jueves, septiembre 27, 2007

Niños de hoy

Anoche recibí un emilio con Power Point adjunto Ya lo había visto antes pero lo volví a leer. El autor o autora compara los niños de épocas anteriores con los de ahora y llega a la conclusión de que estos últimos están amariconados. No le falta razón aunque deduzco que debe ser de ciudad ya que se le escapan un par de las mariconadas que denuncia.

1. Dice “Los niños actuales sólo beben agua mineral y embotellada. Nosotros bebíamos directamente del grifo y, a veces, hasta lo chupábamos”.
En los pueblos, por lo menos en el mío, no había agua corriente y no conocíamos la existencia de tal artilugio. Los pueblerinos bebíamos agua de la acequia o de la alberca. Apartábamos las escamas, agitábamos el agua para no tragarlos los renacuajos, metíamos la cabeza y a tragar.
De vez en cuando pillábamos una diarrea pero mamá, que era experta en cuestiones de medicina, nos decía que eso era porque teníamos las tripas sucias. Así que cuando se acababan las cagarrinas nos endiñaba una cucharada de aceite de ricino o un trago de agua de carabaña y nos pasábamos dos días cagándonos por las patas abajo. Eso sí, se nos quedaban las tripas más limpias que los chorros del oro.

2. Dice “Jugábamos a tirarnos piedras y, si alguna acertaba, el desaguisado se arreglaba con unos puntos y un poco de mercromina”.
En mi pueblo sólo le daban puntos a los que se operaban de una hernia o del dolor miserere. A la mercromina me la presentaron cuando ya tenía 16 ó 17 años. Hasta entonces, si llegabas descalabrado, mamá te lavaba la herida con jabón de sosa y te echaba un chorro de alcohol. Mientras soplabas para aliviar el escozor sentenciaba: “Lo que escuece cura”.
Los niños aprendimos que si meabas sobre una herida abierta también escocía. Por puro silogismo eso significaba que curaba. Así que nos aplicábamos la medicina. Y si no llegabas a aplicarte autocura, siempre había un compañero dispuesto a hacer de boticario y suministrarte la medicina. Y si la herida seguía sangrado nos echábamos un puñado de tierra y a seguir jugando.

¡Que alguno se quedó en el camino! Sí. Pero sólo los enclenques. Era selección natural. No imagino qué hubieran podido hacer al enfrentarse con problemas de verdad.

2 comentarios:

A las 27/9/07 23:40 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Me fizeste lembrar que quando meus dentes doiam, minha avó mandava colocar neles fumo de rolo, não sei se conheces. A dor amortecia mas é claro que não curava cáries. Resultado: de moça tinha os dentes horríveis, o que me fez gastar horrores em dentista e fiquei viciada em cigarro. ( que aliás já larguei). Podia ser pior ainda: podia ter me viciado em cachimbo, que é onde se usava o fumo de rolo :)

 
A las 28/9/07 19:34 , Blogger Quiosquero ha dicho...

maray, me has hecho rememorar costumbres ya olvidadas. En mi pueblo también se aliviaba el dolor de muelas aplicando "tabaco de liar" en el diente afectado.
Saludos.

 

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