Israel-Jordania I
Desde 1967 (Guerra de los Seis Días) tenía ganas de conocer Israel y su entorno pero, no siendo un dechado de valentía, tuve que esperar casi 30 años en cumplir mis deseos. Durante unos años estuve al día de los follones en Jerusalén (intimada, autonomía de Gaza y Jericó…) hasta que consideré que la tensión en la zona había bajado y, sólo entonces, nos liamos la manta a la cabeza y elegimos un combinado Jordania-Israel.
Como siempre me preparé el viaje a conciencia y, como siempre, aproveché para leer algo sobre historia, religión y costumbres de los países que iba a visitar. Los problemas los tuve en religión. Me costó enterarme de similitudes y diferencias entre Pentateuco, Torá, Talmud y Cábala y confieso que acabé haciéndome un lío entre chiítas, fatimitas y sunitas y los cuatro califas que, al final, resultaron ser tres.
Pero el tema al que más tiempo dediqué fue a los evangelios canónicos y a los apócrifos. De los canónicos tenía un librillo en mi casa, que no leí porque consideré que con lo que sabía ya tenía bastante. Pero sí profundicé en los apócrifos (hasta que me cansé de leer). Muchos de ellos se empeñaban en describirnos la vida de Jesús niño y no tenían mucho interés; por el modo en que presentaban al protagonista, soberbio y vengativo, era lógico que la Iglesia los rechazara. Pero había otros que, inexperto en teología, no entendí el motivo para que no subieran a los altares. En el prólogo de la edición que me compré se describían tres versiones de cómo se habían elegido los evangelios verdaderos.
· Reunidos los padres de la Iglesia, invocaron al Espíritu Santo. Cuatro palomas entraron por una de las ventanas y se posaron sobre los cuatro evangelios que conocemos.
· Colocados todos los evangelios conocidos sobre una mesa, se invocó al Espíritu Santo y cayeron al suelo los falsos.
· Los padres de la Iglesia colocaron sobre una mesa los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y gritaron: “Si no sois los evangelios verdaderos caed al suelo”. No cayó ninguno.
Estaba previsto salir de Madrid el sábado a medio día pero, a última hora, el viaje se adelantó al viernes a las 10 de la noche. Pasamos el día en la capital y, claro está, acabamos viendo los mismos cuadros de siempre en el Museo del Prado. A media tarde tomamos un taxi para el aeropuerto.
- ¿De dónde vienen ustedes?
- De Barcelona.
- Del Barça ¿no?
- No.
- No me digan que son del Real de Madrid porque los bajo aquí mismo.
- Soy del Betis pero usted me lleva al aeropuerto pasando por las puertas del Bernabéu.
- Bueno, Betis y Atleti son como hermanos en el espíritu deportivo.
En el aeropuerto nos dieron la documentación de viaje. Faltaba el visado pero la señorita de la ventanilla nos aseguró que llevábamos visado colectivo y que nos lo darían en el aeropuerto de Ammán. A nuestro lado dos parejas tramitaban los mismos papeles. Habían cogido el viaje dos días antes y no estaban muy enterados de cómo funcionaba el invento. Los dejamos con sus pesquisas.
Al pie del avión hubimos de reconocer nuestras maletas. En aquella época era lo normal viajando a países limítrofes con Israel. No subía ni una maleta al avión si el propietario no volaba con ella.
En Ammán, al salir del gusanito, nos esperaba un morete con el visado. Un papel escrito a máquina con el nombre de los pasajeros. Los cuatro últimos iban añadidos a mano.
- ¿Quién es jefe expedición? –preguntó el moro.
Silencio. Nos miramos unos a otros.
- Uno de ustedes tiene que ser jefe.
- Yo mismo –dije.
Me dio el papel que nos pedirían en todos los pasos fronterizos de Jordania y al salir del país.
- ¿Por qué has salido voluntario? –me preguntó Quiosquera.
- Porque si yo tengo el papel nosotros saldremos. Ya verás como los demás nos cuidan.
Entre retrasos y cambio horario llegamos al hotel a las 3 de la mañana. Y eso que era un hotel al lado del aeropuerto porque el definitivo no lo tendríamos hasta el día siguiente. En recepción vimos a las dos parejas de la ventanilla de Madrid discutiendo con el recepcionista y el morete. Hicimos mutis por el foro.
Como siempre me preparé el viaje a conciencia y, como siempre, aproveché para leer algo sobre historia, religión y costumbres de los países que iba a visitar. Los problemas los tuve en religión. Me costó enterarme de similitudes y diferencias entre Pentateuco, Torá, Talmud y Cábala y confieso que acabé haciéndome un lío entre chiítas, fatimitas y sunitas y los cuatro califas que, al final, resultaron ser tres.
