miércoles, octubre 18, 2006

Aventuras y desventuras…: San Petersburgo I.

Mientras se hacía la hora para empezar la visita panorámica, Ricardo Con O, su esposa, Quiosquera y yo fuimos a dar una vuelta por el Báltico. Estaba helado y pudimos permitirnos el lujo de andar sobre sus aguas. Unos cien metros mar adentro había un fulano sentado en una silla y nos acercamos., Tal como los esquimales salen en los tebeos: el tío había abierto un agujero en el hielo y estaba echando unas cañas. Cuando vio que nos acercábamos, se levantó, cogió una red llena de peces y se empeñó en que la comprásemos. Obviamente no lo hicimos.
De regreso al hotel el riñón empezó a molestarme. Apenas hacía tres semanas que había tenido un cólico nefrítico y me detectaron un pedrusco en movimiento. El médico me recetó unas pastillas para acelerar la expulsión pero no me las tomé no fuera a ser que me hicieran efecto estando en Rusia. Y al parecer sólo con la receta la piedra había empezado a removerse.

La panorámica.

Como casi siempre Galina nos tenía preparada una sorpresa.
- Han tenido ustedes una suerte tremenda. Inturist quiere hacer un video para promocionar el turismo y los ha elegido para que salgan en él. Dimitri será el encargado de la filmación. No habla español pero cualquier cosa que quieran decirle yo se la haré llegar.
Dimitri se había situado al fondo del autocar con sus herramientas.
La primera impresión que nos llevamos de la ciudad fue que era muy distinta a Moscú. Se la veía como más europea. Menos comunista, vamos.

Mientras tanto el riñón dejó de molestarme. Ahora me dolía con mala leche.
Llegamos a las Columnas Rostrales. Diez minutos para la foto. El rió Neva estaba helado pero, a -4º, el hielo empezaba a resquebrajarse. Para los que no estamos acostumbrados la vista era de admirar. Al fondo, la Fortaleza de San Pedro y San Pablo (¿por qué siempre los pondrán juntos?) brillaba bajo los rayos de un sol débil. Bueno, yo de esto me enteré cuando monté el video porque, en aquel momento, no estaba para contemplar paisajes. A medida que apretaba el dolor, un sudor frío me bajaba por la espalda. Al fin subimos al autocar y me senté. Todos mis músculos se destensaron, tal fue lo bien que me sentó sentarme.
- ¡Joer, que bien he caído! –dije a Quiosquera-. Se me ha quitado el dolor de golpe.
- ¡Menos mal!
- Todavía no cantemos victoria. De momento yo no me muevo por si acaso.

Dimos un vistazo general a San Petersburgo con parada en la Catedral de San Salvador de la Sangre Derramada (¡tela!), Monasterio de Alexander Nevsky (el que se quemó), Catedral de San Isaac y, por último, el Amirantazgo y Plaza del Palacio de Invierno con el Hermitage a un lado y el Arco del Cuartel General del Ejercito al otro.
Al contrario que Moscú, San Petersburgo apenas ha cambiado en los últimos 12 años.

El Hermitage

Antes de iniciar el viaje, dalr nos había pedido que le filmásemos la estatua del Niño Agachado de Miguel Ángel. Pregunté a Galina cuánto me costaría entrar la filmadora.
- Doce dólares.
Era un palo pero había que contentar al niño. Quienes decidieron no pagar dejaron sus cámaras en el autocar. Llegamos a la entrada, dejamos bolsos y abrigos en el guardarropa y enfilamos la cola que había frente a la puerta de acceso. Cuando la matrona me vio la cámara me indicó que estaba prohibido. Galina tradujo:
- Si quiere pasarla dice que son 20 dólares.
¡La madre que parió a los rusos! Pero si volvía tendría que hacer esperar a los compañeros. Le aflojé los 20 $. La vigilanta abandonó su puesto para volver al cabo de 5 minutos. Me dio un puñado de rublos. Contados por encima eran exactamente 8 dólares.

