martes, febrero 27, 2007

P. SORBES, S.A.

Todo el mundo es consciente de que los tópicos no suelen hacer honor a la verdad, pero si hay un tópico realmente injusto es el que tilda a los catalanes de tacaños y agarraos, por más que ellos se empeñen en asegurar que nunca se gastan un duro que no esté justificado. Pero cuando el río suena…

He trabajado casi 10 años en el sector textil y, después de arduos razonamientos y sus respectivos dolores de cabeza, he llegado a la conclusión de que quien se inventó el tópico sólo conocía catalanes que eran empresarios de este sector. Los que yo conozco no son tacaños, son verdaderas miserias.

En 2001 fui a recalar en P. SORBES, S.A., empresa ubicada en un importante centro textil de la provincia de Barcelona. Las cabezas visibles eran Papá Sorbes, Kimi Sorbes, Natas Sorbes y Anthony Martin.

Papá Sorbes es el empresario textil por excelencia. Por no gastar no gasta ni secretaria y se le ve, pasillo arriba, pasillo abajo, colgado del móvil. Cuentan las malas lenguas que, en cierta ocasión, lo convencieron para que invitase a comer a algunos directivos y, a los postres, se pidió una botella de cava (de la casa). Papá Sorbes apenas bebe y los demás lo acompañaron sirviéndose sólo un poquito. Sobró un culillo que Papá se llevó porque, al fin y al cabo, ya estaba pagado.

A lo largo de la vida uno ha conocido muchos hijoputas. En el trabajo, el hijoputa es el que se cuelga las medallas de otro, el que le coloca los muertos a los demás o, si tiene mando, el que deja siempre bien claro quien lleva el bastón. En este sentido, Natas no lo es. Natas es sencillamente malvada. Como las brujas de los cuentos infantiles. La plantilla se refiere a ella como “la Nena”. Yo, más malévolo, la llamaba “señorita Rottenmayer”. Pero quien dio en el clavo fue Jordi, oriundo de Serón, con el que tenía (yo) charlas profundas sobre las excelencias de las morcillas y jamones de su tierra.
- ¡Ojo, que viene Norman!
- ¿Qué Norman?
- Norman Bates, el de Psicosis, disfrazado de mamá.
Los Sorbes forman una familia que da mucho juego.

miércoles, febrero 21, 2007

La octava obra de misericordia: engañar al que no sabe

1988 fue un año de novedades en IBM. Por una parte apareció el AS400, ordenador llamado a sustituir toda la serie 3, y por otra, se presentó la Plataforma de Aplicaciones, sistema ¿operativo? que habría de transformar un PC en un S36.

En IPD íbamos a por todas y a todas nos apuntábamos. Por entonces ostentaba el cargo de director de software y, por tanto, me tocaban todos los fregados. El 29 de julio iniciaba mis vacaciones. En realidad las vacaciones empezaban el 1 de agosto pero tenía que recoger a Dalr en Báscara, donde estaba de colonias, y me autoconcedí un permiso especial para fumarme la clase del viernes por la tarde. Sería la 1 del mediodía cuando me llamó el gerente. En día 3 debíamos estar en la central de IBM en Madrid para firmar un contrato sobre un proyecto secreto. Me acordé de IBM y el dios que lo fundó y llamé a Quiosquera para darle la mala nueva. Quiosquera es rápida de reflejos e ingenió un plan en un pis pas. IPD me pagaba el viaje de ida y vuelta a Madrid en avión, nosotros hacíamos la ruta en coche y, añadiendo un poquito, nos pegábamos una gira de 6 días por los alrededores de la capital. Así visitamos Albarracín, Cuenca y Alcalá de Henares y repetimos Segovia, Ávila y el Museo del Prado

El 3 de agosto, a las 9 de la mañana, nos reuníamos con responsables de IBM que desvelarían el secreto del proyecto. Primero las condiciones. Para entrar en el tema, IPD debía tener aplicaciones estables de Gestión Comercial, Gestión de Almacenes, Contabilidad, Producción y Nómina que corriesen en el S36, y comprometerse a tener finalizados los cambios necesarios para que estas aplicaciones funcionasen con un nuevo sistema operativo antes del 30 de agosto. No más explicaciones. Firmamos y sólo entonces nos contaron el argumento de la película.

Se había creado un pseudosistema operativo que permitía a los programas escritos en RPG para S36 correr en un PC con DOS. Sólo había que traspasar los fuentes al PC, compilar y ¡a vender! Facilísimo. Y, encima, IBM pagaba 50.000 pts por cada aplicación convertida. Total, 250.000 pts por un mes de agosto ligeramente puteados.

