jueves, marzo 10, 2011

Necesitamos su colaboración

cincodias.com

He pasado el fin de semana en las cercanías de Madrid, concretamente, en Fuenlabrada y Móstoles. Para estos menesteres echo mano a María Angustias, sólo que cometí un grave error: para encontrar con más rapidez los satélites, la conecté a Internet y vimos que había disponible una actualización de los mapas del Tostón. Como era de lógica, permití a María Angustias que se estudiase las nuevas rutas y, no sé si yo me pasé con la Centramina o si ella estaba cansada, la cuestión es que cogió un enorme dolor de cabeza que la dejó inútil para pensar. Cada vez que trataba de programar la ruta del día siguiente, me contestaba con las mismas palabras: “No hay mapas”. Y al intentar recuperar la copia anterior, era el ordenador quien me avisaba: “Error writing file Iberia/cline.dat” (mas o menos).
Recurrí a Dalr y me prestó a Marta, su becaria en el departamento de tráfico. Marta también es un Tostón pero con estudios; se nota. Su lenguaje es mucho más florido y se puede conducir casi sin mirarla. Informa de lo que uno se va a encontrar tras la próxima esquina, indica el carril concreto por el que se ha de circular cuando nos acercamos a una bifurcación y, por si fuera poco, tiene un acento casi sensual cuando dice: “Tome la salida A2, E90, Agotovía del Nordeste”.


Barcelona-Fuenlabrada

Como llevamos bastantes días en que nos bombardean con lo que vamos a ahorrar en gasolina con la limitación de la velocidad en autopistas y como la vuelta de mi viaje coincidía con la puesta en marcha de tal limitación, he querido comprobar por mí mismo cuánto me voy a ahorrar siguiendo estrictamente las normas. El viernes 4 de marzo, puse los contadores a cero y emprendí el viaje. He de decir que mi coche, adquirido expresamente para servir de almacén, es voluminoso y, en consecuencia, pesado. Si a eso le añadimos que puede actuar (a su libre albedrío) como un 4X4 y que tiene cambio automático (también dispone de cambio secuencial), resulta que gasta un güevo.
Escuchando a los expertos, me he enterado que el ahorro de combustible varía entre el 1% según unos y el 30% según otros; alguien me ha explicado después que los del 1% se refieren al ahorro relativo sobre los presupuestos del estado (aunque otros decían que se refiere al ahorro sobre la factura del petróleo), mientras que los del 30% se refieren al ahorro sobre el combustible dedicado a locomoción. En cualquier caso, todo parecía indicar que, a 110 km/h en autopista, viajar me va a salir casi gratis.
En el trayecto Barcelona-Fuenlabrada utilicé el cambio secuencial, es decir, el arranque y la forma de alcanzar la velocidad máxima a la que iba a circular, lo dirigía yo. Luego, una vez que había llegado a los 120 km/h, encendía el Cruise (Tom para los amigos), y así hasta Zaragoza.
De Zaragoza a Madrid la autovía no está bien; casi se podría decir que está en bastante mal estado; es más, yo creo que no hay autovía. Nos encontramos con unos cuantos kilómetros sin obras; eso quiere decir que disponemos de dos carriles por sentido de circulación, con más hoyos que el campo de golf de Almerimar. Le siguen otros cuantos kilómetros en obras, en la mayoría de los cuales, se ha de circular por el carril rápido del sentido contrario y, en el resto, por el único carril disponible; si se circula por un carril correspondiente al sentido propio, el límite de velocidad está fijado en 80 km/h, y si se circula por un carril del sentido contrario, el límite de velocidad es de 60 km/h. Éste mismo límite (60) es el rige para pasar la chicane, es decir, la S que nos lleva del carril propio al extraño y viceversa. La combinación dos carriles-un solo carril, se repite n veces (y aún me quedo corto). En este tramo, Zaragoza-Fuenlabrada, renuncié a la ayuda del Cruise (Tom) e hice el trayecto manejando el cambio secuencial y ajustándome a las normas de circulación, salvo cuando se me hizo de noche, a partir de Guadalajara, en que no tuve narices para conducir a 60 km/h con un camión a 2 metros de distancia y metiendo los faros a la altura de los ojos. Confieso que pequé y que subí un poco la velocidad, sobre todo cuando el camionero empezó a martirizarme poniendo y quitando la luz larga. Cuando aparqué en la cochera del Hotel Gema de Fuenlabrada, el ordenador de a bordo marcaba una velocidad media de 99 km/h y un gasto de carburante de 10,3 l.


