Van Gogh
tapa.
8. f. Pequeña porción de algún alimento que se sirve como acompañamiento de una bebida.
Son varias las historias que se cuentan como origen del término tapa en su acepción de acompañamiento de una bebida, por lo general, alcohólica.
1.- En el siglo XIII, el físico de la corte recomendó que Alfonso X, el Sabio, tomase unos culillos de vino durante el día para mantener su buen tono y vigor. Como quiera que el rey notase los efectos del caldo, probó a tomar algún alimento que acompañase a la bebida y, en viendo que el tal alimento mitigaba los vapores del morapio, dictó una ley por la que declaraba obligatorio que en sus reinos se sirviese el vino con algo de comida.
2.- Llegado el Rey Católico a una taberna de la provincia de Cádiz, pidió un vaso de vino que le quitase el polvo de la garganta. Era tal la cantidad de moscas que habitaban el local, que el rey temió que alguna acabase nadando en su vaso y pidió algo para taparlo. El tabernero cortó una rodaja de salchichón y se la dio al rey: “Aquí tiene su tapa, majestad”.
3.- Cuando los tercios españoles imponían o trataban de imponer su ley a sangre y fuego por Europa, solían acompañar su cena con vino caliente para combatir el frío; y para que el vino conservase el calor, tapaban la jarra con la escudilla en la que les servían la comida. Vueltos a España, de permiso o licenciados, exigían tomar el vino con su correspondiente tapa.
4.- En época reciente, fue Alfonso XIII el protagonista de la última leyenda. También en la provincia de Cádiz, se detuvo el rey a tomarse un jerez en el Ventorrillo del Chato (no sé si el ventorrillo es igualmente responsable de que al vaso de vino se le llame chato) y, he aquí, que se levantó una ventolera y el mesonero tapó el vaso del rey con una loncha de jamón para evitar que el polvo estropease el vino. El rey apuró su jerez y se comió el jamón. Debió de parecerle bien la combinación ya que, una vez acabado, pidió otro vaso de jerez, también con tapa.
No es fácil que ninguna de las cuatro anécdotas referidas sea cierta. Mucho antes de que se tuviese noticia de los dos últimos Alfonsos, el XII y el XIII, Miguel de Cervantes y Francisco Quevedo ya habían hecho referencia en sus escritos a la costumbre de tomar el vino con algo de alimento. Tampoco es verosímil que Alfonso X legislara sobre la obligatoriedad de la tapa y, aunque simpática por la presencia de moscas en la taberna, no veo ni factible ni edificante que la primera tapa fuera de salchichón o salami por mucho de Fernando II de Aragón fuese el protagonista. Lo de la cena con vino caliente podría ser pero, como decía mi padre, los mejores trovaores fueron Jamonini y Vinini y no estaría bien romper la pareja, por lo menos en el momento de su fundación; aparte que, hasta 1970, el Diccionario de la Academia define tapa como andalucismo y en los tercios de Flandes había mercenarios de todas la razas conocidas. Sin embargo, para dar sentido al título, nos quedamos con esta última definición y la relacionamos con las tapas que hoy pueden degustarse en la comunidad andaluza, concretamente y como es mi caso, en Almería.
Los tercios que operaban en Flandes a las órdenes del Duque de Alba aprendieron a tomar su vino caliente y a mantener la temperatura tapando la jarra con la escudilla que contenía el escaso condumio. Al mismo tiempo, estos soldados adquirieron un porte insolente y chulesco (RAE. flamenco: chulo, insolente), no se sabe si aprendido de los naturales de Flandes o inherente a las tropas de ocupación. Nos inclinamos por la primera opción, conocida la altanería de Guillermo de Croy, Adriano de Utrech y la corte de flamencos que acompañaron a nuestro Carlos I cuando llegó a España para hacerse cargo de la Corona de Castilla. Dejando volar la imaginación, es fácil deducir que este porte llegara y sentase sus reales en Andalucía, bien a través de la corte establecida en Granada o de los soldados andaluces, martillo de herejes, que asolaron el territorio de las Diecisiete Provincias. Sea como fuere, Andalucía es hoy la sede, tanto del flamenco como de la tapa.
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En homenaje al origen de la tapa (sigo inventando), en Roquetas de Mar, justo en la confluencia de las calles Aranda de Duero y Arévalo (Parador de las Hortichuelas), hace unos años abrió sus puertas el Bar-Restaurante Van Gogh que, salvo el nombre, nada tiene que ver con el loco del pelo rojo. El Van Gogh no forma parte de ninguna ruta de tapas pero merece la pena desviarse de la ruta y degustar una caña de cerveza, un vaso de vino o un tinto de verano acompañado de su correspondiente bandejita de paella, una sartencilla con un huevo roto, una especial Van Gogh, un tabernero o un espeluznao. Tapa y bebida al precio de 1,70€. Si se renuncia a la tapa, la bebida sale al mismo precio, y si se renuncia a la bebida, la tapa sale a 1,50. Tapa gratis o bebida a 0,20. Elijan.
Por supuesto, la lista de tapas es mucho más amplia y el cliente elige qué tapa quiere y en qué orden. Por ejemplo, servidor, que con tres rondas se da por almorzado, puede tomar arroz a la cubana de primero, habitas con jamón de segundo y cazón a la vinagreta de tercero. Eso sí, el café se paga aparte.
4 comentarios:
En mis años de representante de comercio cuando anduve por la provincia de Granada,me alimenté muchos días a base de las "generosas " tapas de sus bares.
Afortunadamente todavía quedan lugares que cuidan del viajero.
Ya veo que de jubilado te dedicas a "el comercio" ( y el bebercio).
Un saludo
El bebercio sólo como acompañamiento.
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