Pero nadie vende duros a 4 pesetas. Mientras alguno de mis súbditos curraba en Barcelona, yo ¿disfrutaba? de unas buenas vacaciones. Un par de horas diarias al teléfono resolviendo dudas. Y no había móviles. Todo iba bien hasta que Nuria me informó que la mayoría de programas daban el error “Se intentó actualizar un registro sin lectura previa” ¡Me cachis! No podía ser posible.

Nadaba en las aguas del Mediterráneo y aproveché para repasar mentalmente los procesos de actualización:
- Leo los registros susceptibles de ser actualizados
- El sistema operativo bloquea dichos registros hasta que el programa actualiza
- Ningún otro programa puede acceder a registros bloqueados
- Actualizo los registros bloqueados en el orden que me interese
- No hay posibilidad de error
- A menos que…

Llamé a Nuria.
- Haz una prueba
- ¿Cuál?
- Antes de actualizar vuelve a leer el registro
- No funcionará
- Ya lo sé pero hazlo

Dos horas después volví a llamarla
- ¡No da error! –gritó alborozada-
- ¡Bingo!
- Pero ahora se pierden las actualizaciones
- Normal. Antes de cada actualización haz una lectura falsa y ¡suerte!

Funcionó. El pseudosistema operativo estaba capado y sólo era capaz de bloquear el último registro leído. El 30 de agosto los programas funcionaban. Nuestros vendedores patearon media España colocando las aplicaciones. Con bastante éxito. Por desgracia. Nos dimos cuenta que las limitaciones de direccionamiento del DOS hacían inviables las instalaciones de tamaño medio. Para entonces se habían vendido 25 ó 30 paquetes y los problemas empezaron a llovernos. Y los comerciales seguían empeñados en vender. Si veían que lo que el cliente pedía sobrepasaba en mucho los límites de la Plataforma, ofrecían un B10, modelo base del AS400.

La octava obra de misericordia es una crítica cachonda a las diferencias de enfoque entre comerciales y técnicos.

LA OCTAVA OBRA DE MISERICORDIA:
ENGAÑAR AL QUE NO SABE


Escena I.- Escapare de I,P,D, en penumbra. En primer plano se adivina la SECRETARIA.

COROS: (En off)
Tiempos difíciles son
pa ganarse los garbanzos.
Dura está la profesión
y no se encuentra un doblón
desde Almería a Betanzos

I.B.M. tiene agentes
repartidos por España
que convencen a las gentes
para que se hagan clientes
con mucho tiento y gran maña.
Cada agente con tesón,
trabajando como esclavo,
cae en la desesperación.
¡Es que no vende ni un clavo!

En medio del alboroto
alguien hay que de fe
y vuelan como una moto
para dominar su coto:
Son los chicos de I.P.D.

Atentos pues al percal
y quede bien advertido:
Para bien o para mal
esta historia no es real,
mas pudo haber sucedido.


Escena 2.- Se ilumina el escenario. La SECRETARIA muestra una gran actividad.

SECRETARIA (Con nerviosismo)
Lunes aún y ya estoy
perdiendo toda certeza,
de tal manera que hoy
no sé muy bien ya quien soy.
¡Tengo un dolor de cabeza!

Secretaria, el presupuesto.
¿Tienes la facturación?
Manda esta carta al Banesto.
Que subas a dirección.
Lista los partes que bajo
para calcular la prima...
Y yo pencando a destajo,
se me acumula el trabajo
y no lo saco de encima.

(Entra el CLIENTE)

SECRETARIA
Este me las va a pagar.

CLIENTE
Muy buenos días, señorita.
Yo soy Fulano de Tal
y tengo con su comercial
esta mañana una cita.

SECRETARIA
Si no le produce un trauma,
¿puede decirme, señor,
de la entrevista el motivo?

CLIENTE
Que me enseñen un programa.

SECRETARIA
(Por lo bajo)
No parece ser altivo.
(Al cliente)
Avisaré al vendedor.
(Llama por la línea interior)
Está aquí el señor Fulano...
Hombre, pues mucho me temo
no quiera comprar en vano
y esté esperando una demo.
(Al cliente)
Más cómodo estará
si se espera en la salita
que enseguida bajará
para atenderlo en su cita.

Continuará…

martes, febrero 13, 2007

I.P.D.

La fidelidad es algo que no se pude comprar pero que, a la larga, se pierde si no se paga. En metálico o en especie.
Durante 18 años fui fiel, no a una empresa, sino a un consejo de administración. Pasé por varias de sus empresas hasta recalar en I.P.D. (Investigación en Proceso de Datos). I.P.D. se dedicaba al desarrollo de software dentro del entorno I.B.M. sistema 3 (S34, S36, S38 y AS400). Pasé por todo el espectro laboral desde analista/programador hasta director de desarrollo. Mi especialidad era el S38 y el AS400 aunque, cada vez que había un pifostio, acababa metido hasta el cuello en el fregado.