Fuenlabrada-Barcelona

La vuelta coincidió con la entrada en vigor de la normativa, es decir, el 7 de marzo. En la cochera del Hotel Gema de Fuenlabrada puse los contadores a cero y, en cuanto entramos en la M-50, activé el Cruise: 110 km/h. Me olvidé del cambio secuencial y coloqué el automático en la posición D. Normalmente respeto las señales de circulación, sobre todo las que limitan la velocidad. Y lo hago por joder: no estoy dispuesto a pagar al “estado” ni un euro más de lo que estrictamente me corresponde, a menos que sea por equivocación o ignorancia. El trayecto Madrid-Zaragoza está en las mismas condiciones que el Zaragoza-Madrid, o sea, de juzgado de guardia. Y las señales, a la altura del ministro, o sea, para recaudar. Entiendo que, circulando por un solo carril y con conos a la izquierda, no es para ponerse a una velocidad propia de un circuito de carreras, pero ir a 60 km/h es para hacerle perder los nervios a cualquiera. Y lo siento por los camioneros y por mi madre. Por mi madre porque debió de pasar el día silbándole los oídos por los votos que le echaban el resto de conductores. Por los camioneros porque se los llevaban los demonios al comprobar que no me impresionaba cuando se me ponían a dos metros y me daban con las luces; porque se les veía en las formas cuando, al llegar a la zona en que las rayas blancas sustituían a las amarillas, daban un golpe de volante, se pasaban al carril rápido y me adelantaban al tiempo que tocaban la bocina lo más estridentemente que podían; y porque, un poco más adelante, cuando al peón caminero de turno se le había ocurrido poner la señal de fin de prohibición, los adelantaba de nuevo para cerrarles el paso en el siguiente tramo con velocidad limitada a 80 ó 60 km/h. Porque esa es otra: el lugar donde empieza la prohibición está perfectamente señalado; el lugar donde termina no está tan claro. La señal preceptiva puede estar en el lugar esperado, varios kilómetros más adelante o, simplemente, no estar. Y, aunque la capacidad de raciocinio del ministro no dé para entenderlo, eso es un peligro. Claro que, quizás, tráfico ya lo haya previsto y sea una nueva forma de ahorro de combustible pues cuando aparecía la señal y Cruise (Tom) lo notaba, el automático aceleraba a fondo y el coche salía disparado hasta alcanzar los 110 km/h.
Al alma me llegó el ruego del gobierno: Necesitamos su colaboración. Cierto es que no entendí si lo que quieren es que no infrinja la norma para ahorrar carburante o, en realidad, lo que les interesa es que la infrinja para colaborar con 100€ a la reducción del déficit que ellos mismos han ocasionado. Me gustaba más “Aunque usted pueda, España no puede”. Pero eran otros tiempos.
Lo cierto es que, al llegar a casa, observé los datos del ordenador de a bordo; velocidad media: 92 km/h.; consumo medio: 10,3 l. O sea, igual que en la ida. Podría ser que en un sentido el gasto hubiese sido de 10,39 (ida) y 10,31 (vuelta) pero no; al dar la vuelta a la manzana para aparcar, el consumo medio saltó a 10,4.


Conclusiones

1.- Respetando el límite de velocidad de 120 km/h en el trayecto Barcelona-Fuenlabrada y respetando el límite de velocidad de 110 km/h en el trayecto Fuenlabrada-Barcelona, MI coche no ahorra ni un solo decilitro de gasolina; me atrevería a asegurar que no ahorra ni un solo centilitro. Y si lo ahorrase, queda compensado (de largo) por la forma de conducir.
2.- Los trayectos Zaragoza-Madrid y Madrid-Zaragoza son un peligro para los conductores. Por el estado del asfalto y por la mala señalización, tanto por exceso como por defecto. Correr más de lo que el estado de la carretera aconseja, puede ser mortal. Limitar la velocidad por encima de lo que el estado de la carretera y los coches actuales permiten, también puede matar.
3.- Si el gobierno “necesita mi colaboración” para ahorrar gasolina, que cuente con ella aunque la nueva norma no afecte el gasto de mi coche. Pero si “necesita mi colaboración” para recaudar más, por mí ya puede ir poniendo un peaje en Sierra Morena.

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