En el museo no había mucha gente y pudimos recrearnos dentro de lo que cabe. Salas enormes repletas de estatuas y cuadros. Y luego lo típico de los palacios: un pasillo largo con habitaciones a un lado. No se podía entrar en un sala antes de que hubiera salido el grupo que nos precedía. En cada habitación, una señora madura sentada en una silla leía. A 1 metro de la pared había una cuerda. Robert Sin O se empeñaba en meter la cabeza por encima de la cuerda y, cada vez que lo hacía, sonaba la alarma.
En una de las habitaciones, ¡oh sorpresa!, no había matrona sino una jovencita en semi minifalda. Robert Sin O pasó cuatro o cinco veces porque uno de los cuadros le había gustado mucho.

En 2006 el Hermitage ha cambiado. Apenas hay matronas, los turistas se han multiplicado por 100, no hay forma de ver un cuadro a gusto, la guía muestra las tres o cuatro cosas que a ella le gustan, el Niño Agachado está en la UVI, no enseñan la zona egipcia ni el museo de carruajes y como te descuides te meas encima porque los lavabos tienen un horario distinto al museo. Al salir a la Plaza del Palacio, el panorama también es distinto. En 1994 la plaza estaba totalmente vacía. En 2006 da la sensación de que los bolcheviques asaltan de nuevo el palacio. ¡Ah! Hay retretes públicos: varios autocares aparcados junto al palacio ofrecen sus servicios a los meantes por un módico precio.

El Metro.

Nada que ver con el metro de Moscú. A destacar que es imposible suicidarse tirándose al tren. Las vías están separadas del andén por una pared metálica. Cuando llega el metro se abren unas puertas que coinciden exactamente con las del vagón. Pero el resquicio que queda no permite el paso de suicidas.

Fortaleza de San Pedro y San Pablo.

Es el lugar donde Pedro el Grande inició la construcción de la ciudad. El recinto está amurallado (fortaleza) y en el interior domina la catedral. Más que una catedral es el cementerio de los Románov (así lo pronuncian) desde Pedro. O sea que la citada catedral se compone de una capilla mediana y una buena porción de macrocriptas, a medida, supongo, del volumen de Catalina. Cerca de la entrada había una habitación vacía que, nos contaron, estaba preparada para recibir al zar Nicolás y su familia. En 2006, siete tumbas ocupaban el recinto. En la pared del fondo un cuadro representaba al Zar Nicolás, la zarina Alexandra, Olga, Tatiana, Anastasia, María y el zarevich Alexei. La cabeza de todos ellos estaba envuelta por una orla de santidad.
Cuando entramos en el recinto amurallado (2006) se me pegó un tío que, carboncillo en mano, se dedicó a hacerme un retrato-caricatura. Lo dejé trabajar. Al final me lo ofreció por 6 €. Le dije que nanai y que negociara con Quiosquera. Se lo sacó por 3 €. El artista lo mostró al público, éramos sobre los 200, para que contemplasen su habilidad. Se hartó de hacer retratos. Eso sí, a 6 € y ninguno quedó como la muestra.

PRÓXIMAMENTE… De pedruscos y diarreas.

3 comentarios:

A las 18/10/06 22:51 , Blogger alvarhillo ha dicho...

Quiosquero, acabo de ver que me has enlazado. Me has hecho tremendamente feliz. Cuando empezé con esto del blog solo pretendía sacar de dentro mis ideas e impresiones y no pensaba que la gente fuera a leerlo, pero hoy veo que hay gente al otro lado con la que conectar y me he llevado un alegrón.Gracias.
En otro orden de cosas:
Robert sin O es un salidillo.
Espero algun día sentir la sensación de andar sobre el hielo.
Espero que San Petesburgo sea tan bonita como la cuentas.
El colico de riñón es lo más jodido que podemos pasar los hombres.
Los que tenemos bigote y facciones poderosas somos presa facil de caricaturistas(yo debo tener como cinco).
Un gran saludo.

 
A las 19/10/06 13:46 , Blogger Quiosquero ha dicho...

Alvarhillo, estás enlazado por dos razones:
· Eres mi amigo cibernético
· Cuando tengo tiempo, que es casi nunca, me gusta leer alguno de tus cuentos casi como si los hubiera escrito yo.
Saludos.

 
A las 20/10/06 09:33 , Blogger Antonio Martínez Ron ha dicho...

Te imagino como un nuevo Dostoievski, martirizado por el dolor y caminando por el hielo... Bravo!

 

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