I.P.D. se fue haciendo grande. Junto a su hermana D.P.I. (especialista en PC) pasaban de los 60 empleados y, como estábamos en locales diferentes, muchos apenas nos conocíamos. Para Navidad, ambas empresas montaban una cena de hermandad que acababa con los consabidos discursos de presidente del consejo de administración, consejero delegado, gerentes y algún que otro cargo importante. Un tostón, vamos. Uno de aquellos años, estaba ya hasta las narices, decidí que también iba a hablar yo. Y me preparé mi discursito.

Cenamos en el Hotel Condes de Barcelona. A los postres repartieron la insignia de plata a los que más tiempo llevábamos en la empresa y empezaron los discursos. Primero el presidente, luego el consejero delegado y, por fin, los dos gerentes. Me levanté y tosí para fijar la atención. Los altos cargos se miraban entre sí con expresión de ¿y éste que vende?
El director de ventas, que me conocía, me arrastró hasta el micrófono mientras yo protestaba:
- ¡No hace falta! Yo canto a capella.

Me arranqué.

Por ser parco en expresión
y, ante tanta gente inmerso,
embargado de emoción
pido que mi intervención
permitan la haga en verso.

Quince años pronto hará
que de programar manduco
y, no es que manduque mal,
es que no he encontrado el truco
pa con la misma minuta
llevar la vida normal
y no llevarla tan puta.

Tensión, angustia y pesar
en mí caminan parejas
que en esto de programar,
bloques, bits, megas y kas
me salen por las orejas.

No sabes cómo te llamas,
tocas temas tan diversos…
¡La hostia si los programas
me salieran como versos!

Y esta noche afirmaré
que he intentado algún envite,
pero, digan, ¿cómo haré
rimar en R.P.G.
un GOTO, un IF y un WRITE.

Jóvenes, a tiempo estáis.
No es consejo despreciable:
a la porra lo mandáis
y el puesto solicitáis
de ayudante del contable.

Que, aunque de traje me vista,
nunca dejé de añorar
cuando pasaba revista
sin traje y sin afeitar.

En fin, que el retiro espero
Y creo tenerlo ganado
que nadie en el mundo entero
soportó con tanto esmero
como yo al señor “Machado”.

Yo no sabía que aquel año se había ampliado la fiesta y que, como artista invitado, participaba un humorista. El hombre llevaba una cogorza como un piano pero hizo una muy buena imitación de Cruiff. Sin embargo nadie le hizo puñetero caso. Los compañeros estaban por comentar mi jugada y la cara de sorpresa de los directivos. Días después el consejero delegado me diría:
- ¡Coño, Quiosquero! El humorista era bueno pero le pusiste el listón muy alto.

El caso es que, en adelante, todo el mundo esperaba mi intervención navideña y eso me obligaba a superarme. Fue así como llegué a escribir La Octava Obra de Misericordia: Engañar al que no sabe.

Pero eso es otra historia.

jueves, febrero 08, 2007

Poner la venda antes que la herida

El refranero español es sabio. Las frases hechas son inteligentes y descriptivas. “Poner la venda antes que la herida” o “las tinajas antes que el vino” son situaciones absurdas, modos de operar sin una mínima organización. No sería lo mismo “poner la chichonera antes que el chichón” o “el casco antes de que se desparramen los sesos”, que estas frases indican prevención.

A los gobiernos les encanta “poner la venda antes que la herida” pero traducido a su lenguaje, es decir, “la multa antes que la solución”.
Me explico.

Esta tarde volvía de casa con un plato de lentejas intentando buscar acomodo en el estómago, cuando he oído por la radio la última del Ayuntamiento de Barcelona. Hasta el mes de septiembre, y en pruebas, se multará a los ciclistas que, yendo por la acera, no guarden un metro de distancia respecto a los peatones. Hasta 400 €. Se puede llegar a una sanción de 1.800 € si un peatón es atropellado.

No son los ciclistas santo de mi devoción. Los ciclistas, claro, que ignoran los semáforos, pasan zumbando por la acera o circulan en sentido contrario al tráfico. Son un peligro para la circulación y la circulación es un gravísimo peligro para ellos. Pero los poderes públicos llevan años fomentando el uso de la bicicleta y, a la que empieza a funcionar, la emprenden a multas con el ciclista. ¿Que un ciclista no debe atropellar a un peatón? ¡Faltaría más! ¿Que debe ir con precaución por la acera? ¡No! La acera es para los peatones, no para las bicicletas pero, antes de sancionar, el Ayuntamiento tiene que buscar medidas alternativas que hagan que ciclistas, peatones y motorizados circulen con una cierta tranquilidad. Carril bici o ¡qué sé yo! Los que cobran por pensar son los políticos.

