se bordean las Islas Canarias y el transatlántico pone rumbo al ya no
tan Nuevo Mundo, el sufrido viajero tiene varias opciones para matar el tiempo
durante los 5 días que dura la travesía que ha de llevarlo al otro lado del
océano. Una de ellas consiste en observar la pantalla que, “gepeese” mediante, indica la posición
del barco respecto a los tres continentes que tiene a mano. Ipso facto se comprueba que Colón se
equivocó; el Almirante siguió, milla arriba, milla abajo, el curso del Trópico
de Cáncer en la certeza de que la tierra era una esfera perfecta y que la
perpendicular a las costas de Catay marcaba el camino más corto para llegar a
las Indias. Él, que sabía portugués, debió preguntar a Bartolomeu Dias y Vasco
da Gama por el estado de la ruta que los navegantes del país vecino habían
seguido para llegar al Cabo de Buena Esperanza, camino de la India (en singular);
es probable que sus colegas hubieran tomado alguna vez una salida equivocada y
hubiesen alcanzado a ver las gaviotas que vuelan 300 millas al este de
las costas de Brasil. Ese pequeño error lo condujo por el camino más largo, de
tal modo que, de no topar con la isla de Guanahani, lo mismo atraviesa el Canal
de Panamá sin darse cuenta y se planta en las arenas del Mar de China.
De
haber visto el Mapa Mundi de Juan de la Cosa se habría dado cuenta que era
mejor seguir un rumbo distinto, bajando en diagonal hasta Brasil; además, al
ser cuesta abajo, habría llegado antes y con mayor facilidad, sin estar mediatizado por los vientos alisios.. Quizá, pienso ahora, el mapa de Juan de
la Cosa fuese posterior a los viajes de Colón, en cuyo caso se me hunde toda la
teoría que trataba de desarrollar; en cualquier caso, Colón se quedó sin
atravesar el ecuador por no tomar rumbo sur-suroeste, y eso que en el mentado
mapamundi aparece marcado con trazo firme y preciso.
Si
el Almirante no pasó el ecuador ni en su primer viaje ni en los sucesivos, a mí
me hacía mucha ilusión cruzarlo la primera vez que navegaba algo más allá de
Mallorca. Durante los días que duró el crucero, cada noche nos encontrábamos
sobre la cama el programa de actos del día siguiente, tanto los que tenían
lugar a bordo como los que recomendaban llevar a cabo en los puertos donde
hacíamos escala. El programa de festejos que nos entregaron la noche del 4 de
diciembre anunciaba para el día siguiente el paso del ecuador; no quiere decir
que estuviésemos a mitad de viaje sino que a las 23,45 cruzaríamos la línea
imaginaria que marca la separación de los hemisferios norte y sur. Durante la
cena comentamos con nuestros compañeros de mesa los fastos que se preparaban
para conmemorar un hito tan esperado por casi todos nosotros.
-
Parece ser
–decía Juan- que nos reuniremos en la cubierta 10 y allí el capitán y la tripulación nos irán informando a medida que nos acerquemos.
-
Lo que a mí me jode –dije- es que cruzamos de noche. Así no veremos la raya
blanca que señala la situación exacta del ecuador. ¡Con la ilusión que me
hacía!
-
¿Es que se ve? ¡No será verdad! –intervino Pili-.
-
Bueno, no estoy seguro si la raya es blanca o de otro color, ni de qué anchura
es; si es como la bola del mundo que tengo en casa, la línea es azul oscuro y
bastante gorda.
-
¿Sí?
-
Piiili, ¿no ves que está de cachondeo?
-
Ya me parece, pero lo dice tan serio que me ha hecho dudar.
-
A Quiosquero, ni caso –Quiosquera siempre en mi apoyo…-
Finalmente cruzamos el ecuador en los últimos minutos
del 5 de diciembre de 2012. Hasta nos dieron un certificado que lo prueba pero,
tal como me temía, la oscuridad nos impidió comprobar si la raya estaba pintada
o no. Habrá que volver para asegurarse.
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