Pero el tema al que más tiempo dediqué fue a los evangelios canónicos y a los apócrifos. De los canónicos tenía un librillo en mi casa, que no leí porque consideré que con lo que sabía ya tenía bastante. Pero sí profundicé en los apócrifos (hasta que me cansé de leer). Muchos de ellos se empeñaban en describirnos la vida de Jesús niño y no tenían mucho interés; por el modo en que presentaban al protagonista, soberbio y vengativo, era lógico que la Iglesia los rechazara. Pero había otros que, inexperto en teología, no entendí el motivo para que no subieran a los altares. En el prólogo de la edición que me compré se describían tres versiones de cómo se habían elegido los evangelios verdaderos.
· Reunidos los padres de la Iglesia, invocaron al Espíritu Santo. Cuatro palomas entraron por una de las ventanas y se posaron sobre los cuatro evangelios que conocemos.
· Colocados todos los evangelios conocidos sobre una mesa, se invocó al Espíritu Santo y cayeron al suelo los falsos.
· Los padres de la Iglesia colocaron sobre una mesa los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y gritaron: “Si no sois los evangelios verdaderos caed al suelo”. No cayó ninguno.
Estaba previsto salir de Madrid el sábado a medio día pero, a última hora, el viaje se adelantó al viernes a las 10 de la noche. Pasamos el día en la capital y, claro está, acabamos viendo los mismos cuadros de siempre en el Museo del Prado. A media tarde tomamos un taxi para el aeropuerto.
- ¿De dónde vienen ustedes?
- De Barcelona.
- Del Barça ¿no?
- No.
- No me digan que son del Real de Madrid porque los bajo aquí mismo.
- Soy del Betis pero usted me lleva al aeropuerto pasando por las puertas del Bernabéu.
- Bueno, Betis y Atleti son como hermanos en el espíritu deportivo.
En el aeropuerto nos dieron la documentación de viaje. Faltaba el visado pero la señorita de la ventanilla nos aseguró que llevábamos visado colectivo y que nos lo darían en el aeropuerto de Ammán. A nuestro lado dos parejas tramitaban los mismos papeles. Habían cogido el viaje dos días antes y no estaban muy enterados de cómo funcionaba el invento. Los dejamos con sus pesquisas.
Al pie del avión hubimos de reconocer nuestras maletas. En aquella época era lo normal viajando a países limítrofes con Israel. No subía ni una maleta al avión si el propietario no volaba con ella.
En Ammán, al salir del gusanito, nos esperaba un morete con el visado. Un papel escrito a máquina con el nombre de los pasajeros. Los cuatro últimos iban añadidos a mano.
- ¿Quién es jefe expedición? –preguntó el moro.
Silencio. Nos miramos unos a otros.
- Uno de ustedes tiene que ser jefe.
- Yo mismo –dije.
Me dio el papel que nos pedirían en todos los pasos fronterizos de Jordania y al salir del país.
- ¿Por qué has salido voluntario? –me preguntó Quiosquera.
- Porque si yo tengo el papel nosotros saldremos. Ya verás como los demás nos cuidan.
Entre retrasos y cambio horario llegamos al hotel a las 3 de la mañana. Y eso que era un hotel al lado del aeropuerto porque el definitivo no lo tendríamos hasta el día siguiente. En recepción vimos a las dos parejas de la ventanilla de Madrid discutiendo con el recepcionista y el morete. Hicimos mutis por el foro.
4 comentarios:
!Bieen¡ una nueva aventura por entregas de los viajes de Quiosquero Fogg allende los mares.
Ya estoy deseando leer más.
Saludos a todos.
Hola, de casualidad (y de aburrimiento en el trabajo) he caido en tu blog, y claro, la foto de hoy me ha llamado la atención prque llevo 8 meses viviendo en Jordania...
Supongo que ya habrás terminado el viaje, si no, te recomendaria paciencia con los israelitas.
Tengo curiosidad por saber como percibe alguien que no son mis amigos ( y que no tiene que decirme lo maravilloso que es) el país, así que me volveré a meter a ver que te ha parecido vale?
un beso!!
Hola, Alvarhillo y familia.
Desde luego nuestros viajes podrían encajar,tanto en la "Vuelta al mundo de Willy Fogg" como en los "Viajes de Gulliver".
A ver si un año, cuando el peque sea más mayorcito, coincidimos todos en un viaje. Estamos seguros que no tendríais tiempo para aburriros. Lo nuestro es de vértigo. Siempre pasan cosas interesantes!!!
pasaba pòr aqui, este viaje terminó hace 12 años y fue muy denso por lo que mi contacto con la población no llegó a mucho.
Iré dando mi parecer sobre lo que encontré aunque mi juicio, por poco trabajado, tenga un valor mínimo.
alvarhillo, continuará.
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