Primero, la solución. Después, al que no cumpla, ¡leña al mono!

lunes, febrero 05, 2007

Especuladores

Cuando Quiosquera decidió que nos uniéramos en santo matrimonio, la primera tarea a llevar a cabo era la búsqueda de piso. De alquiler, claro, que de aquellas andábamos más chupados que la pipa de un indio. Lo más potable que encontramos fue un piso junto a la Estación de Francia, pequeñito, sin ascensor, oscuro… Cuatro mil quinientas pesetas de alquiler y cincuenta y cinco mil de traspaso. Hubo ciertos problemillas porque el casero quería subir el alquiler a cinco mil quinientas y, mientras lo pensábamos, Quiosquera vio el anuncio de unos pisos de nueva construcción. Fuimos a verlos. A tres días de teléfono de Barcelona, en la cima de una pequeña colina y en un barrio no muy recomendable. Ochenta y cinco mil de entrada y siete mil doscientas de hipoteca. Nos liamos la manta a la cabeza y compramos.

Durante el primer tiempo teníamos que levantarnos a las cinco de la mañana para entrar a trabajar a las nueve. Después nos mercamos un Mini. Invertimos en salud. Dormíamos un par de horas más. Quiosquera tenía un horario más racional y se llevaba el coche por la tarde. Yo volvía en tren. La mayoría de los días llegaba a destino cuando ya no había ni autobús ni taxi, así que Dalr y Quiosquera venían a recogerme a la estación. El tejemaneje duró casi cuatro años, durante los cuales ahorramos para dar una mínima entrada y comprarnos un piso en el Ensanche. Tardamos un año largo, pero al final vendimos el piso de las afueras por un poco menos del doble de lo que nos había costado.
Sin saberlo acabábamos de convertirnos en especuladores.

Seguimos especulando. Cuando pudimos, compramos un terrenillo, construimos una casa y allí fuimos enterrando buena parte de nuestros ahorros. Por eso mismo lo llamamos “La Alcancía”. Vendimos al cabo de 18 años y compramos un apartamento en la playa.

Con el transcurso del tiempo, lo que íbamos ahorrando, un dinero que me legaron mis padres y sendas hipotecas, compramos un piso en Barcelona y un apartamento al otro lado de la península por si mi madre lo necesitaba algún día.

En un piso vivimos Quiosquera y yo, en el otro vive Dalr y los apartamentos permanecen cerrados porque trabajamos sábados, domingos y fiestas de guardar y mi madre no ha necesitado utilizar el otro por el momento. Así es que soy un gran especulador.

El Govern de la Generralitat estudia establecer un canon de 9 € diarios para las viviendas que no se utilicen, en aras al derecho a una vivienda digna que establece la Constitución. La misma Constitución garantiza el derecho a la propiedad privada que quieren negar a algunos. Y el derecho a un trabajo que no tienen 1.900.000 personas. El que la Constitución garantice estos derechos debería obligar al Estado pero no a mí. Hay o había una faceta en el I.R.P.F. por la que las ventas de viviendas pagan una cantidad inversamente “proporcional” al número de años que han permanecido siendo propiedad del vendedor. Los que juegan en bolsa son especuladores y a ningún gobierno se le ha ocurrido cobrar un tanto diario por acción, por poner un ejemplo.

Mi posición al respecto queda resumida en una conversación que mantuve, años ha, con mi amigo Chema, el feminista.

- El Estado está obligado a facilitar una vivienda.
- Cuando te den la tuya me avisas para pedir yo la mía.
- ¡Hombre! La vivienda debe ser para los pobres. Tú ya tienes. Tú eres de clase media acomodada mientras que yo soy un pobre proletario.
- ¡A ver, Chema! Mi padre era agricultor; el tuyo era empleado. Mi padre me puso a estudiar; el tuyo también. Yo fui universitario; tú también. Yo he trabajo toda mi vida de informático; tú también. Yo gano un buen sueldo; tú también. Yo tengo propiedades y unos ahorrillos: tú no. ¿Purcuá? Porque cuando yo vivía agobiado por hipotecas, tú te fundías todo lo que ganabas. ¿Y ahora pretendes que lo que yo he ahorrado con sacrificio, mientras tú vivías de puta madre, nos lo repartamos? ¡Amos, anda!

Montilla piensa como Chema.