miércoles, septiembre 19, 2007

Eppur si muove


Desde la aparición de la televisión ya nada es igual. Hace años iba uno por la calle de cualquier ciudad y se notaban los paletos a tiro legua. Boina hasta las orejas, chaqueta recién sacada del baúl, corta de mangas y de tiro (por las arrugas) y boca abierta sorprendido por las maravillas que observaba. Los paletos ya no son paletos porque han visto la televisión. Sólo usan la boina en las faenas del campo y llevan el traje con la misma soltura que Richar Guere.

Quedan lejanos los tiempos en que, en verano, sacábamos la silla a la calle y nos sentábamos a tomar el fresco. Y no es que la calle hiciera menos calor que dentro de casa; es que como no había televisión, teníamos así oportunidad de montar una tertulia con los vecinos.

En las tertulias de mi puerta eran habituales Frasquito el barbero y mi tío Ben. Frasquito era de un pueblo algo más grande y parecía más refinado. Además viajaba y leía el periódico por lo que parecía entender de todo.
- Justo al atravesar la vaguada vimos…

Yo le preguntaba a mi padre.
- ¿Qué es una vaguada?
- Pues como un barranquillo.
Y me hacía una idea más o menos clara de lo que significaba aquella palabreja que había oído por primera vez.

Recuerdo una ocasión en que se hablaba de astronomía. Bueno, no exactamente. Los periódicos habían publicado que los yankis estaban desarrollando un proyecto para mandar un cohete a la luna. Mi padre, bastante socarrón, apuntaba:
- Los americanos son tontos. En vez de esperar a que la luna esté en lo alto, tan lejos, lo que tienen que hacer es colocarse en la punta de la rambla que es por donde sale cada noche y con un saltito de nada ya están.
Frasquito nos explicaba entonces que la luna estaba siempre a la misma distancia de la tierra y que era nuestro planeta el que rotaba sobre si mismo. Y hacía una exposición gráfica.
- Un poner. Supongamos que la luna es el extremo del respaldo de la silla. La tierra estaría tal que así –cerraba el puño para darle forma esférica-. ¿Veis? En esta posición parece que la luna se encuentra en el borde de la rambla pero a medida que la tierra gira –rotaba el puño- es cuando se ve la luna en lo alto.
- ¿A tí que te parece, Antonio? –preguntaba mi tío Ben.
- Hombre, eso es lo que decían en la escuela. Pero digo yo que si fuera así –cerraba también el puño y apoyaba el dedo índice de la otra mano sobre el puño cerrado- mientras estamos arriba no pasa nada pero –y daba vuelta al puño hasta que el dedo índice quedaba cabeza abajo- cuando llegamos a esta posición nos caeríamos.
- ¡Coño! –apostillaba tío Ben-. Eso es lo que digo yo.

2 comentarios:

A las 20/9/07 16:39 , Blogger alvarhillo ha dicho...

Hola quiosquero, me alegro de que hayas retomado el decúbito. Me ha encantado tu historia sobre la luna y la sillica baja. Es una pena que ya no se salga a la puerta al caer la noche. Yo he llegado a conocerlo y mi madre me cuenta que en el pueblo donde ella pasaba los veranos la gente salía en pijama y zapatillas y las señoras en camisón y bata y se iban como si tal cosa a departir con las vecinas.
Que pena.

 
A las 30/9/07 19:31 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Hola Quiosquero, yo he tenido el privilegio de vivir esto d primera mano, la verdad creo que soy joven, pero afortunadamente, yo los veranos los pasaba en mi pueblo, en casa de mi abuela, y aparte de charlar con los vecinos o jugar hasta tarde, privilegios de un pueblo en verano, ademas eramos muchos nietos, asi que siempre venian a nuestra puerta la gente para las tertulias, y se pasaba un buen rato, sigue asi y gracias por tus historias

 

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